¿Quieres dar ese gran paso, hacer un cambio importante en tu vida, pero no sabes cómo hacerlo y eso te desanima? Quizás tiene miedo porque se está moviendo hacia lo desconocido o está ansioso porque siente que no tiene el control de todo y los resultados son inciertos.
La mala noticia es que la mayoría de los grandes cambios conllevan grandes riesgos. La buena noticia es que estas transformaciones a menudo ofrecen numerosos beneficios y casi siempre valen la pena. ¡Todo lo que tienes que hacer es decidir!
Las tres etapas del cambio
Aunque cada persona es diferente, la mayoría de los cambios de época siguen un patrón preciso que es muy eficaz también porque ayudan a reducir la incertidumbre.
- La negación. En realidad, el camino del cambio no comienza cuando descubrimos el problema, sino mucho antes, cuando lo negamos. Básicamente, en esta fase las personas no tienen intención de cambiar o no se plantean nuevas metas, es como si estuvieran experimentando un bloqueo emocional. Pero la semilla de la duda ya está plantada, la persona se siente incómoda por una situación que no es del todo satisfactoria. Es como si un espeso manto de niebla se interpusiera entre nosotros y el problema, pero comenzamos a sentir que hay algo que resolver, que la necesidad de un cambio puede estar a la vuelta de la esquina. En esta fase lo más normal es que se activen nuestros mecanismos de defensa y que se oculten esos problemas que vislumbramos a través de la niebla. Como preferimos movernos dentro de nuestra zona de confort y con la seguridad de lo que ya sabemos, es normal que neguemos el problema, pero lo cierto es que esto ya se ha resuelto a nivel subconsciente. La semilla del cambio ya ha germinado.
- Contemplación. En este punto ya somos conscientes de que existe un problema o una necesidad que nos empuja a cambiar. La niebla se ha despejado y empezamos a ver la situación con cierta claridad. Poco a poco los detalles se van aclarando y nos damos cuenta de que es necesario hacer un cambio importante en nuestra vida. En muchos casos se trata de un procedimiento doloroso y emotivo ya que luchamos entre la seguridad que nos brindan nuestros hábitos y el cambio, lo que representa incertidumbre y también implica mucho esfuerzo. De hecho, hay personas que pasan años en contemplación sin poder resolver esta dicotomía, mientras que otras actúan mucho más rápido.
- la preparación. En esta etapa la persona ya ha entendido que el cambio es fundamental y comienza a prepararse para afrontarlo. Básicamente, es preparación psicológica, lo que significa aceptar un cierto compromiso contigo mismo y tomar conciencia de acciones futuras. También tenemos tendencia a pensar en las personas que nos rodean y en cómo podrían interpretar el cambio, algunos pueden apoyarnos, pero otros no, en este caso nos preparamos para un posible distanciamiento o ruptura.
La fase de preparación es fundamental porque sin ella se corre el riesgo de actuar con demasiada rapidez, y no estar preparado desde el punto de vista psicológico, hecho que podría derivar en diversos conflictos y también podría provocar un bloqueo emocional. Podemos pensar en fases similares a las que atraviesan los atletas durante el entrenamiento para correr un maratón, sin este programa probablemente fallarían y detendrían la carrera a la mitad. Sin embargo, también existe el riesgo de posponer el cambio indefinidamente, simplemente porque tenemos miedo.
Primero debemos darnos cuenta de que la certeza absoluta nunca existe. Siempre hay un margen de error, cierto grado de incertidumbre y factores que no podemos controlar. Además, también debemos considerar que nunca estamos del todo preparados para el camino que tomaremos porque a menudo aparecen desafíos que no habíamos previsto. Por lo tanto, esperar hasta que estemos al 100% es definitivamente la forma más directa de permanecer quieto.
De cualquier manera, estaremos listos para el cambio cuando:
- Hemos analizado la mayor cantidad de alternativas disponibles para nosotros
- Discutimos nuestras opciones con otras personas que nos dieron diferentes puntos de vista.
- La situación actual es estresante e insatisfactoria
- Nos imaginamos el peor de los casos y nos sentimos lo suficientemente fuertes para enfrentarlo.
- Estamos convencidos de que esta es la mejor solución al
momento actual (es decir, con los recursos a mano y en las condiciones que estamos viviendo).
Y si necesitas una dosis extra de motivación antes de dar el paso, recuerda que no hay nada peor que pasar toda la vida preguntándote qué habría pasado si… tuviéramos el coraje de cambiar.
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