Imagina que estás sentado en un rincón apartado de un bar bebiendo tranquilamente. De repente se acerca una persona y te lanza una serie de insultos. En cuestión de segundos se siente abrumado, busque rápidamente en su memoria dónde conoció a esta persona y por qué podría ofenderlo de esta manera. No importa cuánto lo intentes, no puedes saber quién es y cuando estás a punto de responderle, la persona se da vuelta y se aleja, dejándote sin palabras.
¿Qué harías?
- Continúe bebiendo tranquilamente, como si nada hubiera pasado, y borre el incidente de su mente.
- Sigue buscando en tus recuerdos para entender quién era esta persona y piensa en todas las cosas que podrías haberle dicho para reaccionar ante las ofensas recibidas.
Si ha elegido la segunda posibilidad, no se preocupe, la mayoría de la gente lo hace, fantasear con la venganza es un mecanismo completamente natural porque nos permite aliviar la tensión creada por una situación determinada. Cuando pensamos en lo que hubiéramos dicho o hecho, es como si todo esto hubiera sucedido realmente, aunque solo sea a nivel mental, pero a veces esto es suficiente para relajarnos y ayudarnos a restablecer nuestro equilibrio.
De hecho, numerosos estudios han demostrado que las fantasías de venganza también pueden tener efectos terapéuticos positivos, especialmente si uno ha sido víctima de violencia y abuso, devolviendo el sentimiento de control a las víctimas.
Pero hay personas que piensan que imaginarse la venganza es como jugar con un arma de doble filo y también puede desencadenar sentimientos negativos. ¿Cuánto de todo esto es cierto? ¿Hay un lado oscuro detrás de este tipo de fantasías?
Aplicar justicia o proteger, ese es el dilema
Los investigadores reclutaron a varios estudiantes universitarios y les mostraron tres videoclips que eran particularmente perturbadores o violentos, simulando así el efecto de un trauma menor. Como era de esperar, la gente se sorprendió y se enojó por la violencia que vieron.
Luego, los participantes fueron divididos en tres grupos y sometidos a diferentes ejercicios terapéuticos:
- El primer grupo tuvo que imaginar la escena y castigar violentamente a la persona que había cometido los crímenes.
- El segundo grupo tuvo que intervenir, pero no de forma agresiva.
- El tercer grupo simplemente tenía que transportar a la víctima a un lugar seguro y tranquilo.
Todos los ejercicios resultaron eficaces, pero no en la misma medida. De hecho, trasladar a la víctima a un lugar seguro fue el ejercicio que permitió reducir aún más la ira y la agresión en las personas, promoviendo incluso sentimientos de satisfacción y felicidad.
Los investigadores no se limitaron a este punto, sino que convocaron nuevamente a los estudiantes al día siguiente para evaluar los riesgos que pueden conllevar las fantasías de venganza. Al respecto, les mostraron imágenes de personajes famosos de películas que cometieron actos violentos. Luego evaluaron el nivel de ira y agresión de cada persona. Entonces vieron que haber albergado fantasías violentas el día anterior no los hacía más agresivos. Por tanto, creían que imaginarse la venganza no genera comportamientos más agresivos ni mayor enojo.
Pero vale la pena recordar que si bien fantasear con la venganza puede tener un efecto liberador, no obstante no se debe exagerar, porque de lo contrario es fácil hundirse en una espiral de pensamientos negativos hacia la otra persona, pensamientos que no producirán nada positivo y que también podría exacerbar nuestro dolor e ira.
Entonces, si has sido víctima de una agresión y te ha dejado huella, la mejor opción es consultar a un psicólogo. Esto determinará la estrategia más adecuada y, si lo considera oportuno, te permitirá imaginar tu venganza, pero en un ambiente controlado para que este ejercicio realmente te pueda ayudar a liberar tu ira y vencer tu miedo.