El destino existe? Es una pregunta que me atormenta, muchos la han hecho con la secreta esperanza de que se les ofrezca una excusa para creer en un futuro mejor o quizás quién sabe, solo buscan una razón que justifique sus derrotas. Yo siempre respondo siguiendo el estilo socrático, ya que creo que, íntimamente, todo el mundo quiere que un psicólogo confirme sus creencias. Entonces, me disculpo de antemano si estas reflexiones divergen de las ideas sobre el destino que alimentan a muchas de las personas que me hicieron la pregunta.
Sin embargo, es de vital importancia establecer lo que entendemos por la frase: "destino de la vida", que generalmente se refiere a la organización predeterminada de eventos en la vida de la persona de tal manera que hay un final predeterminado.
Entonces, si hay un final predeterminado para nuestras vidas, esto se puede predecir. El destino se convierte en tierra fértil para adivinos, adivinos y otras figuras representativas del mundo esotérico.
Aparece la profecía, que encuentra sustento en el poder de la sugestión
Recordemos siempre el Teorema de Thomas que establece que si las personas definen una situación como real, independientemente de si lo es o no, será real en sus consecuencias. Así aparece la profecía, y se alimenta de sí misma, y no importa si una situación de partida es falsa, ya que genera una serie de comportamientos que la validarán desde el principio. Si un adivino nos dice que estamos destinados a casarnos con una persona de cabello claro, probablemente inconscientemente evitaremos a las personas de cabello oscuro y seremos más abiertos a aquellas personas que responden fenotípicamente a la descripción de la adivina.
Giramos la moneda para ver el otro lado. ¿Qué sucede si miramos el destino desde una perspectiva más científica?
Primero, el término profecía se convertirá en predicción. Destino se convierte en unión de causas y efectos, lo anterior y lo consecuente, por tanto, también se puede prevenir. De hecho, no hay nada más habitual en el trabajo diario del psicólogo que predecir las reacciones de sus pacientes. Quién sabe, tal vez todos sepamos un poco sobre el destino, cuando conocemos bien a una persona podemos predecir muchos aspectos de su vida ... Todos somos analistas natos, más o menos capaces, más o menos precisos y nuestras predicciones dependen de la cantidad de determinantes que conocemos sobre la persona.
Cuanto más conozcamos al personaje, las peculiaridades de la personalidad, los detalles de la infancia y la adolescencia, el grupo de amigos… más certera será nuestra predicción.
Podemos decirle a un niño: “si sigues estudiando así te convertirás en un profesional de éxito”. Sin embargo, incluso si la predicción se cumple, nadie nos etiquetará como "adivino" o "profeta". ¿En qué se diferencia esta predicción de las profecías? En el hecho de que tiene un carácter lógico, racional y está exento de poder sugestivo.
La diferencia fundamental entre causalidad y azar radica en la "u". Lo que es aleatorio carece de causa, mientras que las causas de algo rara vez son aleatorias.
El problema radica en que, si asumimos la existencia del destino, también asumimos que gran parte de nuestra vida transcurre regida por quienes manipulan los hilos que escapan a nuestro entendimiento e incluso de los que desconocemos. Así, los límites de nuestra responsabilidad terminan en nosotros mismos y se desvanecen. ¿Cómo podemos ser responsables de algo que no controlamos?
Cuando no conocemos nuestro futuro, la incertidumbre genera estrés, miedo, ansiedad y neurosis. Si conocemos nuestro futuro, las certezas producen crisis existenciales, exceso de confianza y fatalismo.
Entonces es mejor entender el destino como la unión de múltiples factores de origen individual, social, genético y cultural, que nos hacen tomar una decisión y no otra. Sartre hizo un resumen magistral: "somos lo que sabemos hacer con lo que la gente hace de nosotros.
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