Fusión pensamiento-acción: atrapada en nuestra mente

Fusión pensamiento-acción: atrapada en nuestra mente

Hay pocas cosas tan molestas como un pensamiento obsesivo que martillea continuamente nuestra mente. Cuando ese pensamiento nos avergüenza, nos hace sentir culpables o nos horroriza por el simple hecho de que se nos ha pasado por la cabeza, el problema adquiere proporciones colosales.

De hecho, nuestra mente puede ser nuestro mejor aliado o nuestro peor enemigo. En algunas situaciones, cuando estamos contra las cuerdas dominados por la incertidumbre, si no contamos con las herramientas psicológicas adecuadas, la ansiedad puede abrumarnos por completo. En estos casos, los pensamientos ansiosos y obsesivos pueden convertir literalmente nuestra vida en una pesadilla.



¿Qué es la fusión pensamiento-acción?

Todos los días pasan por nuestra mente todo tipo de pensamientos, algunos felices y otros angustiosos. Generalmente somos capaces de filtrar los pensamientos importantes en un momento dado para prestarles atención, pero a veces fallamos y algunos pensamientos aparentemente insignificantes toman el relevo, reemplazando al resto, hasta que se convierten en una obsesión. Es como si nuestra mente tomara vida propia y no pudiéramos controlarla.

La fusión pensamiento-acción es precisamente la tendencia a creer que ciertos pensamientos pueden convertirse en realidad. Creemos que el simple hecho de haber pensado en algo aumenta la probabilidad de que suceda, como si pensar que un ser querido saldrá lastimado en realidad pudiera lastimarlo.

Por lo general, la perspectiva es tan angustiosa que intentamos sacar ese pensamiento de nuestra mente. Pero cuanto más lo intentemos, más se hará más fuerte porque se produce un efecto de rebote. Así que terminamos dándole a ese pensamiento fugaz una importancia desproporcionada, hasta el punto de que llega a dominar nuestra actividad mental.

Los tipos de fusión pensamiento-acción

1. Fusión probabilística de pensamiento-acción. Es la creencia de que el simple hecho de pensar en un evento aumenta la probabilidad de que suceda. Podemos creer, por ejemplo, que si pensamos en un accidente automovilístico, es más probable que ocurra, en cuyo caso se trata de una fusión pensamiento-acción con probabilidad propia. Pero también podemos creer que al pensar que nuestro hermano ha sufrido un accidente automovilístico, es más probable que tengamos uno también, lo que se denomina fusión pensamiento-acción con otras probabilidades.



2. Fusión moral pensamiento-acción. En este caso, creemos que pensar en una acción o comportamiento es moralmente equivalente a llevarlo a cabo. Por ejemplo, creemos que pensar en golpear a alguien es tan moralmente incorrecto como golpearlo en realidad. Por eso, la sola idea nos aterroriza y nos lleva a quejarnos y a culparnos, como si lo hubiéramos hecho. En nuestra mente, no separamos el pensamiento de la acción.

Los 4 rasgos que nos hacen más propensos a sufrir esta distorsión cognitiva

El fenómeno de la fusión pensamiento-acción se descubrió en personas con trastornos de ansiedad y trastorno obsesivo-compulsivo, por lo que los psicólogos inicialmente pensaron que se limitaba a esta área, pero luego se dieron cuenta de que todos podemos ser víctimas de esta distorsión cognitiva en algún momento de la vida. nuestra vida.

Sin embargo, hay algunos rasgos de personalidad que nos hacen más propensos a sufrir la combinación de pensamientos y acciones:

1. Hiperresponsabilidad. Las personas que asumen demasiadas responsabilidades, incluidas muchas que no las igualan, suelen ser más propensas a creer que sus pensamientos pueden materializarse porque tienden a culparse a sí mismos por todo lo que sucede.

2. Obsesión por el control. Incluso las personas que necesitan tener todo bajo control tienen más probabilidades de creer que sus pensamientos pueden convertirse en una amenaza, porque no reconocen que muchas de las cosas que suceden no dependen de su voluntad.

3. Tendencia a preocuparse. Aquellos que tienden a perderse en el laberinto de preocupaciones también son más propensos a desarrollar una combinación de pensamientos y acciones porque no pueden detener sus pensamientos. En cambio, los alimentan psicológicamente para que sigan creciendo y se vuelvan más amenazantes e invasivos.


4. Baja tolerancia a la incertidumbre. Las personas que no toleran bien las situaciones de incertidumbre tienen tendencia a anticiparse a los acontecimientos, cayendo generalmente en patrones de pensamiento catastróficos que terminan generando una enorme ansiedad, hasta el punto de impedirles diferenciar pensamientos de acciones.


La fusión pensamiento-acción activa la sensación de amenaza y nos hace sentir tremendamente culpables, provocando que caigamos en un círculo vicioso de ansiedad y angustia que empeora enormemente nuestro estado de ánimo, según constata un estudio realizado en la Universidad de Sussex.

¿Cómo detener la fusión pensamiento-acción?

Primero, debemos ser conscientes de que un pensamiento, por intenso o terrible que sea, no implica que lo que tanto nos asusta esté a punto de suceder. Los pensamientos pertenecen al reino mental y su poder para influir en la realidad depende de nuestros comportamientos.


Por otro lado, debemos ser conscientes de que podemos controlar nuestro comportamiento, pero tenemos muy poco control sobre los pensamientos que pasan por nuestra mente, por lo que no debemos sentirnos culpables por un pensamiento no deseado.

La práctica regular de la meditación de atención plena nos ayudará a deshacernos de los pensamientos intrusivos que nos molestan. La clave es muy sencilla: no te aferres a ellos. Si no nos preocupamos por ellos, desaparecerán de la misma forma en que aparecieron porque nuestra atención es lo que los alimenta.

Un simple ejercicio de visualización puede ayudarnos a dejar esos pensamientos. Debemos relajarnos e imaginar que nuestros pensamientos son como nubes y nuestra mente es el cielo. Algunas de esas nubes son blancas y esponjosas e incluso divertidas. Otras nubes son negras, grandes y amenazadoras. Pero si nos limitamos a ser meros espectadores externos y no nos aferramos a los pensamientos, eventualmente pasarán de largo, como las nubes. Solo necesitamos aclarar nuestras mentes, asegurándonos de no reaccionar emocionalmente.


Durante el día nuestra mente registra 60.000 pensamientos en promedio, por lo que si no nos aferramos a alguno de ellos, tarde o temprano los que nos molestan desaparecerán, dando paso a otros.

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