Última actualización: 14 septiembre, 2019
Las campañas publicitarias nos muestran continuamente los riesgos para nuestra salud debido al estilo de vida que adoptamos. Sobrepeso, sedentarismo, malos hábitos alimentarios, consumo de alcohol y tabaco, niveles elevados de colesterol… Todos ellos factores de riesgo para el desarrollo de diversas enfermedades, como las cardiovasculares.
Sabemos perfectamente que debemos comer sano, practicar una actividad física moderada y dejar el tabaco y el alcohol para evitar estos problemas. Pero todos los factores enumerados anteriormente dejan de lado un aspecto muy importante. También debemos tener en cuenta una serie de factores psicológicos y sociales. ¡Esto es lo que son!
Emociones negativas: la influencia de la ira en los problemas cardíacos
Se ha demostrado que la ira, la ansiedad y la depresión influyen en la aparición de enfermedades cardiovasculares. En cuanto a la ira, debemos distinguir entre la interna (es decir, la que sentimos, pero reprimimos), la externa (cuando reaccionamos de manera agresiva debido a esta emoción) y el control de la misma (cuando la gestionamos con eficacia).
La ira interior supone un factor de riesgo tanto en el inicio como en el desarrollo de enfermedades del corazón. Esto sucede porque, al reprimirnos, no lo vivimos. De hecho, tal represión a menudo provoca una acentuación del malestar emocional.
Evitar expresar nuestro enojo puede ser tan arriesgado para nosotros como expresarlo fuera de control. Lo mejor es hacerlo sin agredir a nuestro interlocutor. Una forma de hacerlo es utilizar técnicas de asertividad.
La ira externa también está relacionada con estas enfermedades, pero también tiene aspectos positivos. Puede ser un factor protector contra el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular. En cuanto al manejo de la ira, tener poca capacidad para controlar la ira empeora el estado de enfermedad cardiovascular de quien la padece.
Ansiedad y tristeza: malestar emocional y salud del corazón
El malestar emocional suele aparecer tras el diagnóstico de este tipo de enfermedad. Lo normal es que sea más intenso al principio y que vaya disminuyendo a medida que la persona se adapta a los cambios de estilo de vida que va a emprender. Las emociones que más se sienten en estas situaciones son la ansiedad y la tristeza.
En cuanto a la ansiedad, se ha comprobado que niveles elevados de esta emoción tras un infarto de miocardio multiplican por cinco las posibilidades de sufrir complicaciones. Por ello, es muy importante adquirir estrategias para gestionar de forma eficaz los estados de ansiedad.
En cuanto a la tristeza, cuando se vuelve patológica, provocando síntomas depresivos o depresión real, puede incidir en la aparición de enfermedades del corazón. También hace que el tratamiento sea menos efectivo. Es inevitable sentirse triste cuando descubres que padeces una enfermedad de este tipo. Sin embargo, debemos luchar para que la tristeza no se apodere de nosotros.
Cómo manejamos el estrés afecta directamente a nuestro corazón
Las personas lidian con el estrés y las situaciones que lo provocan de manera diferente. Algunas formas son más útiles que otras y nos ayudan a sentirnos mejor o peor. Generalmente recurrimos a algunas estrategias para intentar solucionar el problema que nos provoca el malestar y/o intentar gestionar de forma alternativa los sentimientos que nos provoca el estrés.
Las enfermedades crónicas, como algunas de las que afectan al corazón, son fuentes importantes de estrés. Por ello, varios estudios se han centrado en las mejores y peores formas de gestionar esa emoción. En consecuencia, al tratar de evitar o descuidar (tanto mental como conductualmente) las dificultades que surgen de los problemas cardíacos, experimentaremos un mayor malestar psicológico. Esto repercutirá negativamente en nuestro bienestar y, por tanto, conducirá a un deterioro de la salud física.
Por el contrario, centrarse en resolver el problema y aceptar los aspectos que no se pueden cambiar mejora la forma en que experimentamos la enfermedad, ya que experimentamos menos síntomas depresivos. Las estrategias que utilizamos para enfrentar la enfermedad, por lo tanto, pueden marcar la diferencia en el curso de la misma.
El apoyo social es crucial para la salud del corazón
El apoyo social es una herramienta fundamental para nuestro bienestar psicológico general. Por un lado, reduce la influencia negativa del estrés. Por otro lado, favorece la adquisición de hábitos de vida saludables y hace más efectivo el tratamiento. Además, ayuda a hacernos capaces de hacer frente a la enfermedad.
En este sentido, es muy importante la percepción que el paciente tenga del apoyo social del que dispone. El padecimiento a medio y largo plazo de enfermedades del corazón se ha relacionado con una baja percepción de apoyo social en personas inicialmente sanas.
Dentro del grupo de personas que ya habían sido diagnosticadas con enfermedades del corazón, el pronóstico es peor en aquellas con apoyo social reducido. Dichos pacientes presentan mayor malestar psicológico, mayor sintomatología cardiaca, menor satisfacción vital, mayores tasas de mortalidad y formas menos adaptativas de afrontamiento de la enfermedad (aspecto relevante, como ya hemos visto).
La importancia del apoyo social para nuestro bienestar físico y mental es significativa. Por ello, es necesario disfrutar de un buen círculo de personas que nos apoyen, sobre todo cuando se padecen problemas cardíacos. Además, es bueno ser consciente de la importancia de dicha ayuda.
Por todo ello, es importante cuidar tu corazón con hábitos de vida saludables, comiendo sano y practicando deporte. En este proceso, sin embargo, no debemos descuidar nuestra salud mental y social. Has visto cómo estos aspectos pueden protegernos de la enfermedad e incluso mejorar su curso… ¡Cuídate!