¿Cuántas veces nos ha asaltado el sentimiento de que lo que estamos haciendo no tiene sentido, es algo inadecuado, incorrecto o simplemente incómodo? Es como si de repente una voz dentro de nosotros comenzara a decirnos: “¿qué estás haciendo aquí? Esto no es lo que debería estar haciendo ahora ". De hecho, el aburrimiento también proviene de la sensación de que estamos perdiendo el tiempo haciendo algo inútil.
Cuando ocurre una o dos veces al mes no es un problema, pero si ocurre con frecuencia es muy probable que algo en nuestra vida no esté funcionando como debería. Si sentimos que estamos haciendo algo inapropiado es porque probablemente estamos involucrados en una actividad que no nos satisface. Puede que ni siquiera sepamos (al menos conscientemente) lo que realmente queremos hacer, pero estamos seguros de la tontería de lo que estamos haciendo aquí y ahora.
¿De dónde viene este sentimiento de aburrimiento?
Cuando éramos niños siempre había alguien que nos decía qué hacer. En casa solían ser nuestros padres, mientras que en la escuela los profesores. En ese entonces queríamos convertirnos rápidamente en adultos para que nadie nos dijera qué hacer. Y aquí estamos, somos adultos y nadie nos dice qué hacer, somos los arquitectos de nuestra vida diaria. ¿Pero lo somos realmente? La historia no es tan lineal como parece, en algún momento del camino se enreda.
Permítame un pequeño paréntesis.
La antropóloga Margaret Mead planteó una vez una pregunta capciosa muy interesante: ¿Cuál es la diferencia entre un ruso y un estadounidense?
El estadounidense tiende a fingir un dolor de cabeza para no participar en una obligación social que no lo satisface, mientras que el ruso, por el contrario, realmente necesita que le duela la cabeza.
¿Qué significa? Que el norteamericano miente (logra así escapar de la obligación, pero quizás sufre algún remordimiento), mientras que el ruso es capaz de autoinducirse el dolor de cabeza para permanecer en paz con su propia conciencia.
Así mismo, una vez que hemos crecido, nos ha pasado el control de nuestras acciones (que antes tenían padres y profesores), pero ahora es la sociedad la que nos da el dolor de cabeza. Es decir, se asegura de que cumplamos con todas las reglas y convenciones, incluso si nuestros padres o maestros ya no están allí para recordárnoslo.
Es un mecanismo de control tan perfecto que parece casi diabólico. El problema, sin embargo, es que de esta manera muchas personas nunca maduran y siguen siendo niños perennemente, dejando que la sociedad continúe controlando sus vidas, sin desarrollar nunca la autodeterminación. En lugar de hacer lo que realmente quieren, hacen lo que creen que deberían. Por eso no es de extrañar que en ocasiones aparezca la sensación de malestar, y con ello la duda de que no estás haciendo lo correcto.
¿Cómo lidiar con este sentimiento?
La mayoría de la gente no puede dejar una vida construida a lo largo de los años de la nada. Pero eso no significa que estés condenado a conformarte con él para siempre, puedes comenzar a dar pequeños pasos para eliminar ese sentimiento incómodo y reemplazarlo con un sentimiento de satisfacción y paz contigo mismo. ¿Cómo hacerlo?
Primero, determinando lo que realmente quieres hacer con tu vida. Hay muchas personas que no se han marcado metas y por eso muchas veces se dejan absorber por las categorías de los demás, se involucran en actividades que no les interesan y que les hacen perder energía y un tiempo precioso. Cuando haya establecido lo que quiere hacer con su vida, al menos
en el mediano plazo, será posible establecer una serie de objetivos que permitirán alcanzar este objetivo.
El segundo paso es organizar nuestras actividades diarias para incluir aquellas que realmente corresponden a nuestro plan de vida. No importa si al principio puedes dedicar solo 4 horas a la semana a estas actividades, posteriormente iremos aumentando gradualmente el tiempo para dedicarnos a las actividades que nos den placer.
Eso sí, para dar cabida a nuevas actividades primero será necesario reevaluar toda tu rutina diaria y eliminar todas aquellas actividades que no aporten nada. Sé que es difícil de poner en práctica, porque nos encantan los hábitos y las rutinas y todo lo nuevo nos asusta, pero te aseguro que una vez que comiences el viaje verás que vale la pena.