Inflamación por estrés, el mecanismo que nos enferma

Inflamación por estrés, el mecanismo que nos enferma

El estrés, si se prolonga durante largos períodos de tiempo, puede causar un daño psicológico y físico significativo. Permanecer en un estado de tensión y aprensión constante nos presentará una factura considerable.

El estrés no solo aumenta el riesgo de depresión y ansiedad, sino que también provoca cambios en el cuerpo que pueden desencadenar todo, desde enfermedades cardíacas hasta enfermedades infecciosas. La inflamación por estrés es el principal mecanismo que desencadena estos problemas.

El estrés crónico obliga al cuerpo a trabajar a toda velocidad

Cuando estamos expuestos a una situación estresante, se producen varios cambios neuroquímicos en nuestro cuerpo. La descarga de varios neurotransmisores y hormonas activa el sistema nervioso simpático y el eje hipotálamo-pituitario-adrenal para permitirnos responder a la amenaza.



En este estado, los niveles de catecolaminas, como la adrenalina y la noradrenalina, se disparan para aumentar la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Así nuestro cuerpo se prepara para luchar o escapar del peligro. Esta reacción, llamada alostasis, es completamente natural y adaptativa. De hecho, también es beneficioso para nuestra supervivencia.

Sin embargo, cuando el estrés se prolonga en el tiempo, el organismo entra en un estado de alostasis sostenida que genera problemas de salud. Debemos recordar que existen diferentes tipos de estrés y no todos son negativos. El estrés agudo en realidad puede mejorar la función inmunológica, pero el estrés acumulativo o crónico causa desequilibrio e inflamación.

El mecanismo de la inflamación por estrés.

Un equipo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon ha demostrado por primera vez que el estrés crónico afecta la capacidad del cuerpo para regular la inflamación, un mecanismo que promueve el desarrollo y la progresión de varias enfermedades.

En su primer estudio, reclutaron a 276 adultos sanos que estuvieron expuestos al virus que causa el resfriado común. Se ha utilizado el resfriado porque sus síntomas no son causados ​​directamente por el virus, sino que son un "efecto secundario" de la respuesta inflamatoria que se desencadena en el cuerpo cuando el sistema inmunológico trabaja para combatir la infección. Por lo tanto, cuanto mayor sea la respuesta inflamatoria del cuerpo al virus, es más probable que ocurran los síntomas del resfriado.



Los participantes se mantuvieron en confinamiento solitario en condiciones controladas, luego los investigadores los siguieron durante cinco días en busca de signos de la infección y la enfermedad. Descubrieron que el estrés prolongado estaba asociado con la incapacidad de las células inmunitarias para responder a las señales hormonales que normalmente regulan la inflamación. Como resultado, las personas que no pudieron regular adecuadamente la respuesta inflamatoria tenían más probabilidades de desarrollar un resfriado cuando se exponían al virus.

En un segundo estudio, los investigadores trabajaron con 79 personas sanas, desglosadas por su capacidad para regular la respuesta inflamatoria. Luego, cada participante fue expuesto al virus del resfriado y se controló la producción de citocinas proinflamatorias, los mensajeros químicos que desencadenan la respuesta inflamatoria en el cuerpo. En esta ocasión, los investigadores encontraron que quienes tenían dificultades para regular la respuesta inflamatoria antes de exponerse al virus producían más mensajeros químicos que inducen inflamación cuando se infectan.

Esto significa que "la capacidad del sistema inmunológico para regular la inflamación predice quién desarrollará un resfriado, pero lo que es más importante, explica cómo el estrés puede promover la enfermedad", anotaron los investigadores.

En la práctica, cuando estamos sometidos a situaciones de gran estrés, las células de nuestro sistema inmunológico no responden al control hormonal y, en consecuencia, desencadenan un nivel de inflamación que favorece la enfermedad. No podemos olvidar que la inflamación está regulada en gran medida por el cortisol, pero cuando el estrés impide que esta hormona realice esta función, la inflamación puede descontrolarse.


Por tanto, el estrés prolongado altera la eficacia del cortisol en la regulación de la respuesta inflamatoria, disminuyendo la sensibilidad de los tejidos a esta hormona. Específicamente, las células inmunes se vuelven insensibles al efecto regulador del cortisol porque han estado demasiado expuestas a esta hormona. Esto explica la inflamación en el cuerpo por estrés, que, entre otras cosas, también afecta al cerebro y puede acabar provocando enfermedades neurodegenerativas.


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