La lógica nos dice que si la información es útil, debemos prestarle atención, tomar nota de ella y actuar en consecuencia. Es irracional enterrar la cabeza en la arena por no querer ver información que nos pueda beneficiar o darnos alguna pista útil para el futuro. Pero lo hacemos a menudo. Nos negamos a ver la realidad.
Investigadores de la Universidad de Northwestern preguntaron a más de 2.300 personas si querían conocer diferentes tipos de información que podrían serles útiles en tres áreas: salud, finanzas y relaciones interpersonales.
El 32% de las veces las personas decidieron que no querían conocer la información. Los psicólogos concluyeron que en algunos casos evitamos activamente información que pueda ayudar o ser útil para mejorar nuestro futuro. ¿Por qué?
Elegir no saber
Ignorar es un verbo activo. Implica decidir de forma más o menos consciente de no querer saber, profundizar, buscar o comprender más. Hay dos razones principales por las que ponemos en marcha el mecanismo de la ignorancia motivada: la falta de control percibido y el costo hedónico.
Nuestra tendencia a evitar información potencialmente útil o beneficiosa aumenta a medida que disminuye nuestro sentido de "control percibido". Es decir, cuando creemos que no hay nada que podamos hacer para evitar la situación, preferimos ignorar alguna información, como la probabilidad de padecer una enfermedad genética grave.
Sin embargo, siempre podemos hacer algo, para que, al menos en teoría, toda la información sea útil, si sabemos utilizarla con prudencia. Si bien no siempre podemos cambiar los resultados, podemos cambiar el camino. Es posible que no podamos detener el curso de una enfermedad grave, pero podríamos mejorar la calidad de vida durante ese tiempo con el tratamiento adecuado.
Otra razón por la que aceptamos la ignorancia es el costo hedónico. Cuando creemos que la información afectará nuestro bienestar subjetivo a corto plazo, haciéndonos disfrutar menos del presente, tendemos a ignorarla, aunque cueste más en el futuro.
Descubrir que nos pagan menos que a otros colegas, por ejemplo, puede hacer que disfrutemos menos del trabajo, por lo que es posible que prefiramos no saberlo. Pero nuevamente, todo depende de cómo usemos esa información, ya que podríamos aprovecharla para conseguir un aumento o podría representar el empujón que necesitamos para buscar un trabajo diferente en el que sentirnos más satisfechos y realizados.
¿Cómo escapar de este prejuicio?
Evidentemente, no todos reaccionamos de la misma forma ante información de difícil manejo o potencialmente desestabilizadora. Se ha encontrado que las personas que aceptan mejor los riesgos y aquellas que están fuertemente enfocadas en el futuro tienen más probabilidades de prestar atención a la información útil, ya sea negativa o positiva. También lo son los que muestran una actitud más curiosa ante la vida y las personas más receptivas a puntos de vista opuestos.
Esto significa que podemos evitar la tendencia a ignorar lo que no nos gusta, incluso si se trata de información valiosa y útil.
El primer paso es reconocer que la ignorancia deliberada está en todas partes, incluso en nosotros mismos. Por ejemplo, cuando los investigadores preguntaron a los participantes si querían saber cuánto tiempo pasaban descansando en el trabajo, usando las redes sociales o charlando frente a la máquina de café, dos de cada cinco no querían saberlo. Además, uno de cada cinco no quería saber cómo sus colegas evaluaban sus fortalezas y debilidades.
El segundo paso es ser consciente de que todo depende de cómo usemos esa información. Vivir de espaldas a la realidad, tener un conocimiento limitado del entorno, hará que tomemos decisiones partidistas que nos llevarán a tener comportamientos desadaptativos.
Cerrar los ojos no hará que los problemas o adversidades desaparezcan, al contrario, es probable que estos sigan creciendo y acaben golpeándonos con más fuerza.
En cambio, debemos darnos cuenta de que la información es libertad, incluso si al principio puede ser difícil adaptarla a nuestra forma de pensar oa la trayectoria de nuestra vida.