No solemos prestar mucha atención a nuestro diálogo interno, pero la forma en que nos referimos a nosotros mismos determina nuestra capacidad para afrontar los problemas, condiciona nuestras decisiones y cómo nos sentimos.
Las conversaciones que tenemos con nosotros mismos nos definen, tanto frente a los demás como dentro de nosotros. Los problemas que nos obsesionan y las palabras que elegimos terminan configurando nuestra realidad, una realidad que puede ser más o menos limitada y desoladora según el rumbo que tomen nuestras autoafirmaciones.
Por supuesto, pensar que seremos capaces de afrontar un desafío no es garantía de victoria, pero decirnos a nosotros mismos que no tendremos éxito es sin duda una garantía de fracaso. Es por eso que vale la pena enfocar la atención hacia adentro y comenzar a cuestionar nuestro diálogo interno, especialmente si usamos un lenguaje limitante y nos enviamos mensajes dañinos que pueden dañar nuestra salud mental.
¿Qué es el diálogo interior?
El diálogo interior son nuestros pensamientos, esa voz dentro de nuestra cabeza que comenta todo lo que nos pasa sin detenerse jamás, consciente o inconscientemente.
Usamos la palabra "diálogo" y no "monólogo" porque nuestra voz interior tiende a explotar la capacidad de nuestra mente para dividir e imaginar un interlocutor. De hecho, según el psicólogo holandés Hubert Hermans, nuestro "yo" está formado por una multiplicidad de "posiciones hacia nosotros mismos" que tienen la posibilidad de comunicarse entre sí asumiendo una distancia psicológica.
¿Cómo recarga el diálogo interior nuestra batería emocional?
Un estudio realizado en la Universidad de Pensilvania analizó el impacto de las autoafirmaciones, ese diálogo interno que mantenemos continuamente con nosotros mismos. Los investigadores pidieron a los participantes que recordaran varias experiencias importantes de su vida. Por eso, algunos han tenido que centrarse en un momento especialmente positivo en estas situaciones.
Los neurocientíficos han descubierto así que cuando pensamos en una situación agradable y significativa se activan en nuestro cerebro áreas relacionadas con la recompensa, algo que no ocurre cuando pensamos en situaciones insignificantes o con impacto negativo. Esto significa que el simple hecho de centrarse en experiencias agradables y significativas provoca un cambio positivo en el funcionamiento del cerebro que puede tener enormes repercusiones en la forma en que lidiamos con los problemas y en nuestra vida.
Pero lo más interesante del experimento es que cuando los participantes pensaban en situaciones futuras agradables, se activaban las áreas del cerebro vinculadas al ego, transformándose así en una fuente de energía emocional positiva. Por tanto, si estamos pasando por un mal momento, en lugar de quejarnos de lo que hicimos mal o pensar que nunca solucionaremos el problema, un diálogo interior más positivo nos permitirá recargar nuestras pilas emocionales.
De hecho, todo parece indicar que las autoafirmaciones positivas son efectivamente una forma de preparar nuestro cerebro para regular las emociones negativas que podemos experimentar ante una situación que nos estresa. Al activar áreas como la corteza prefrontal ventrolateral y la corteza cingulada anterior, que están vinculadas a la regulación de las emociones y facilitan decisiones difíciles, estamos sentando las bases para abordar mejor los conflictos que se avecinan, descubrieron investigadores de la Universidad de Columbia.
Para protegernos de los efectos nocivos de la adversidad, debemos activar un diálogo interno constructivo
El diálogo que mantenemos en nuestra mente nos permite abordar mejor los problemas, encontrar posibles soluciones e identificar sus consecuencias. Cuando volvemos varias veces a una situación que nos preocupa, a veces de forma automática, es nuestra mente la que está intentando salir del enredo en el que nos encontramos. De hecho, el diálogo interior surge de la necesidad de analizar lo que nos pasa, de comprender y dar sentido a nuestro mundo, tanto interior como exterior.
La mayoría de las veces el diálogo interior se aleja de su función principal y acaba creando más problemas de los que resuelve, generando malestar emocional. Por eso debemos permanecer vigilantes para que nuestra voz interior no se convierta en una trampa para nosotros mismos, condenándonos a repetir continuamente preocupaciones innecesarias y denigrar las autoafirmaciones que no llevan a ninguna parte.
Un diálogo interno positivo, por otro lado, nos permitirá utilizar nuestros recursos psicológicos de manera más eficiente para enfrentar las amenazas. Los psicólogos de la Universidad de California han descubierto que canalizar estas autoafirmaciones de manera constructiva nos ayuda a contrarrestar las diversas trampas del pensamiento automático que limitan nuestros recursos cognitivos. Es decir, si tenemos un problema y nos enfocamos solo en obstáculos y conflictos, nuestros recursos cognitivos para resolver esa situación se reducen y estaremos atrapados en una espiral de quejas y negatividad.
El diálogo interno positivo tiene la capacidad de ampliar nuestra perspectiva. Al enfocarnos en lo que podemos resolver o en nuestros recursos, podemos ver más allá del problema y trascender la amenaza.
Las autoafirmaciones positivas también amplían la imagen que tenemos de nosotros mismos, mejorando nuestra autoestima y confianza en nosotros mismos, por lo que podremos ver lo que nos pasa de una forma más positiva y desde una perspectiva externa. Por tanto, un diálogo interior positivo actúa como una especie de escudo que protege nuestro bienestar psicológico, incluso en las peores situaciones.
De alguna manera, y gracias a esa voz interior, aprendemos a no ahogarnos en un vaso de agua ante los problemas y desarrollamos la confianza para mantenernos a flote. Solo tenemos que recordar las palabras de Epicteto: “No son los eventos, sino nuestro punto de vista sobre los eventos el factor determinante. Deberíamos estar más preocupados por eliminar los pensamientos erróneos de la mente que por eliminar los abscesos y tumores del cuerpo ”.