Probablemente todos aquellos que han tenido la oportunidad de relacionarse con los adolescentes han pensado que de alguna manera sus cerebros no son similares a los de los adultos. Y ciertamente esto no es del todo falso.
Investigadores deinstituto Salud Mental Nacional de los EE. UU. ahora terminan de apoyar esta popular hipótesis utilizando como evidencia los resultados de la resonancia magnética funcional a la que se han sometido adolescentes y adultos. El análisis se centró enamigdala que, como sabemos, es el principal centro emocional del cerebro. La amígdala desempeña funciones importantes en la consolidación de la memoria y en el proceso de aprendizaje pero quizás su papel más importante se refiere al procesamiento de los estados emocionales: sería un área de atención en la que se evalúa el estado actual de la persona en relación con su entorno y sus necesidades, activando determinadas respuestas de alarma ante lo percibido. Normalmente, la corteza prefrontal evalúa la fiabilidad de estas respuestas rápidas de origen predominantemente emocional regulando la expresión en la conducta. Pero esa es solo la teoría. ¿Dónde está la diferencia entre jóvenes y adultos? Los patrones neuronales que transmiten información sensorial directamente a la amígdala a través de la corteza muestran una mayor plasticidad en los jóvenes. Además, los adultos poseen una especie de interruptor que les permite sacar la corteza para regular y controlar la excitación delamigdala y finalmente, regular el comportamiento emocional. En otras palabras, los jóvenes son más impulsivos y responden profundamente emocionalmente a los estímulos ambientales porque su cerebro no es lo suficientemente maduro para poder dirigir comportamientos con la participación de la corteza prefrontal cuando sus capacidades son requeridas. En los adolescentes, sin embargo, las áreas subcorticales juegan un papel predominante en la regulación del comportamiento y la amígdala se hace cargo cuando las áreas de "pensamiento" no intervienen. Por supuesto hay que destacar que en algunas ocasiones los adultos reaccionan de la misma forma que los adolescentes, en este caso la amígdala anularía la regulación prefrontal. Este es un comportamiento que también se puede encontrar en personas que han sufrido daño prefrontal.