Funciones de las proteínas

    Funciones de las proteínas

    Las proteínas a menudo se denominan componentes básicos del cuerpo. Esta similitud se refiere en primer lugar a su importante función estructural. Por ejemplo, los encontramos en grandes cantidades en la estructura de músculos, huesos, uñas, piel y cabello.
    Bajando al nivel microscópico, las proteínas forman el andamiaje de cada célula, llamado citoesqueleto, que permite que las células cambien de forma o se muevan.
    La proteína estructural más importante del cuerpo humano es el colágeno, que constituye aproximadamente el 6% del peso corporal. Hay muchos tipos de colágeno, más de 20, caracterizados por propiedades ligeramente diferentes y también por una organización diferente en fibras y fibrillas. El colágeno tipo 1, por ejemplo, es con mucho el más abundante. De hecho, entra en la composición de los principales tejidos conectivos, como piel, tendones, huesos y córnea, donde se requiere una alta resistencia a la tracción. Por otro lado, el colágeno tipo 2 está presente en cartílagos y discos vertebrales, donde se requiere una mayor resistencia a las fuerzas compresivas. Otra proteína estructural, la elastina, proporciona elasticidad a tejidos como la piel, lo que le permite volver a su forma original después de haber sido sometida a fuerzas de estiramiento o contracción.
    Finalmente, recordemos la queratina, proteína estructural característica del cabello, uñas y cabello, y la tubulina, unidad fundamental de los microtúbulos que constituyen el andamiaje de la célula, es decir, el citoesqueleto.

    Pero las proteínas no solo tienen una función estructural. Más que ladrillos, de hecho se pueden comparar a una empresa constructora real, con las funciones de construcción, demolición, transporte, almacenamiento, defensa de los edificios de los peligros ambientales e incluso planificación y coordinación de obras.

    Con su función contráctil, algunas proteínas ponen en movimiento los músculos y, en general, generan movimientos en las células y los tejidos. Piense, por ejemplo, en cuando una célula, como un glóbulo blanco, tiene que pasar de la sangre a un tejido para acercarse al patógeno, incorporarlo y destruirlo. Las dos proteínas contráctiles más conocidas son la actina y la miosina, que están presentes tanto en los músculos como en el citoesqueleto.

    Las proteínas también participan en las defensas inmunitarias, formando las inmunoglobulinas, que todos conocemos como anticuerpos, importantes para la defensa frente a infecciones. Cada célula también expone en su superficie proteínas de reconocimiento que permiten que el sistema inmunológico la reconozca como inofensiva, porque es parte del organismo. Cuando este sistema de reconocimiento no funciona correctamente, el sistema inmunológico ataca las células sanas del cuerpo y aparecen las llamadas enfermedades autoinmunes, como el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoide o la enfermedad de Graves, que es una de las causas más comunes de hipertiroidismo.
    También son de naturaleza proteica algunas enzimas líticas que ciertas células del sistema inmunológico utilizan para digerir y destruir invasores.

    Como dijimos, las proteínas también tienen una función de transporte. Solo piense en las proteínas plasmáticas, como la hemoglobina, que transporta oxígeno en la sangre, o la albúmina, que representa una especie de camionero que está ocupado transportando muchas sustancias, incluidas algunas hormonas, grasas y muchas drogas.
    Las proteínas también constituyen los llamados portadores, presentes tantas manos hacia la superficie externa de las células y listos para agarrar las moléculas que la célula necesita para transportarlas al interior. Estos transportadores son muy específicos; por ejemplo, tenemos diferentes transportadores de glucosa, de aminoácidos, de sodio, de calcio, etc. Obviamente, los portadores también funcionan en sentido contrario, es decir, las células tienen proteínas especiales a las que delegan la eliminación de sustancias de desecho.

    Otra función importante de las proteínas es la reguladora. De hecho, participan en las reacciones químicas que tienen lugar en nuestro cuerpo, acelerándolas, ralentizándolas, favoreciéndolas o entorpeciéndolas según sea necesario. La mayoría de las enzimas son de hecho proteínas. Por ejemplo, tenemos unas enzimas llamadas proteasas, que descomponen y degradan las proteínas dañadas o sobrantes, o sintetasas que en general son enzimas que favorecen la síntesis de moléculas. Por ejemplo, una enzima conocida es el ATP-asi que descompone la molécula de ATP, que es la moneda de energía del cuerpo. Finalmente, recordemos la ADN polimerasa que participa en la síntesis del ADN.

    Aún en el tema de la actividad reguladora, ¿cómo no olvidar la acción receptora que realizan las proteínas? Los receptores son proteínas capaces de reconocer y unirse a moléculas específicas, generalmente llamadas ligandos, modificando su estructura precisamente en virtud de este enlace. Por tanto, el receptor puede compararse con una cerradura, a la que corresponde una tecla específica, que es precisamente el ligando.
    La interacción entre el ligando, que es la llave, y el receptor, que es la cerradura, determina la apertura de una puerta, gracias al cambio conformacional que hemos mencionado. Pregunta: ¿Recuerda cuando hablamos hace un rato sobre los portadores o portadores de membrana? Pues bien, para transportar un determinado contenido, este último debe entrar primero en la célula, que es muy quisquillosa y selectiva en la entrada de diversas sustancias. Para elegir qué sustancias dejar entrar y cuáles no, la célula depende de los receptores de membrana.
    Aún con referencia a la acción reguladora, recordemos que también hay proteínas involucradas en el control de la expresión de genes específicos. A su vez, cada gen contiene las instrucciones para la síntesis de proteínas específicas, que se encomiendan a los ribosomas, orgánulos comparables a las fábricas reales de proteínas controladas dirigidas por m-RNA.

    Finalmente, las proteínas forman algunos tipos de hormonas; este es el caso de la insulina, que permite la entrada de glucosa a las células, de la hormona del crecimiento esencial para el crecimiento corporal, y de la oxitocina, esencial durante el parto y para los lazos emocionales entre hombres y mujeres.





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