No hay nada peor que cancelarte como persona. La persona que se cancela cree que no es digna de amor y respeto porque no se da a sí misma el amor y el respeto que necesita. No confía en sus habilidades.
Una persona que se cancela a sí misma se menosprecia, cree que no tiene nada que dar a los demás ni al mundo. No tiene la fuerza para luchar por sí misma porque se rindió temprano. Cree que no vale lo suficiente.
La persona que se cancela es incapaz de hacer valer sus derechos asertivos, por lo que acaba atrapado en relaciones de dependencia emocional en las que es manipulado o maltratado. Con una autoestima extremadamente frágil y una crítica interior despiadada, esa persona no puede llevar una vida plena en la que sentirse satisfecha.
El origen de la implacable crítica interior del cancelado
La persona que se cancela tiene un profundo problema de autoestima. La autoestima refleja cuánto nos amamos y valoramos a nosotros mismos. Sin embargo, no es una formación estática, sino que tiende a fluctuar a lo largo de la vida y también a lo largo del día. Cuando hacemos algo bien sentimos que podemos hacer todo, cuando cometemos un error nos sentimos inútiles.
Nuestra autoestima fluctúa porque los sentimientos que tenemos hacia nosotros mismos también dependen de las circunstancias y de nuestro desempeño. La autoestima depende en gran medida de cómo nuestro crítico interior asume retrocesos y fracasos. En algunas personas esa voz interior actúa como una especie de motivador que les ayuda a mantener una autoestima sólida a pesar de los errores, mientras que en otras actúa como un crítico despiadado que las cubre de regaños e insultos.
La voz interior crítica es un patrón de pensamientos integrado y relativamente coherente hacia nosotros mismos y hacia los demás. Ese crítico interior comienza a tomar forma en nuestras primeras experiencias de vida. De hecho, acaba afectando nuestra identidad. Así como las experiencias de amor, calidez y seguridad contribuyen a cultivar una imagen positiva de nosotros mismos; las experiencias negativas de crítica, castigo y culpa alimentan a un crítico interior implacable.
Este modelo de pensamiento crítico es un intento de dar sentido a las dolorosas experiencias que hemos vivido, nuestros reveses y fracasos. De estos contratiempos sacamos conclusiones sobre quiénes somos, cuánto valemos y cómo nos ven los demás. La persona que se anula piensa que toda la culpa es suya, independientemente de los factores contextuales. Así, desarrolla una actitud hipercrítica y autolimitante que alimenta la baja autoestima.
El lado curioso es que muchas de las actitudes críticas que asumimos tienden a provenir de actitudes negativas tomadas por nuestros padres, maestros y / o figuras de autoridad, así como de las interacciones de culpabilización con hermanos o compañeros. Los padres desdeñosos pueden hacernos sentir una carga y que no sabemos cómo hacer nada, mientras que los padres demasiado críticos pueden hacernos sentir imperfectos y hacernos pensar que nada de lo que hagamos será lo suficientemente bueno.
A medida que crecemos, estas actitudes permanecen en nuestra mente, formando nuestro crítico interior. Introyectamos el discurso pesimista y desmoralizador de los demás, asumiéndolo como propio. De hecho, es probable que muchas de las frases que nos repetimos cuando nos quejamos de un error o un fracaso no sean nuestras, sino que procedan de nuestra infancia o adolescencia.
Un crítico interior despiadado suele ser la acumulación de evaluaciones negativas que hemos recibido a lo largo de nuestra vida. Dar crédito a ese discurso tóxico y pensar que es real puede llevar a alguien a aniquilarse como persona.
La trampa del crítico interior: un círculo vicioso de dudas e inseguridades
La persona que se cancela a sí misma suele ceder el control a su crítico interior. Cada vez que se activa esa voz crítica, genera dudas, lanza dardos venenosos y hace evaluaciones cáusticas que sacudirían incluso la autoestima más fuerte.
Cuando una persona rechazada se mira en el espejo antes de salir de la casa, por ejemplo, su crítico interno podría decir: "Te ves terrible, ¿cómo estás vestido?" Antes de presentar un proyecto dirá: “No intentes esforzarte, será inútil. No podrás hacerlo bien ".
Por supuesto, la perspectiva del fracaso a menudo se convierte en una profecía autocumplida. El crítico interior activa dudas, inseguridades y ansiedades, por lo que cuando la persona se equivoca, continúa su ataque: “¡Te lo dije! No vales nada ".
Este diálogo interior, repetido día tras día, hasta la saciedad, puede llevar a alguien a aniquilarse como persona, haciéndole creer que realmente no valen nada o que no merecen ser amados. Esa voz palpitante en su cabeza se convierte en la única realidad, por lo que llega un punto en el que la persona deshecha ni siquiera cuestiona la veracidad de esas afirmaciones o considera cambiarlas.
En realidad, la trampa del crítico interior es devolver a esa persona, de cierta manera, a su infancia oa esos momentos de fracaso, vulnerabilidad e impotencia en los que no contaba con las herramientas psicológicas para defenderse y simplemente aceptaba la retroalimentación negativa de las figuras de autoridad.
En la práctica, la crítica interior le hace revivir el rechazo y la crítica, activando sentimientos que le impiden analizar desde una perspectiva lógica y madura lo que está sucediendo. Esto cierra a la persona que se cancela en un ciclo que lo lleva a cancelarse aún más.
¿Cómo dejar de aniquilarte como persona?
Todo el proceso que hace que el crítico interno haga que alguien se cancele a sí mismo suele ser inconsciente. La persona no es consciente de que la crítica que se dirige a sí misma no es suya, ni es consciente de los sentimientos primarios que se desencadenan. Así se perpetúa el círculo vicioso.
La buena noticia es que comprender ese mecanismo es el primer paso para romperlo. Existen varias técnicas de defusión cognitiva para liberarnos de nuestro "dictador interno". Un buen ejercicio es buscar el origen de las críticas negativas que abordamos o volver atrás para averiguar quién nos hizo sentir así. No se trata de buscar culpables que se hagan cargo de nuestras inseguridades, sino de romper la influencia que estas figuras autoritarias siguen teniendo en nuestro pensamiento, nuestras decisiones y nuestros comportamientos.
A partir de ese momento podemos empezar a reconstruir nuestro diálogo interior. El segundo paso es construir afirmaciones que nos ayuden a lograr nuestras metas en la vida y a valorarnos a nosotros mismos, en lugar de aniquilarnos como personas. Para hacer esto, un ejercicio es analizar cuidadosamente nuestras declaraciones críticas más comunes y preguntarnos: ¿Esto me ayuda a lograr mis objetivos? Si la respuesta es no, debemos reemplazarla con una afirmación que nos ayude a crecer, que nos motive a hacer realidad nuestros sueños.
Por último, pero no menos importante, debemos llevar a cabo este proceso de reestructuración del crítico interno comenzando por la compasión. Para desactivar a un crítico interior despiadado, no es necesario combatirlo, solo detectar cuándo se activa, entender de dónde viene, apartar y enfrentar el comportamiento que perpetúa. Y no podemos hacer todo esto sin el tercer paso: la autocompasión.
Desquitarse con la voz que nos critica no tiene sentido. En cambio, es más útil vernos a nosotros mismos como un niño pequeño que necesita comprensión y afecto. La autocompasión implica ser amables con nosotros mismos, especialmente cuando cometemos errores. Implica ser comprensivo, conectarnos con nuestro sufrimiento y redirigir la bondad hacia nosotros.
La autocompasión nos permite relacionarnos con nuestro crítico interior con empatía porque nos ayuda a entender que no es un enemigo, sino que quiere "ayudarnos", solo que no sabe o no ha aprendido a hacerlo correctamente. Para que podamos conocernos y convertirnos en la persona que queremos y podemos ser.
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