Hay personas que, antes de que salga el sol, desayunaron, limpiaron la casa y organizaron la jornada. Pero para la mayoría de las personas, levantarse con los primeros rayos de sol es una hazaña. De hecho, algunas personas son todo lo contrario: son mucho más eficientes y productivas por la noche.
En este sentido, la ciencia ha creado dos grupos contrapuestos: los madrugadores (alondras), que se levantan temprano y aprovechan la mañana, y los vespertini (búhos), cuyo rendimiento aumenta a lo largo del día. Recientemente, un nuevo estudio realizado en el Instituto de Investigación de Biología Molecular y Biofísica de la Academia de Ciencias de Rusia reveló que en realidad hay mucho más en estos cronotipos y que algunas personas nunca deberían levantarse temprano por la mañana.
Gente "letárgica" y gente "enérgica"
Estos investigadores observaron a 130 personas que debían permanecer despiertas durante 24 horas con el objetivo de analizar su nivel de energía. Así encontraron que hay personas que pueden pasar todo el día con un nivel de energía bajo, a las que catalogaron como "letárgicas", mientras que otras podrían mantenerse más activas a pesar de la falta de sueño e independientemente de la hora a la que se despertaran. A estas últimas se les clasificó como " enérgico".
Estas nuevas categorías indican que sería perjudicial para las personas con menos energía levantarse temprano por la mañana. De hecho, su problema sería que su ritmo circadiano no está bien sincronizado con el ciclo natural de luz y oscuridad.
Básicamente, la luz solar es una especie de reloj natural que estimula nuestro cuerpo haciendo que deje de producir melatonina, la hormona que provoca el sueño. De esta forma podemos mantener un nivel adecuado de atención durante el día. Por el contrario, cuando se apaga la luz, los niveles de melatonina aumentan y nos quedamos dormidos lentamente.
En los madrugadores y las personas enérgicas, el pico de la mayor parte de la actividad se produce principalmente al mediodía, cuando la luz solar es más intensa. Sin embargo, las noches, o los letargos, no estarían tan bien sincronizados con el ciclo de luz, por lo que su rendimiento aumentaría lentamente a lo largo del día.
Estas diferencias se deben, entre otros factores, a nuestro ADN. Según una investigación realizada en el Centro Nacional de Neurología y Psiquiatría de Tokio, el gen PER-3, uno de los genes de nuestro reloj biológico, determina la propensión a levantarnos temprano o tarde, así como nuestro nivel de energía durante el día.
¿Por qué debería conocer y adaptar su ritmo a su cronotipo?
Conocer tu cronotipo te permitirá funcionar siguiendo tu ritmo circadiano natural, lo que afectará no solo tu productividad, sino también tu estado de ánimo y tu salud. De hecho, se ha demostrado que cuando hay un desajuste en el ritmo circadiano, la persona tiene más probabilidades de sufrir obesidad, diabetes y algunos cánceres. Además, aprovechar los momentos de mayor productividad te permitirá hacer más con menos esfuerzo, lo que repercutirá positivamente en tu estado de ánimo.
De hecho, el ritmo circadiano es tan importante que algunos médicos del hospital Paul Brousse de París han llegado a decir que la quimioterapia debe aplicarse en correspondencia con este ciclo porque se sabe que las células de algunos tipos de linfomas tienden a multiplicarse más entre los 9 y 10 de la noche. Por el contrario, las células intestinales tienden a hacerlo a las 7 de la mañana y las de la médula ósea al mediodía. Por tanto, si se aplica quimioterapia en estos momentos, será más eficaz y menos tóxica.