Las expectativas pueden pesar como una roca en el camino de la vida de cada persona. Por el contrario, aquellos que no esperan nada ganan su libertad.
Última actualización: 03 de junio de 2020
En términos generales, solemos esperar que los eventos sucedan como nos gustaría. Creamos expectativas sobre cómo deben ir las cosas y cómo deben ser los demás con nosotros. Por ejemplo, esperamos que alguien reaccione positivamente a algo que decimos o hacemos. O esperemos que no llueva justo cuando tenemos un viaje planeado. Sin embargo, ¿con qué frecuencia nos decepcionamos de una situación o persona? ¿Cuál es el secreto para no tener tales experiencias y dejar de sufrir? Sencillo: no esperes nada. Quien nada espera, nada pierde.
Si bien puede parecer un poco desalentador, podemos reformular el concepto de manera diferente. Es mejor que no crear expectativas, porque eso conlleva un gran poder. Pero no te sugerimos que te quedes holgazaneando en el sofá, mirando pasivamente la vida.
En absoluto: nos referimos a algo mucho más activo y dinámico. Estamos hablando de trabajar en la mente, para no crear falsas esperanzas o ideas equivocadas. Pero, ¿por qué es tan importante? Porque quien no espera nada se deshace de las decepciones. Pero vamos en orden...
Los que no esperan nada ya lo tienen todo
¿Cómo no podemos esperar algo? ¿Es posible vivir sin expectativas? Más o menos todos se aferran a la idea de cómo debería suceder lo que está por suceder. La clave está en el concepto de "aferrarse". Cuando nos aferramos a una idea, es mucho más probable que suframos si no se materializa. ¿Pero entonces? ¿Qué hacer?
La respuesta está en despegarnos de un resultado concreto. Por ejemplo, si esperamos que alguien haga algo por nosotros, pero nos defrauda, sufriremos. Por tanto, si por el contrario nos mantenemos abiertos a la posibilidad de que la expectativa se cumpla o no, estaremos barajando inconscientemente ambas opciones.
Los budistas afirman que todos intentan ser felices, pero solo unos pocos descubren el camino correcto. Mientras buscamos nuestra felicidad, podemos lastimar a otros. Incluso sin querer: es una posibilidad.
El budismo se prepara para aceptar que alguien pueda defraudarnos o defraudarnos; aceptar que nuestros planes no saldrán como esperamos y aceptar que nuestras expectativas pueden desmoronarse, como las de un jarrón que se rompe contra el suelo. Sus enseñanzas son tan profundas que aceptar que algo que creías puede no suceder no se vive como un drama, sino como una liberación.
Esta liberación consiste en tomar las riendas de la propia felicidad y no dejarla en manos de acontecimientos externos. Quien no espera nada de un evento o de otra persona, lo tiene todo. Sabe que tiene que evaluar (y aceptar) todas las eventualidades posibles. Y no sólo el favorable.
Si nuestro amigo cumple su promesa, el respetar la expectativa nos traerá alegría. Por lo demás, lo habíamos previsto, por tanto un escenario que no tiene nada de dramático. Siempre debemos tener en cuenta que nosotros también, al menos una vez, hemos defraudado las expectativas de los demás.
Libérate de las decepciones
Liberémonos del sufrimiento causado por la rigidez mental. La vida, el destino, la existencia o como quieras llamarlo, no siempre se revelará de la forma esperada.
Mucha gente repite frases como "nunca aprendo la lección" o "no hago más que acumular decepciones, una tras otra". Ahora bien, ¿cuántas veces has esperado algo de alguien? Las quejas y arrepentimientos se suman al infinito por todo lo que no va como "debería".
El quid de la cuestión es entender que las cosas van como deben ir y no como queremos que vayan. Cuando hay un desajuste entre la expectativa (a menudo irreal o injustificada), surge el sufrimiento.
“Para no tener que afligirme y preocuparme por el calor, el frío, la lluvia y el viento, las enfermedades, los encarcelamientos, las palizas. De lo contrario, mi preocupación solo empeorará mi condición".
-Shatideva-
Aun así, es obvio, pasaremos a recibir algunas decepciones, pero las consecuencias emocionales de estos episodios ya no serán tan dolorosas. Además, podríamos usar la situación a nuestro favor. ¿Cómo?
En un lado, aprenderemos a aceptar a los demás sin proyectar en ellos la expectativa de cómo queremos que sean. En segundo lugar, si queda claro que sus comportamientos están destinados a lastimarnos, tal vez sea hora de cortar las relaciones con ellos.
Todo es posible
Lama Rinchen, un maestro budista, dice que "la posibilidad de que las cosas sucedan de la manera que no queremos que sucedan es mucho mayor que la forma en que las esperamos". Utilizando este sencillo aforismo, nos invita a reflexionar sobre si realmente tenemos tanto poder para poder controlar cualquier situación, evento o manifestación en la vida real.
Rinchen acepta la interpretación de que todo es posible. Al mismo tiempo, sugiere elegir este enfoque como el principal, propio y personal.. Si todo es posible, seremos más propensos a aceptar que pueda surgir lo inesperado.
“Somos víctimas de nuestras aflicciones mentales, los verdaderos enemigos de la paz y la serenidad. Estas aflicciones, que son el apego excesivo, el odio, el orgullo, la codicia, etc. - eran estados mentales que nos provocan conductas que provocan todas nuestras infelicidades y sufrimientos. […] La mayoría de nuestros problemas, y que en última instancia nos creamos nosotros mismos, en última instancia derivan de esas emociones negativas”.
Dalai Lama
Para aquellos que no esperan nada, todas las opciones parecen posibles. Al hacer esto, estaremos más abiertos a lo que realmente podría suceder. Proyectar una idea o una esperanza al futuro puede ser bueno para llenarnos de energía y optimismo, aunque seamos conscientes de que el epílogo casi nunca estará alineado con las expectativas.
Un aspecto decisivo para erradicar definitivamente el sufrimiento que proviene de las expectativas frustradas es dejar descansar la mente. Como dice el monje budista Thich Nhat Hanh: “Debemos aprender el arte del descanso, dejando que el cuerpo y la mente se relajen. Si tenemos heridas abiertas en el cuerpo o en la mente, lo correcto será descansar para que puedan sanar”.