Incontinencia fecal: tratamiento, intervenciones y dieta

Incontinencia fecal: tratamiento, intervenciones y dieta

El problema de la incontinencia fecal

Hablamos de incontinencia fecal cuando ya no es posible controlar o simplemente percibir las ganas de defecar; el resultado es, por tanto, una emisión incontrolada e involuntaria de heces y gases intestinales.
Afortunadamente, la incontinencia fecal no es tan incurable como se podría suponer. Un tratamiento médico específico para el ataque, apoyado en una dieta equilibrada y dirigida, es sin duda la solución ideal para protegerse de este desagradable trastorno y prevenir complicaciones y recaídas.
Para curar definitivamente la incontinencia fecal es necesario - además de indispensable - actuar en varios frentes:



  1. Erradicar la causa que lo indujo: para encontrar la cura adecuada es por tanto importante someterse a todas las pruebas diagnósticas necesarias para la correcta evaluación del trastorno.
  2. Corregir hábitos alimenticios inapropiados
  3. Cuida tu cuerpo: para ello, la higiene íntima personal juega un papel protagonista
  4. Siempre discuta cualquier inquietud e inquietud con su médico, especialmente si tiene algún síntoma / signo anormal o sospechoso

No existe una cura universal para combatir la incontinencia fecal porque el trastorno tiene un origen multifactorial. De hecho, mientras algunos pacientes requieren cirugía, para otros es suficiente con cambiar sus hábitos alimenticios y seguir un tratamiento exclusivamente farmacológico.


Tratamiento farmacológico

El tratamiento farmacológico de la incontinencia fecal tampoco es el mismo para todos los pacientes. Como hemos visto, de hecho, este trastorno de la defecación puede depender de problemas completamente diferentes o incluso opuestos (por ejemplo, estreñimiento crónico o diarrea crónica).

  1. Caso 1: incontinencia fecal dependiente de estreñimiento crónico / fecaloma. El malestar se puede erradicar mediante la ingesta específica de laxantes. El fármaco más utilizado para este fin es la lactulosa, un ingrediente activo laxante osmótico extremadamente delicado, capaz de llevar agua a la luz intestinal, ablandar las heces y estimular la peristalsis intestinal. Incluso los supositorios de glicerina o bisacodilo (por ejemplo, Dulcolax) pueden ser beneficiosos en presencia de incontinencia fecal relacionada con el estreñimiento.
  2. Caso 2: incontinencia fecal dependiente de diarrea crónica. El trastorno debe tratarse claramente con medicamentos antidiarreicos:
    • El principio de loperamida (por ejemplo, Imodium) es particularmente adecuado para aliviar la diarrea, mejorando así la alteración de la incontinencia fecal. La loperamida aumenta el tono del esfínter anal, al tiempo que reduce las deposiciones (contracciones peristálticas) y la frecuencia de las deposiciones.
    • Anticolinérgicos (p. Ej. Atropina, belladona): indicados para reducir las secreciones intestinales y regular los movimientos de las vísceras.
    • Opioides (p. Ej. Codeína): además del tratamiento de la tos, algunos opioides como la codeína se utilizan como inhibidores de la motilidad intestinal. Sin embargo, cabe señalar que estos fármacos, en comparación con los anteriores, se utilizan mucho menos para el tratamiento de la incontinencia fecal debido a los importantes efectos secundarios relacionados con ellos.
    • Carbón activado: ingrediente activo indicado para reducir el contenido de agua en las heces.

Intervenciones alternativas

Para todos aquellos casos de incontinencia fecal parcial (de entidad menor), se ha desarrollado un nuevo método terapéutico-rehabilitador, conocido como biofeedback - muy útil para detectar la actividad del esfínter del sujeto. Esta es una estrategia de intervención indicada para pacientes que experimentan una reducción de la sensibilidad rectal, pero que aún tienen una marcada actividad del esfínter. La biorretroalimentación es una técnica de rehabilitación especial destinada a fortalecer los músculos del suelo pélvico: aquí se "educa" al paciente para que contraiga y suelte los músculos del sitio anal con el fin de resistir el impulso de defecar en momentos inoportunos (para más información: lea Kegel ejercicios).
El tratamiento de biorretroalimentación, siempre realizado de forma ambulatoria, implica la introducción de una pequeña sonda en el canal anal y en una parte de la ampolla rectal del paciente. Esta sonda, que registra las presiones que se ejercen sobre las paredes del canal anal, se conecta a una computadora que procesa los datos y los transforma en pulsos y barras de colores. Los diferentes colores de las barras indican el grado de contracción y relajación de los músculos afectados. Después de obtener las indicaciones correctas del médico sobre la forma correcta de realizar los ejercicios del suelo pélvico, el propio paciente evaluará cómo los realiza observando y estudiando las bandas de colores registradas por el monitor.
No es raro que, como apoyo a la biorretroalimentación, el paciente también sea sometido a gimnasia pasiva, conocida como electroterapia: este tratamiento consiste en estimular las fibras de los músculos anales mediante la inserción de un electrodo en el canal anal. Sin embargo, los beneficios derivados de la electroterapia son inciertos; por lo tanto, su implementación no siempre está justificada.
Algunos pacientes que padecen incontinencia fecal pueden beneficiarse de la aplicación de los llamados hisopos anales: son tapones reales que se insertan en el ano para impedir la pérdida involuntaria de materia fecal.



Intervenciones quirúrgicas

Cuando ni la acción farmacológica ni las estrategias de rehabilitación son suficientes para combatir la incontinencia fecal, el paciente se ve obligado a someterse a una cirugía. La mayoría de las veces, la cirugía es necesaria cuando la incontinencia fecal está relacionada con un prolapso rectal o lesiones durante el parto. Según la causa desencadenante, los tratamientos quirúrgicos más realizados incluyen:

  1. Corrección quirúrgica de prolapso rectal, hemorroides, rectocele
  2. Esfinteroplastia: indicada para reparar un esfínter anal donde existe una lesión traumática de los músculos involucrados en la defecación.
  3. Restauración del tono muscular del esfínter anal (gracilplastia): en algunos casos, es posible reparar el esfínter anal envolviendo un músculo extraído del muslo del paciente sobre él. El método muy delicado consiste precisamente en la transposición con electroestimulación del músculo gracilis (músculo aductor que ocupa la porción medial del muslo) al ano.
  4. Esfínter anal artificial: cirugía indicada para casos severos de incontinencia fecal relacionada con daño en el esfínter anal. Se implanta una especie de anillo inflable en el canal anal para controlar la pérdida de materia fecal. Cuando está hinchado, el dispositivo evita que el esfínter anal se libere (por lo tanto, no hay pérdida de heces); viceversa, cuando se desee defecar, es posible desinflar este anillo especial mediante una bomba externa, activando así la actividad intestinal normal.
  5. Colostomía: es sin duda una opción quirúrgica drástica, realizada como último recurso para el paciente que padece una forma grave de incontinencia fecal. Durante esta cirugía, se crea una nueva comunicación artificial que conecta el colon con la pared abdominal a través de una abertura en el abdomen. Se adjunta una bolsa especial a esta abertura para recolectar la materia fecal.

dieta

Sin duda, los cambios en los hábitos alimentarios pueden mejorar considerablemente el trastorno de incontinencia fecal (e incluso evitar que reaparezca). La primera precaución es la eliminación total del alcohol y la limitación de la cafeína en la dieta: cuando se toman en exceso, estas dos sustancias (alcohol y cafeína) pueden de hecho inducir diarrea e incontinencia fecal.
Cuando el trastorno de la defecación está estrictamente relacionado con la diarrea, el paciente debe preferir alimentos que puedan compactar el material intestinal. Para ello, la recomendación es aumentar la cantidad de fibra dietética - por ejemplo de salvado y alimentos integrales - y limitar la ingesta de todos aquellos alimentos capaces de inducir un efecto laxante. Las especias, los alimentos picantes, los alimentos ahumados y los edulcorantes artificiales también deben evitarse o al menos limitarse en pacientes propensos a la diarrea (ver: dieta y diarrea).
Algunas personas intolerantes a la lactosa tienden a desarrollar no solo diarrea sino también incontinencia fecal: por esta razón, eliminar de la dieta los alimentos que contienen este azúcar es una medida dietética importante para prevenir la diarrea y la incontinencia fecal.
En cambio, los pacientes que sufren de estreñimiento crónico deben prestar especial atención a la correcta ingesta tanto de fibras como de líquidos (beber al menos 2 litros de agua al día), dos componentes esenciales para ablandar el contenido intestinal, facilitando la evacuación y evitando así la incontinencia fecal.





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