Última actualización: 19 septiembre, 2019
La tecnología avanza a una velocidad vertiginosa. La velocidad con la que nos comunicamos, con la que nos movemos, con la que sintonizamos, con la que abrimos y cerramos escenarios, comemos y cocinamos. Por otra parte, el mundo laboral no es ajeno a este dinamismo, de hecho son muchas las personas que acumulan en su currículum experiencias en diversas empresas. Entran y salen, porque los nuevos empresarios entienden que los trabajadores, por indispensables que sean, siempre son reemplazables. En este artículo tratamos de entender cuáles son las tres estrategias que te permiten integrarte a un nuevo trabajo con responsabilidad y éxito.
Entrar en cualquier organización siempre es un proceso complicado. Muchas veces existen normas explícitamente definidas y en todas ellas rigen otras normas no escritas, pero que todos los empleados aceptan y cumplen. No realizarlos no es motivo de despido, o al menos, no suele serlo, pero implantarlos es señal de adaptación y buen funcionamiento, y es recomendable para integrarse con éxito en un nuevo puesto de trabajo.
Integrarse en un nuevo trabajo con éxito
Observa lo que sucede a tu alrededor
El primer consejo para integrarse con éxito en un nuevo trabajo es la observación. Observa cómo se comportan las personas en una publicación así: si "sobrevivieron", no será mala idea imitarlas al principio. También es importante observar el modelo de comunicación de la empresa y replicarlo, tanto con los superiores como con los subordinados.
En este sentido, de la observación viene la identificación. El de las virtudes y defectos del nuevo trabajo. El de los roles de todos en la oficina o en un pequeño departamento: el optimista, el servicial, el hosco, el trabajador, el servicial, el egoísta, el interesado... Esto te llevará a la última de las identificaciones importantes, los de necesidades. Piensa que si además de realizar tu trabajo eres capaz de aportar un aporte humano a la empresa, es más probable que seas más valorado.
Trata de entender el trabajo de los demás.
La segunda forma de integrarse en un nuevo trabajo implica atención a las relaciones y sensibilidad. Las personas que están por encima de ti en el organigrama son importantes, pero las que están en un nivel inferior son aún más importantes. Muchas veces, de una forma u otra, son tu equipo gracias al cual tu trabajo es eficiente o, por el contrario, una pesadilla. Dependes de ellos, y cuanto más alto eres, más dependes.
Trate de entender cómo lo hacen. No asumas, pregunta. Intenta ponerte en su lugar si algún día tienes la oportunidad. No obtendrá una mejor perspectiva sobre lo que es aceptable y lo que puede ser exagerado o inexacto. Procura también no tomar decisiones por ellos o por su bien y abandona cualquier iniciativa paternal que se te ocurra. En cuanto a las decisiones que corresponden a su función, no olvide que nadie sabe mejor que ellos. Escúchelos y cuente con ellos para hacer cambios. De esta manera lograrás más fácilmente su compromiso y fortalecerás los puentes de comunicación.
Por otra parte, evitarás cometer un error: adoptar medidas inadecuadas por el hecho de no tener en cuenta variables que se ignoran o cuyo valor subjetivo se calcula mal. Para ti eliminar un descanso de cinco minutos puede no tener mucho peso, pero para un trabajador puede ser mucho, por ejemplo, puede utilizar este tiempo para desconectar entre dos tareas muy pesadas.
Aprende a motivar a los que te rodean
El tercer consejo para integrarse en un nuevo trabajo tiene que ver con la motivación. En ese sentido, recuerda que una mala política de motivación puede ser mucho peor que no tener ninguna. Asi que, una de las formas más comunes de motivación es el reconocimiento: lo que todos más necesitamos. Esta forma de motivación no tiene nada de malo, en la superficie. Valoramos lo que un trabajador logra hacer bien, y como “jefes”, tendremos la oportunidad de pedirle un esfuerzo extra donde pueda mejorar.
Sin embargo, para que una motivación sea eficaz (y no acabe desmoralizando al trabajador) debe ser adecuada en el tiempo. Es decir, la motivación es un proceso, no algo que se consigue de la noche a la mañana. Estarás equivocado si tratas de sembrar y cosechar al mismo tiempo, si solo das palmaditas en la espalda cuando necesitas a alguien. Piensa que, cuando reconocemos esta estrategia en los demás, nos olvidamos de lo que nos dicen al principio y solo esperamos la petición, por lo que esta estrategia puede ir en nuestra contra. "Y este de aquí, ahora, ¿qué va a querer?".
Otro ingrediente clave para que sus estrategias de motivación funcionen es la adaptabilidad. deben ser específicos y no generales. Olvídate de frases como: “me gusta tu trabajo”, “eres el mejor”, estos clichés son fáciles, pero a la larga improductivos. Son clichés, libros de texto y no implican una evaluación real del trabajo de nadie. “Soy el mejor… pero, ¿qué es lo que te gusta de mi trabajo? ¿Por qué crees que lo hago bien?”.
Desafortunadamente, esto es mucho más común de lo que pensamos.: los costos son pocos y los resultados en primera instancia no son tan malos. El problema es que la manipulación suele ser muy burda y la persona no dejará de identificar estas valoraciones como falsas e impersonales. Y… ¿a quién le gusta que lo manipulen? Valorar así el trabajo implica de alguna manera decirle al trabajador que lo que hace tiene tan poco mérito y dificultad que ni siquiera te has comprometido a entenderlo.
Quizás estos sean los consejos psicológicamente más importantes para integrarse con éxito en un nuevo trabajo. Entiende eso El rendimiento es la consecuencia de muchos factores, y especialmente del factor humano. Y para ello, debemos cuidarlo y buscar la honestidad a nivel comunicativo.