El establecimiento de metas (o la determinación de metas) es uno de los pilares principales de quienes practican el crecimiento personal y la productividad. Probablemente esté fuera de discusión que si queremos llegar a alguna parte, primero tendremos que decidir adónde queremos ir.
Así, un estudio que se repite hasta el agotamiento para demostrar la necesidad (obligatoriedad, inevitabilidad) de los objetivos es el que lleva a cabo la Universidad de Yale, según el cual se preguntó a algunos estudiantes si solían anotar cuál era su objetivo. objetivos escrito. Como puedes imaginar, solo el 3% de estos estudiantes tenían este hábito. Después de 20 años estos estudiantes fueron entrevistados nuevamente y se encontró que este 3% eran mucho más ricos que todos sus compañeros. Personalmente, creo que anotar tus objetivos en una hoja de papel o simplemente tenerlos en cuenta no cambia mucho. Además, aunque este estudio puede resultar muy motivador, lo cierto es que nunca se desarrolló, según el investigador Lawrence Tabak, quien se encargó de confirmar la autenticidad de algo que era solo una leyenda urbana para dar fuerza científica a algunos. cursos de crecimiento. En este punto me permito hacer una digresión neuropsicológica: en nuestro cerebro existe un Sistema de Atención que actúa como Supervisor y que nos permite reconocer una voz familiar, borrar toda información totalmente inútil para la tarea que estamos realizando o sobre el al contrario, guárdelo en la memoria. En definitiva, es un sistema que muchas veces funciona de forma automática y que nos permite llegar al punto que queremos controlando diversos factores; obviamente, en este punto es fundamental determinar los objetivos para indicar a este sistema en qué dirección mirar. Un poco como sucede con el motor de búsqueda de Google. Sin embargo, tener un objetivo en mente y poder hacerlo realidad son dos cosas completamente diferentes. Por eso, a veces sería mejor no tener metas. Dejame explicar; A veces las metas, lejos de mantenernos enfocados, se convierten en límites reales para nuestro potencial mientras nos esforzamos por lograrlas perdiendo de vista el camino de nuestra vida en su totalidad, y olvidando que las metas son solo herramientas que nos guían en la investigación y que puede cambiar en relación con las condiciones que nos rodean. Por supuesto, no tener metas no significa no hacer nada sino al contrario, intentar desarrollar una pasión y dedicarnos por completo a ella. Asumir las actividades diarias como algo que nos satisface y no como tareas que necesariamente hay que realizar. Entiendo que es difícil encontrar una pasión pero estoy convencido de que todos tenemos un pequeño motor interno que nos empuja en una dirección determinada. Entonces, una vez que hayamos encontrado esta pasión, simplemente tendremos que seguir algunas reglas simples: 1. Empiece por la parte más sencilla y tómatelo con calma. Cuando estamos supermotivados, normalmente queremos alcanzar la meta muy rápidamente. Desafortunadamente, la prisa es un mal consejero y no hay un viaje que no haya comenzado con la planificación y el primer paso primero. Tendremos que empezar poco a poco, dando vida al sueño de forma paulatina y progresiva sin dejarnos llevar por la desesperación. Recordemos que el hormigón es tan importante como la estructura. 2. Démonos espacio para crecer. Tal vez al principio su pasión sea simplemente un pasatiempo, pero con el tiempo probablemente pueda convertirse en su principal fuente de ingresos. Sea lo suficientemente flexible para permitirse crecer, asumir riesgos y poder alcanzar sueños que van más allá de lo que se propuso hacer. No se detenga en el camino si lo que ve más adelante es más motivador. 3. Dese espacio para divertirse. Poner pasión en una actividad es maravilloso pero también es necesario encontrar espacio y tiempo para las relaciones interpersonales, los amigos, la familia. Aprender a relajarse y respirar aire puro es fundamental para disfrutar del viaje. 4. No planifique a largo plazo. Mucha diversión, la vida cambia el contexto en el que nos encontramos y por eso los planes a largo plazo ya no son factibles, solo nos daremos cuenta de que hemos perdido un tiempo precioso. 5. Errar es humano. Todos cometemos errores tarde o temprano, no podemos asumir una actitud perfeccionista que solo tendría el efecto de inmovilizarnos y hacernos sentir culpables. Tendremos que asumir que los errores son oportunidades para aprender y mejorar. Cada vez que comienzo un nuevo proyecto estoy convencido de que me equivocaré en algo pero al mismo tiempo estoy convencido de que superaré la caída y seguiré avanzando con más fuerza y más experiencia. Hay que decir que si bien estas reglas son bastante generales y aplicables a casi todos los proyectos, lo más importante es que cada persona tome su propio camino y desarrolle una estrategia personalizada que le permita dar lo mejor de sí mismo con el menor costo psicológico. . Recordemos una frase de Serrat: “¡caminante no hay camino, el camino se hace caminando!”.