El trauma infantil es mucho más común de lo que la gente piensa. Una serie de estudios realizados por psicólogos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke reveló que el 78% de los niños informaron haber tenido más de una experiencia traumática antes de los 5 años. A los 6 años, el 20% había experimentado experiencias traumáticas que iban desde abuso sexual hasta negligencia emocional, exposición a violencia doméstica y pérdida traumática.
Sin embargo, aquellos que han experimentado un trauma infantil pueden estar sufriendo de estrés postraumático complejo (PTSD-C), un problema caracterizado por dificultad en la regulación emocional, percepciones distorsionadas de los abusadores, dificultades en las relaciones interpersonales, somatización y dificultad para dar un significado a vida.
Pero a menudo estas personas no saben que tienen un problema que se remonta a su niñez. Creen que han dejado atrás el pasado, pero esto los persigue desde el inconsciente.
¿Cómo afecta el trauma infantil a la formación de la identidad?
La formación de la identidad es un proceso complejo que dura toda la vida. La construcción de la identidad, incluido el sentimiento de ser lo suficientemente bueno, la capacidad de integrar armoniosamente las emociones y la razón, la conciencia básica del estado emocional, sentirnos seguros y saber quiénes somos realmente, está influenciada por el trauma infantil. Lo que sucede es que la supervivencia básica tiene prioridad sobre el desarrollo equilibrado del ego.
El trauma a una edad temprana puede cambiar el desarrollo del cerebro. En efecto, es bien sabido que un entorno en el que prevalecen el miedo y el abandono genera diferentes adaptaciones de los circuitos cerebrales, frente a un entorno en el que el niño se siente seguro, protegido y amado. Y lo peor de todo es que cuanto antes se experimenta esa angustia, el efecto suele ser más profundo y duradero.
Por lo tanto, a menudo la identidad de un adulto que ha sufrido un trauma infantil se organiza en torno a la necesidad de sobrevivir y alcanzar un nivel básico de seguridad en las relaciones con los demás. Esto lo lleva a un círculo vicioso en el que, por un lado, revive experiencias desalentadoras y traumáticas, y por otro, tiende a evitar las experiencias orientadas al crecimiento.
Las personas en esta situación se identifican mucho con un "yo traumático", a expensas de un sentido del yo más inclusivo y flexible. Se disocian de su entorno y de sí mismos desde el principio, como mecanismo de supervivencia, y pueden permanecer desconectados de sí mismos durante la infancia, la adolescencia o incluso en la adultez temprana, cuando dejan el entorno tóxico. En la práctica, continúan experimentando la necesidad de sobrevivir.
Frases que esconden una "identidad traumática"
1. La pérdida de la infancia: "No tuve infancia"
Cuando las personas tienen una infancia particularmente angustiosa, por lo general no pueden recordar gran parte de sus primeros años. Estas personas suelen decir: "No tuve niñez" o "No recuerdo mucho de cuando era niño".
Pueden recordar momentos particularmente vívidos, conocidos como "recuerdos flash", pero esos momentos no tienen contexto, por lo que no tienen mucho sentido para la persona. Es común que no tengan una historia muy clara de sí mismos como niños, hasta que alcanzan la adolescencia o incluso la adultez temprana.
En un sentido autobiográfico, carecen de lo que se llama “narración coherente”, no pueden contar su vida siguiendo un hilo lógico. De hecho, muchas personas incluso afirman que sienten que les han robado la infancia. Y sin esa base, la identidad del adulto se ve seriamente comprometida.
2. Partes perdidas de ti mismo: "Siento que me estoy perdiendo algo"
Debido al trauma infantil, los niños a menudo reaccionan desconectando partes importantes de sí mismos para sobrevivir, que es una especie de mecanismo de disociación. Estas personas suelen decir: "Siempre he sentido que me estoy perdiendo algo, pero no sé qué es".
El problema es que tienden a desconectarse de áreas sensibles, fortaleciendo otras esferas, como medida compensatoria para escapar del sufrimiento emocional. De esta forma, un niño con problemas en casa puede intentar convertirse en un alumno modelo.
Más adelante en la vida, puede descubrir que tiene grandes habilidades en ciertos campos mientras que otros permanecen completamente ocultos, generalmente los relacionados con las emociones, el autoconocimiento y las relaciones interpersonales.
3. Evítese a sí mismo: "Me siento mal pensando en mí mismo"
Muchas personas que han sufrido un trauma infantil dicen: "No me gusta pensar en mí mismo, simplemente me hace sentir mal". Este sentimiento es particularmente intenso cuando el trauma está relacionado con personas importantes y significativas en su vida, como padres o hermanos.
El problema es que el ejercicio de la introspección, el acto de profundizar, se convierte en un recordatorio de esas experiencias dolorosas, lo que implica que es necesario reconstruir la propia identidad, y muchas veces es mucho más fácil escapar de uno mismo que afrontar los problemas que tiene. sus raíces en un pasado tan lejano.
Estas personas pueden aprender a vivir desconectadas de su "yo", pero esto a menudo las lleva a comportamientos autodestructivos o una profunda insatisfacción, porque realmente no saben lo que quieren y no logran construir un plan de vida sólido.
4. Relaciones destructivas: "atraigo a personas que no me agradan"
No es raro que las personas traumatizadas por sus padres o cuidadores terminen estableciendo amistades, relaciones románticas o incluso relaciones laborales que no son buenas para ellos. Suelen decir frases como "atraigo a personas que no me gustan" o "parece que tengo un imán para las personas que me lastiman".
El problema es que estas personas se encuentran con personas que encajan con su identidad traumática, incluso cuando luchan por tomar decisiones diferentes o que otros les advierten que esas relaciones no son buenas. Esto genera un círculo vicioso de re-traumatización por repetición del pasado.
Como resultado, pueden terminar rodeados de personas emocionalmente no disponibles, violentas o narcisistas, o terminar tratando de salvar y "arreglar" a las personas con las que están en una relación, asumiendo el papel de "salvadores". Es obvio que estas personas quieren encontrar a alguien que les brinde la estabilidad emocional que necesitan, pero inconscientemente sienten una fuerte atracción hacia el abusador psicológico.
Los constantes traumas y decepciones les llevan a pensar que "es mejor estar solo". Su experiencia de relaciones destructivas los ha llevado a tomar una imagen pesimista de los demás, pensando que siempre los lastimarán.
5. Desconexión emocional de la identidad: "Las emociones son un obstáculo"
Cuando los sentimientos no tienen cabida en la familia de origen, quizás por tratarse de una familia disfuncional, las emociones se separan de la identidad. Si una persona ha crecido con frases como "llorar es débil" o ha sido castigada o reprendida cada vez que ha expresado sus emociones, no puede desarrollar un vínculo saludable con esta parte de su "yo".
Las emociones seguirán estando presentes, incluso si muchas personas se aferran a la creencia de que "no son emocionales" o que "las emociones son solo una molestia". Por ello, las emociones acabarán generando confusión y caos, ya que esa persona no podrá reconocerlas y manejarlas de forma asertiva, pues solo ha aprendido a esconderlas y reprimirlas.
El problema es que también necesitamos emociones para tomar buenas decisiones en la vida. La desregulación emocional nos desconecta de nuestra intuición, puede llevarnos a tomar decisiones impulsivas y dañar las relaciones con los demás.
Otros pueden describir una sensación de anestesia emocional porque solo pueden experimentar una gama limitada de emociones. De hecho, a menudo informan solo emociones vagas, como la frustración y el aburrimiento, porque no han aprendido a reconocer sus estados emocionales. También es común que bloqueen sentimientos como la insatisfacción, hasta que crezca enormemente, para luego estallar en una ira contenida que causa un daño enorme.
Voltea la página
Sin duda, las consecuencias del trauma infantil hasta la edad adulta son abrumadoras. Sin embargo, la persona puede reconstruir su identidad y regenerar ese "yo" traumatizado. Se trata de volver al pasado para aceptar experiencias dolorosas para que se integren en la historia de la vida y así poder realmente pasar página.
Hay dos claves básicas: 1. Comprender que ahora estamos a salvo y que ya no somos ese niño asustado y, 2. Asumir que, aunque somos adultos, es probable que continuemos procesando emocionalmente experiencias traumáticas como niños. Reconocer y asumir estas realidades es a menudo extremadamente liberador.
Recuerde que siempre es posible volver a conectarse con usted mismo, incluso si necesita eliminar varias capas, para reconstruir una identidad mucho más saludable. Sin duda, es un proceso difícil y es posible que deba buscar la ayuda de un psicólogo, pero invertir en usted mismo es lo mejor que puede hacer. No es necesario seguir cargando con el peso del pasado, que limita tu presente y oscurece tu futuro.