Última actualización: 24 marzo, 2022
Cada día más humanos, menos perfectos y sin embargo más felices. Conviértete en tu propia medicina, la más importante. Tal vez sean los años, pero al final entendemos que venimos a esta vida a "ser" y "dejar ser".
Porque no vale perderse en los demás para dejar de ser uno mismo, ya que quien nos quiere solo si nos mostramos diferentes simplemente no me quiere.
Suele decirse que “no hay mayor sabiduría que conocerse a uno mismo”. Es cierto, pero es aún más sabio quien, conociéndose a sí mismo, establece una fuerte alianza con su propio ser para llegar a la meta en la que estar en paz consigo mismo.
Como el conocimiento sin la acción no tiene sentido, no es más que un capricho.. Porque quien conoce sus dolores debe encontrar el coraje para aliviarlos.
Estoy despierto por dentro y por fuera, soy mi propia medicina, mi talismán, un corazón rebelde que ya no quiere amores cautivos. Soy más humano, menos perfecto y más feliz. Lo suficientemente valientes para amarnos todos los días, libres de esas pequeñas mentes que dicen que mis sueños son demasiado grandes.
Puede parecernos extraño, pero a menudo en el campo del crecimiento personal hay quienes dicen que se nace dos veces. La primera cuando venimos al mundo, la segunda cuando descubrimos por primera vez el dolor, la pérdida, la fractura de lo que hasta entonces habían sido nuestros cimientos.
El sufrimiento es a veces el preludio de un nuevo renacimiento. Donde es necesario convertirse en curanderos de uno mismo, hábiles artesanos con los dedos que reparan y curan sus propias heridas invisibles. La lección que recibimos no se olvida, nos convierte en el hermoso ser que somos ahora.
Menos perfecto, más sabio
Las mujeres están casi siempre sujetas a cánones sociales que les exigen excelencia. Hay que ser buenas hijas, buenas esposas, madres perfectas y, por supuesto, deben cuidar ese aspecto que prohibe las arrugas, las estrías, la celulitis y los kilos de más.
NA pesar de todo, siempre tienes una mala imagen de ti mismo.. Basta con hacer una pequeña prueba: pongamos “autoestima mujer” en el buscador e inmediatamente encontraremos miles de espacios destinados a ofrecer estrategias al respecto.
Las mujeres suelen ser definidas como "frágiles", "guerreras" y luego afectadas por el síndrome de Wendy y nuevamente como ejemplos de lucha diaria y como pilares de las familias en la vida cotidiana.
Es como si la sociedad de alguna manera jugara a definirlos, cuando en realidad las mujeres saben muy bien quienes son, lo que quieren y cómo pueden conseguirlo. Sin embargo, los entornos sociales suelen poner numerosas barreras a estas aspiraciones. Solo cuando uno se rebela orgullosamente contra estos patrones se puede lograr la verdadera felicidad.
Cada día más humanos y la dura lucha por la felicidad
En un interesante estudio realizado por la Asociación Americana de Mujeres Universitarias se indica un dato interesante: la mayoría de las mujeres ven reducida su autoestima cuando llegan a la adolescencia.
Cuando cumplen 15 o 16 años, muchas niñas priorizan el placer de otras personas para encajar en sus respectivos contextos sociales. Sin embargo, para "complacer" es necesario adaptarse a ciertos patrones estéticos y de comportamiento. La autoestima, por supuesto, se desgasta durante este tiempo.
Lo curioso es que los jóvenes también pasan por este período de investigación, de exploración de su propia identidad y de ruptura con su propio concepto de sí mismos, en muchos casos.
Sin embargo, como explica el psicólogo Jean Twenge, a menudo ocurre una categorización incorrecta respecto a la mujer y su "eterna baja autoestima". Y esto es completamente falso.
Las mujeres y sus fortalezas personales.
En su libro Mujeres: el primer sexo. Cómo las mujeres están cambiando el mundo, explica la antropóloga y bióloga Helen Fisher lo que una mujer no nace, se convierte.
Cuando nos percibimos imperfectos en un sentido positivo y autorizados a ser nosotros mismos, emergen muchas de nuestras fortalezas:
- Durante la adolescencia es común dejarse llevar por los caprichos de los demás, pero ser joven es básicamente no saber elegir. Poco a poco aparecen los filtros, la solicitud externa e interna. Se refuerza la identidad y sabemos perfectamente lo que nos gusta y lo que no.
- La mujer de hoy no es una Wendy que desea cuidar de Peter Pan. La mujer de hoy ya no cree en cuentos de hadas ni quiere hombres inmaduros que no quiere crecer. Se ama a sí misma, confía en su intuición, en sus instintos y se considera digna de hacer realidad sus sueños.
- Si bien es cierto que el las mujeres tienden a sufrir más ansiedad o depresión que los hombres, disponer de mejores recursos personales y psicológicos para afrontar la situación y salir fortalecidos.
Cada día más humanos y felices
A lo largo de la historia, las mujeres han aprendido a buscar dentro de sí mismas, como verdaderas hechiceras de la sabiduría ancestral. Entienden de ciclos, renacimientos, pérdidas y victorias, se dejan llevar y saben recibir.
No son criaturas frágiles, cada mujer está hecha de hojas iluminadas por el sol y raíces crecidas en las peores tormentas.