Las expectativas son uno de nuestros mayores problemas, incluso si rara vez nos damos cuenta de ellas. Surgen cuando dejamos de vivir en el mundo real y comenzamos a vivir en el mundo que hemos construido en nuestra mente, cuando fallamos en enfrentar la realidad tal como es y comenzamos a reaccionar como nos gustaría que fuera el mundo. Por lo tanto, las expectativas pueden hacernos tremendamente infelices.
Los 3 monstruos que nos llevan a la neurosis
Albert Ellis, creador de la Terapia emocional racional, dijo que hay tres monstruos que nos impiden seguir adelante y ser felices. Se trata de expectativas irracionales que nos llevan a funcionar en "modo neurótico" y son típicas de los adictos a la infelicidad.
1. Tengo que hacerlo bien
Esta expectativa va dirigida a nosotros mismos, es un orden a nuestro ego y, de alguna manera, nos la ha inculcado la sociedad. De hecho, desde muy pequeños, desde que empezamos a ir a la escuela, se nos transmite el mensaje de que no valemos por quienes somos, sino por nuestros éxitos. Por tanto, es comprensible que tengamos grandes expectativas de nuestro compromiso.
El problema es que estas expectativas son a menudo poco realistas e inalcanzables, ya que exigen perfección. La persona que cree que siempre debe hacerlo bien, tener éxito, ser competente y lograr todo lo que se proponga, está simplemente agregando una dosis extra de estrés innecesario que lo llevará a una sensación de fracaso y frustración al más mínimo contratiempo.
En realidad, este tipo de expectativas no conducen al crecimiento personal, sino que son la base del pensamiento auto-denigrante, la abnegación sin sentido y el odio a uno mismo.
2. Deben tratarme bien
Esta expectativa se refleja en los demás, expresa lo que esperamos de los demás. Evidentemente todos queremos ser tratados con respeto y equidad, pero no siempre es así, y debemos estar conscientes y preparados para afrontar esta realidad.
Hay muchas personas en el mundo, todas diferentes, y no siempre se comportan de manera amigable o civilizada. Pero si esperas que hagan esto y siempre te traten bien, te enojarás cada vez que alguien no respeta su turno en la cola, estaciona mal o alza la voz.
Liberarse de estas expectativas no significa permitir que pisoteen sus derechos, pero le permitirá tomar suficiente distancia emocional para comprender qué batallas valen la pena y cuáles no. Cuando no esperes nada de nadie, no podrán defraudarte y, lo que es más importante, cada gesto positivo será un regalo increíble.
3. El mundo debe ser fácil
En el mundo occidental las nuevas generaciones han crecido en un ambiente relativamente cómodo y seguro, fueron criadas bajo las alas protectoras de sus padres, por lo que es normal que a medida que crecen desarrollen enormes expectativas del mundo y piensen que todo debería. será muy fácil.
Hay personas que creen que deberían desplegar una alfombra roja en el mundo solo para ellos, que fingen no quedarse atascados en atascos, no tener que esperar su turno en la fila y no tener que lidiar con todos los pequeños inconvenientes de la vida cotidiana. . Son personas que tienen una tolerancia muy baja a la frustración, por lo que cualquier revés que no se ajuste a su imagen idealizada del mundo se convertirá en un problema.
Estas expectativas no están relacionadas con la creencia en la superación humana, la esperanza y el positivismo, sino que se basan en una visión poco realista del mundo, por lo que solo pueden causar dificultades a quienes las alimentan.
Consulta tu "gabinete de expectativas"
Alimentar expectativas poco realistas que rozan lo absurdo es muy fácil porque, al final, nos hacen sentir que el mundo es un lugar más seguro y organizado. Sin embargo, también nos impiden desarrollar nuestro propio conjunto de herramientas psicológicas para la vida. De hecho, la resiliencia solo se desarrolla cayendo, responsabilizándonos de nosotros mismos y volviendo a levantarnos, esta vez más fuertes y sabios.
Por eso, es recomendable que de vez en cuando revises tu "gabinete de expectativas" y te deshagas de todo lo que no necesitas y ocupes espacio innecesariamente. Pregúntese qué expectativas tiene sobre usted mismo, los demás y el mundo. ¿Hasta qué punto son realistas? ¿Te ayudarán estas expectativas a ser más feliz y mejorar tu vida o, por el contrario, te harán sufrir?
Quizás todo se pueda resumir en una simple frase: "espera lo mejor, prepárate para lo peor y prepárate para sorprenderte".