Imagínese perder su trabajo por un momento. Si es un lugar mal pagado en el que no te sentiste cómodo y estás seguro de que encontrarás un trabajo mejor, es probable que esta situación no te afecte mucho, de hecho, puede que incluso te agrade. Pero si cree que fue el trabajo de su vida y que nunca podrá encontrar algo mejor, probablemente se sentirá devastado.
Esto indica que, en muchos casos, no solo reaccionamos a los eventos, sino que nuestras emociones dependen en gran medida de nuestras creencias y expectativas.
En este sentido, los estoicos argumentaron que no hay eventos buenos o malos, solo nuestra percepción. Shakespeare lo resumió aún mejor: “No hay nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer de esa manera ".
Esta idea, también defendida por el taoísmo y el budismo, nos dice que no es lo mismo pensar "esto me pasó" que "lo que me pasó es terrible". Si nos limitamos a la primera afirmación seremos más objetivos, sufriremos menos y también podremos apreciar la lección o lo positivo de los hechos. Por el contrario, con la segunda afirmación nos limitaremos a ver solo el lado negativo.
Esta idea es también la base de la filosofía de Albert Ellis y lo ayudó a formular su Terapia Cognitivo-Conductual, según la cual la mayoría de nuestros estados de ánimo negativos no son causados por las circunstancias, sino por nuestras creencias irracionales.
1. Compruebe lo que puede comprobar. Ignora el resto.
"Pido la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia".
Los estoicos aplicaron esta afirmación mejor que nadie. Eran conscientes de la necesidad de tener cierto control sobre su vida, pero no estaban obsesionados con eso, por lo que siempre se preguntaban: "¿Puedo hacer algo con respecto al respeto?"
Si puedes hacerlo, hazlo. Si no puedes… Acéptalo y sigue adelante porque la preocupación solo genera estrés.
De hecho, muchas de las cosas que nos preocupan y nos preocupan son aquellas sobre las que no tenemos control. Hacer la distinción entre lo que se puede cambiar y lo que no, te transformará en una persona más feliz porque no solo podrás experimentar el aquí y ahora más plenamente, sino que también aprenderás a enfocar tu energía en lo que realmente importa. De esta forma serás mucho más productivo, eficiente y feliz.
Por lo tanto, la próxima vez que se preocupe lo suficiente como para sentirse abrumado y ansioso, pregúntese si tiene la oportunidad de controlar los eventos. Si es así, actúe al respecto. Si no es así, elimine esta preocupación, concéntrese en las cosas que puede cambiar.
2. Aceptar. Sin caer en la pasividad.
La mayoría de las personas tienen dificultades para aceptar eventos. Dentro de nosotros pensamos que aceptar es sinónimo de darse por vencido, aunque no lo sea.
De hecho, ¿alguna vez te has preguntado qué es lo opuesto a aceptar? Es negar. Y negar los hechos nunca es una buena idea, es tan inútil como negar que está lloviendo, simplemente no nos lleva a ninguna parte.
Evidentemente, esta negación se camufla, negamos los hechos a través de una simple palabra "debería". Entonces decimos, "no deberían haberme tratado mal", "no debería haberme pasado a mí" ... Siempre que usamos un "debería" lo que realmente estamos diciendo es que no aceptamos lo que pasó, negarlo porque anteponemos nuestras expectativas a la realidad.
Sin embargo, la negación es irracional y solo genera una resistencia innecesaria que genera ira, sufrimiento y angustia. Por eso, para ser feliz y vivir de forma más equilibrada es fundamental aceptar la realidad, aunque esto no signifique asumir un papel pasivo.
Por ejemplo, si llueve, acepta la lluvia. Negarlo no lo hará desaparecer. Pero no es necesario que te mojes, siempre puedes protegerte con un paraguas.
Para los estoicos, la aceptación no era sinónimo de resignación, significaba aceptar los hechos como son y luego decidir qué hacer al respecto. Los estoicos, como los profesores de filosofía oriental, nos enseñan que no debemos desperdiciar nuestras energías luchando contra cosas que están fuera de nuestro control, es más inteligente aceptarlas, seguir avanzando y ver cómo podemos usarlas a nuestro favor o, al menos, cómo minimizar el daño.
Por lo tanto, la próxima vez que las cosas no salgan como quieres, no niegues la realidad. Acéptelo y pregúntese qué puede cambiar.
3. Elija de quién será su hijo. Construye activamente tu "yo".
Puede parecer contradictorio, pero la verdad es que no importa lo que te hayan hecho tus padres, ahora estás a cargo de tu vida. De hecho, muchos de los problemas y preocupaciones surgen en tu mente, pero provienen de la forma de pensar y lidiar con la vida que te han inculcado. Pero ahora tienes el poder de cambiar la forma en que lidias con tales situaciones y, lo que es más importante, cómo te sientes al respecto.
No estás solo en el mundo, puedes aprender mucho de los demás. Hay grandes modelos a seguir, como el de Séneca, uno de los grandes pilares del estoicismo, que decía: "decimos que no elegimos a nuestros padres, que nos han dado por casualidad, sino que podemos elegir qué hijos queremos". quiero ser".
Esto indica que podemos romper con muchas de las limitaciones de nuestro pasado para construir la persona en la que queremos convertirnos. Siempre que decimos “siempre he hecho esto” o “soy así”, ponemos una excusa para no cambiar y mantener la situación actual.
De hecho, si planea su economía, sus próximas vacaciones y su vida social, ¿por qué no tomarse también un tiempo para construir la persona que quiere ser?
Entonces, cuando te encuentres en una situación difícil, te será útil preguntarte: ¿cómo reaccionaría la persona que admiro y he elegido como maestra de vida?
Con esta sencilla pregunta podrás salir de ti mismo, tomar la distancia psicológica adecuada y podrás ver las creencias irracionales que están alimentando el círculo vicioso en el que estás inmerso. Es un cambio que vale la pena hacer.
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