5 minutos La forma en que nos hablamos a nosotros mismos nos define. Si hacemos esto con desprecio, cuestionando nuestro potencial y pensando que valemos menos que los demás, nos convertiremos en nuestro peor enemigo. En última instancia, el bienestar también se trata de volverse hacia uno mismo con amor y respeto.
Escrito y verificado por el psicólogo. Valeria Sabater.
Última actualización: 15 2021 noviembre
El diálogo interior cambia nuestro cerebro. La conversación diaria que tenemos con nosotros mismos puede fortalecer muchas áreas del cerebro para ayudarnos a manejar mejor el estrés, regular el estado de ánimo o incluso ayudarnos a tomar decisiones. Por el contrario, un diálogo negativo nos desgasta y nos debilita, teniendo a veces efectos muy nocivos.
Seguro que muchos de vosotros habréis vivido algún dato curioso tarde o temprano. Es común, por ejemplo, ser amigos incansables de los demás, siempre ahí cuando se les necesita. Nos levantamos de la cama por la mañana con la intención de ser personas que inspiran coraje, que saben ofrecer el consejo adecuado en momentos de necesidad; somos de alguna manera un apoyo indiscutible para los demás y a través de las palabras adecuadas sabemos transmitir valentía, entusiasmo y positivismo.
Por el contrario, a menudo somos nuestro peor enemigo. Nuestro diálogo interior no hace más que repetirnos: “¿Cómo has podido decir estas tonterías? No sabes de lo que hablas”, “Ni te atrevas a intentarlo, no lo lograrás y lo sabes”, “Mira lo que has hecho, siempre te equivocas, comete un error. después de otro ".
Si lo pensamos bien, somos lo que nos decimos a nosotros mismos. Entonces, si no hacemos más que repetirnos cosas negativas, terminaremos haciéndolas realidad y transformándonos en lo que nunca quisimos ser. No es fácil cambiar la dinámica del habla interior, especialmente cuando se repite en el tiempo. Sin embargo, debe hacer esto por una razón bastante obvia: el diálogo interno negativo cambia el cerebro y nos hace más vulnerables a los trastornos de ansiedad ya sufrir depresión.
"Nuestras emociones dependen principalmente de la forma en que pensamos".
-Albert Ellis-
El diálogo interior cambia nuestro cerebro, lo que nos decimos nos define
El impacto del diálogo interno en nuestro comportamiento y en nuestra personalidad es un tema que siempre ha interesado a los psicólogos. En los últimos años se han escrito y publicado muchos libros de autoayuda y desarrollo personal que nos animan a cuidar esta dimensión de nuestra vida. Sin embargo, es interesante saber que los primeros estudios sobre el discurso interior datan nada menos que de principios del siglo XX.
Fue Lev Vygotsky, el famoso psicólogo ruso, el primero en preguntarse si el cerebro utiliza los mismos mecanismos cuando una persona habla en voz alta que cuando habla consigo misma en silencio. La respuesta a esta pregunta no puede ser más curiosa.
Diversos estudios nos han demostrado que cuando llevamos a cabo estas conversaciones internas se activan áreas del cerebro como el pie de la tercera circunvolución frontal, denominada área de Broca o área del lenguaje articulado, así como cuando nos comunicamos en voz alta.
El habla interior es, por tanto, un fenómeno complejo y lleno de matices, tanto que deberíamos ser más conscientes de cómo afecta a nuestro cerebro y a nuestra salud psicológica. Por ejemplo, el psicólogo Charles Fernyhough de la Universidad de Durham, Reino Unido, explica en su libro Internal Voices que el diálogo interno genera unas 4.000 palabras por minuto. En otras palabras, funciona 10 veces más rápido que el habla verbal.
Por lo tanto, todo lo que sucede en nuestra mente, cada idea, pensamiento, autoinstrucción y afirmación, tiene un gran impacto en nosotros; tanto positiva como negativamente.
Discurso interno negativo, emociones y cerebro.
John H. Krystal, editor de la revista científica Biological Psychiatry y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, realizó un estudio para demostrar el impacto de las emociones en nuestro cerebro. La investigación ha demostrado que el diálogo interno negativo persistente debilita las estructuras neuronales, lo que hace que las personas sean mucho más vulnerables al estrés.
En particular, el lóbulo de la ínsula y la amígdala mostraron alta hiperactividad. Estas áreas relacionadas con emociones como el miedo o la atención a las amenazas presentes en nuestro entorno nos someten a estados de gran desgaste psicológico. Además, no podemos ignorar que el diálogo interno negativo actúa como sustrato que alimenta la ansiedad y la depresión.
Pensamientos y salud: ¿y si nos hablamos de una forma más compasiva?
Es importante ser consciente de que nuestro diálogo interior puede afectar directamente a nuestra salud, tanto física como psíquica. A limitar el discurso que baja la autoestima, que debilita nuestro potencial, nuestros recursos y oportunidades, merece más dedicación para cambiar nuestro enfoque.
Debemos hacer todo lo posible para evitar un diálogo interno negativo. Un recurso sencillo para conseguirlo es: en lugar de hablarnos en primera persona (soy esto, porque lo hice), lo ideal es empezar a hablarnos en tercera persona. De esta forma, podremos asumir el papel de ese amigo que quiere lo mejor para nosotros pero que al mismo tiempo siempre está atento a corregir nuestros discursos mentales.
Un ejemplo sería: “Entiendo que estés preocupado, pero recuerda que tienes todos los recursos a tu alcance para superar este problema. Ya lo tienes, así que confía en ti mismo. Te mereces lo mejor, eres fuerte, inténtalo".
Finalmente, somos conscientes de que este proceso lleva tiempo. Cambiar un discurso interno limitante puede ser difícil al principio, pero si nos comprometemos con nosotros mismos, poco a poco tocaremos los cambios. Por esta razón, vale la pena citar un antiguo proverbio chino:
Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras.
Presta atención a tus palabras, porque se convertirán en tus acciones.
Cuida tus acciones, porque se convertirán en tus hábitos.
Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino.
Las personas con buena autoestima se distinguen por algunos rasgos de comportamiento que les permiten tener una vida más saludable.