Perdona y olvida

Perdona y olvida

"Perdonar y olvidar" no siempre es un buen consejo. La memoria no funciona a voluntad, y el perdón es un ejercicio que requiere mucho tiempo. Es más, a veces, aun sabiendo que es la elección más sabia, es imposible concederla.

Perdona y olvida

Última actualización: 03 de junio de 2022

A veces sucede: perdonar y olvidar parece imposible. Sabemos que lo ideal, lo más sano y hasta lo más necesario sería dar ese paso, el ejercicio del perdón para seguir adelante.



Sin embargo, nadie lo consigue de la noche a la mañana. Porque no es un truco de magia y en ocasiones existe hasta la voluntad de concederlo.

Todos llevan consigo las consecuencias de las situaciones adversas, los signos de las decepciones y los traumas de las experiencias traumáticas. En el curso de nuestra vida, a menudo perdonamos. Por otra parte, hay experiencias que dejan una huella imborrable en el corazón, agujeros en los que se deposita el sedimento de un dolor silencioso que todo lo altera.

Rencores que duran décadas y un pasado que sigue muy presente. Es igualmente cierto que vivir así no es fácil ni saludable. El resentimiento que persiste, resiste y embota nuestra capacidad de volver a confiar en la vida y en las personas, nos priva del bienestar y la felicidad. ¿Existe tal vez una forma de superar estas situaciones?

“Ser capaz de olvidar es la base de la cordura. Recordar incesantemente conduce a la obsesión y la locura”.

-Jack Londra-

Lo que no se puede perdonar o borrar de la mente puede alterar muchas áreas de nuestra vida.

No perdonar u olvidar: ¿por qué sucede esto?

Perdonar y olvidar es un consejo común. Es como un adagio cultural con el que crecemos y que, en muchos casos, integramos en nuestro registro mental. Especialmente las culturas orientales ven el ejercicio del perdón como una forma de preservar la armonía social.



Sin embargo, en Occidente recurrimos al perdón como ese mecanismo individual con el que aligerar un lastre, recuperar el equilibrio psicológico y cerrar una etapa. Se aconseja el perdón y también un ejercicio de salud mental. El problema viene cuando no podemos ni perdonar ni olvidar.

La ciencia lleva tiempo estudiando este fenómeno y la psicología también está interesada en las diferencias individuales en este sentido. Hay personas capaces de perdonar hechos muy graves (calumnias, infidelidades, robos, etc.). Otros, en cambio, no perdonan a quien, a pesar de estar siempre presente en su vida, olvida su cumpleaños. ¿A qué se deben estas singularidades?

El perdón es siempre una elección personal, un acto de voluntad que llega (o no llega) cuando te sientes preparado.

El perdón no es una elección, es un proceso.

Cuando no logramos perdonar u olvidar, la razón radica en la herida emocional sufrida. Cuanto mayor es la carga de la afrenta, más tiempo lleva procesar lo sucedido y sanar ese sufrimiento capa por capa. Y como siempre sucede, cada persona tiene sus propios ritmos. No todo el mundo tiene éxito a la misma velocidad.

En general, perdonar a los que nos han hecho daño es parte del epílogo de ese delicado camino de sanación. Es el punto final con el que esperamos, por fin, pasar página. Hay quienes llegan antes a este hito porque han procesado y aceptado la experiencia más rápido.

Otros, en cambio, nunca lo lograrán porque no quieren o porque se estancan, atrapados en la ira y el resentimiento. No poder lidiar con las emociones negativas alimenta la memoria y, en consecuencia, el sufrimiento.


El estudio de investigación realizado en la Universidad de Munich indica datos interesantes al respecto. Solo cuando seas capaz de perdonar lograrás un mayor bienestar mental. Sin embargo, los que perdonan por "obligación" no obtienen ningún progreso porque el resentimiento aún vive en ellos.


Lo que pasó fue traumático y no queremos perdonar

Está claro que el perdón es una elección muy personal. También es cierto que hay experiencias traumáticas donde el dolor es tan inmenso que no existe tal opción. Una vez más, cabe señalar que cada experiencia es única y que cada particularidad debe ser comprendida.

Robert Enright, líder del Instituto Internacional del Perdón y pionero en el estudio del perdón, recuerda que es común tener conceptos erróneos sobre el perdón. Es fundamental tener en cuenta lo siguiente:

  • Perdonar no es lo mismo que excusar el mal sufrido. Cuando uno ofrece el perdón, no justifica ni espera la reconciliación.
  • El perdón tiene el propósito de terminar una fase, reducir el resentimiento, la ira. y ese malestar emocional que nos puede llevar a estados mentales de desgaste crónico.


A veces, el resentimiento se queda muy dentro de nosotros, alterando la forma en que nos relacionamos con los demás. El perdón es parte del proceso de sanación emocional y siempre es recomendable dar el último paso. Sin embargo, hacerlo o no es una elección estrictamente personal.

Si bien no siempre es posible perdonar, hacerlo ofrece grandes beneficios psicológicos.

No perdonar ni olvidar, ¿qué consecuencias puede tener?

Cada uno de nosotros tiene una historia diferente, sin embargo, cuantos más rencores guardemos en nuestra mochila existencial, peor será nuestra calidad de vida. Cuando no podemos perdonar u olvidar una afrenta pasada, el aquí y ahora puede volverse insoportable.


Podemos perder la fe en los demás, volvernos temerosos, sufrir ansiedad, estrés postraumático, recuerdos que llenan las noches de insomnio. Si nos cuesta recuperar el control de nuestra vida, pedimos la ayuda de un experto.

Otorgar o no el perdón a quienes nos han lastimado es una opción que llegará en su momento. Lo que se necesita es sanar las heridas, el malestar psicológico.

Investigaciones realizadas en la Universidad de San Andrés indican que perdonar reduce el dolor emocional, por lo que los recuerdos se vuelven menos presentes. Es entonces cuando dejamos espacio para nuevas oportunidades y felicidad. Ir a por ello es una buena opción.

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