Algunas personas reemplazan la palabra "lo siento" con una disculpa. Estas personas, además de tener una baja inteligencia emocional, descuidan el poder inherente del perdón para acabar con los malentendidos y retomar las relaciones.
Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
"Disculpe" no es solo una palabra; De hecho, es el ingrediente mágico para cualquier relación.. Gandhi decía que el perdón es atributo de los fuertes, porque de alguna manera, pronunciar estas palabras en voz alta requiere grandes dosis de coraje, humildad y fortaleza para admitir los errores cometidos.
Ciertamente, el ser humano carece de la competencia adecuada en materia de perdón. Relacionamos el concepto de perdón con las situaciones más graves, donde las palabras son necesarias para sanar heridas, para facilitar la posibilidad de pasar página y seguir adelante. Sin embargo, saber disculparse es en realidad un acto que deberíamos hacer más a menudo en nuestra vida diaria.
Frases como “perdón por no cumplir tu promesa, por solicitar algo que no era de tu competencia, perdón por contestarte mal, por no llamarte cuando lo necesitabas, etc.”, describen exactamente las situaciones en las que sería útil saber cómo usar esta palabra mágica. La psicología del perdón nos dice que el simple acto de decir "lo siento" es la piedra angular de las relaciones humanas y, como tal, deberíamos hacer un mejor (y mayor) uso de ella.
«Cuando perdonas, sueltas tu alma. Pero cuando dices "lo siento", liberas dos almas.
-Donald L. Hicks-
"Disculpe", una palabra de gran poder
Los malentendidos son parte del paisaje social. A veces, malinterpretamos las cosas o hacemos juicios equivocados. Otros tiempos, descuidamos sin querer a quien más valoramos, porque damos por sentado que no importa, que no se ofendan los que nos aprecian... Sin embargo sucede, y ahí surge el malentendido y la decepción.
Podríamos poner mil ejemplos de situaciones comunes donde surgen pequeñas discrepancias. Sin embargo, debemos ser claros, pequeños malentendidos no resueltos y acumulados terminan formando una montaña más grande. Por ese hueco que se crea cuando descuidamos una relación, también se puede colar la confianza, la reciprocidad y hasta el cariño.
Un "perdón" dicho a tiempo salva amistades, amores, compañeros y hasta el respeto de nuestros hijos. Sin embargo, hay gente que no sabe usar esta palabra, y más aún, gente que no duda en sustituirla por cientos de justificaciones. Para tales mentes, el perdón es sinónimo de debilidad. Para un carácter altivo, lo mejor es "salvar las apariencias" usando mil excusas para justificar el fracaso, el resentimiento o el descuido.
"Lo siento", sé que te he defraudado y no volverá a suceder.
En psicología es común hablar de la necesidad de saber perdonar. La mayoría de la gente sabe que suele ser muy difícil perdonar a alguien que nos ha hecho daño. Un aspecto del que no se habla tan a menudo es la dificultad de dar el primer paso y disculparse.
Lo creas o no, es complicado, porque requiere el uso de dimensiones importantes como la empatía, el reconocimiento del daño causado, el valor para dar el primer paso y, lo que es más importante, unas adecuadas habilidades sociales.
Una cosa que debemos tener en cuenta es que un “lo siento, lo siento por lo que pasó” no ayuda mucho a menos que sea seguido por un cambio de conducta. Pongamos un ejemplo: un padre se disculpa con su hijo por no cumplir una promesa.
El niño puede aceptar la disculpa de su padre, pero si las promesas hechas son repetidamente violadas, el perdón pierde su sentido. Conviértete en aire caliente, son solo palabras vacías. Además de valentía y responsabilidad, también son necesarias conductas encaminadas a remediar lo sucedido.
Gente que nunca se disculpa: ¿qué podemos hacer?
Es posible que muchos de nosotros conozcamos personas que son incapaces de pronunciar un "perdóname" o un "perdón". Esperamos, o más bien queremos esperar, que en algún momento se decidan a dar este paso. En cambio, lejos de hacerlo, asumen actitudes más altaneras, haciéndonos creer que la culpa es nuestra o que lo que pasó no es importante.
¿Qué podemos hacer en estos casos? En primer lugar, debemos entender qué hay detrás de estos perfiles. Sabemos que cualquiera que insista en no disculparse por sus acciones esta protegiendo su autoestima. De lo contrario, entrarían en conflicto con la imagen que quieren proyectar, ya que consideran el acto de disculparse como sinónimo de debilidad y falibilidad; una forma de perder la confianza de los demás y, de paso, también de la persona perjudicada.
No es fácil vivir con alguien que asocia admitir la culpa con la debilidad. Si este comportamiento persiste, si no se resuelve esa brecha en la inteligencia emocional, viviremos en un constante estado de frustración y sufrimiento.
Vivir con alguien que reemplaza un "perdón" con cualquier justificación no es saludable. Por otro lado, no podemos obligar a nadie a disculparse, porque ese paso debe surgir del corazón y de la necesidad genuina de deshacer el daño causado. Reflexionemos sobre este aspecto: saber disculparse es una habilidad que se debe enseñar desde pequeños. Después de todo, pocas palabras son tan relevantes en nuestra vida diaria.