Etapas del cambio personal: ¿en cuáles nos detenemos?

Etapas del cambio personal: ¿en cuáles nos detenemos?

El cambio es inherente a la vida. Todo esta en movimiento. Todo se transforma. Continuamente. Pero a veces nos quedamos estancados en una de las etapas del cambio. Nos retiramos, tenemos las mismas experiencias y reproducimos los mismos conflictos, por lo que quedamos atrapados en una maraña de emociones negativas como el miedo, la ira, la culpa, la angustia o la inseguridad.

Otras veces desarrollamos una fuerte resistencia al cambio. Nos aferramos al pasado, a lo conocido y nos negamos a avanzar y evolucionar. ¿Por qué es tan difícil cambiar? El modelo de cambio de comportamiento transteórico de James Prochaska explica esto.



Cuando nuestra idea de cambio nos impide avanzar

Prochaska sugiere que no podemos avanzar debido a nuestra percepción del cambio. El cambio de comportamiento y actitud no depende de un solo evento, como solemos pensar, sino que se produce de forma paulatina en el tiempo.

Pasamos por varias etapas de cambio personal antes de abandonar viejos hábitos y formas de pensar. La progresión no suele ser lineal. Tendemos a avanzar y retroceder a través de las diferentes etapas del cambio. A veces los analizamos varias veces, hasta que el cambio se consolida por completo.

Conocer las etapas del cambio personal nos permitirá identificar en cuál de ellas nos encontramos, para comprender mejor nuestra posición en el proceso. También nos ayudará a mantenernos motivados y a establecer los objetivos adecuados para pasar a la siguiente etapa.

Las 6 etapas del cambio personal que todos atravesamos

1. Precontemplación

En la primera fase del cambio, nos asaltan las primeras dudas. Empezamos a sospechar que hay un problema, aunque no sepamos muy bien de qué se trata. De hecho, podemos pasar por una fase de negación en la que somos conscientes de que necesitamos cambiar algo, pero nos negamos a reconocer la raíz del problema.



También es posible que estemos conscientes del necesario cambio de comportamiento, actitud o forma de pensar, pero aún no estamos preparados ni dispuestos a hacerlo realidad. Es una fase en la que no hay plena conciencia de los problemas.

Es probable que no estemos plenamente conscientes de las consecuencias de nuestros comportamientos o no tengamos suficiente información. Por ello, para pasar a la siguiente fase, debemos encontrar una motivación para el cambio, analizar los beneficios que esto nos traerá.

Podemos preguntarnos: ¿Alguna vez he intentado cambiar este comportamiento? ¿Qué debería suceder para considerar un comportamiento problemático? Si continúo por este camino, ¿es probable que suceda? ¿Qué obtendré del cambio?

2. Contemplación

En esta etapa de cambio personal desarrollamos una mayor comprensión y conciencia del comportamiento, actitud o forma de pensar que queremos cambiar. Reconocemos el problema y comenzamos a buscar soluciones.

Esta puede ser una fase de cambio particularmente difícil y frustrante porque va acompañada de un alto grado de incertidumbre. De hecho, podemos pasar mucho tiempo en esta fase porque desarrollamos una postura ambivalente: aunque somos conscientes de los beneficios del cambio, también vemos los sacrificios y costes que esto conlleva.

Otras veces no tenemos las herramientas psicológicas necesarias para lidiar con el cambio. No estamos dispuestos a comprometernos con la transformación. Entonces podemos quedarnos estancados en esta fase, sintiéndonos impotentes.

Para avanzar podemos hacer un análisis racional de los pros y contras del cambio, conscientes de que para avanzar en la vida hay que deshacernos siempre del lastre. Debemos preguntarnos qué beneficios nos traerá el cambio y si los costos son demasiado altos, tratar de buscar formas alternativas que minimicen los sacrificios.


3. Preparación

Cuando entramos en la fase de preparación, estamos listos para comprometernos con el cambio y tenemos la intención de hacerlo de inmediato. Comencemos a dar pequeños pasos hacia la transformación, como comenzar a aprender qué podemos hacer o buscar ayuda profesional.


Esta fase de cambio es decisiva para el progreso. Si exploramos nuestras posibilidades, planificamos y tomamos decisiones informadas, es más probable que avancemos más fácilmente y podamos implementar el cambio.

En esta etapa es importante proyectarnos hacia el futuro e imaginar los obstáculos que pudieran surgir, para poder establecer planes de acción alternativos que nos permitan seguir avanzando. También es fundamental establecer metas realistas que podamos alcanzar para evitar el desánimo. Si compartimos nuestros objetivos con otros, especialmente aquellos que tienen cierta autoridad o estatus, es más probable que cambiemos, como lo demuestra un estudio realizado en la Universidad Estatal de Ohio.

4. Acción

En esta etapa de cambio personal tomamos medidas. Comenzamos a implementar nuestros planes para lograr el cambio deseado. Adaptamos nuestras rutinas, relaciones o entornos para lograr nuestros objetivos.

En esta fase se requiere un mayor compromiso y una voluntad férrea para poder ser sistemático. Generalmente entramos en esta fase con mucha motivación, pero a medida que pasan los días esta va disminuyendo.

También comenzaremos a encontrarnos con los primeros obstáculos. Puede ser que las personas nos den retroalimentación negativa o que el entorno en el que nos movemos no nos anime a cambiar, pero nos mantiene conectados con el pasado.

Para pasar a la siguiente etapa del cambio personal, debemos recordar las razones que nos han llevado hasta aquí. Necesitamos enfocarnos en los beneficios del cambio y tratar de recompensarnos a nosotros mismos en el camino.


5. Mantenimiento

En esta etapa de cambio nos damos cuenta de que podemos hacerlo. Los comportamientos iniciales comienzan a convertirse en hábitos, por lo que volver a la rutina anterior es más difícil.

Es a través de esta fase que trabajamos para consolidar el cambio en el largo plazo porque aún existe la posibilidad de volver a caer en viejos comportamientos y volver a fases anteriores. Por eso es importante no bajar la guardia.


Vale la pena recordar los obstáculos que hemos superado porque nos dará fuerzas y nos hará sentir con más energía. También podemos reflexionar sobre los errores que hemos cometido para evitarlos en el futuro. Y podemos preguntarnos cómo seguir mejorando.

6. Recaída

Las recaídas son como un fantasma siempre presente junto con el cambio. De hecho, son bastante comunes. Cuando volvemos podemos sentirnos fracasados, decepcionados y frustrados porque sentimos que todos los esfuerzos han sido en vano. Incluso si ese no es el caso.

Todo el progreso realizado nos ha hecho más fuertes y se ha convertido en una fuente de experiencia. Debemos evitar quejarnos demasiado porque terminaríamos odiándonos a nosotros mismos. Castigarnos es inútil.

En cambio, necesitamos activar un mecanismo de reflexión consciente para detectar errores e intentar corregirlos para no tropezar con la misma piedra dos veces. Debemos preguntarnos qué provocó la recaída y qué podemos hacer a partir de ese momento para evitar que vuelva a suceder en el futuro.

En cualquier caso, debemos recordar que los cambios no ocurren de forma lineal. Los viejos hábitos siempre esperan una oportunidad favorable para volver. Esto es parte del camino del crecimiento. Si en algún momento nos encontramos estancados entre las distintas fases, podemos tomarlo como una señal para detenernos en el camino, hacer un ejercicio de introspección y aprender más sobre nosotros mismos.

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