Las etiquetas y el peso de las proyecciones ajenas

Las etiquetas y el peso de las proyecciones ajenas

¿Conoces esos adjetivos que otros eligen para describirnos? Son las etiquetas. Hoy hablaremos de sus características y los efectos que pueden tener sobre nosotros.

Las etiquetas y el peso de las proyecciones ajenas

Última actualización: 28 de diciembre de 2019

Las etiquetas son la forma más inmediata y común que tenemos para hacernos una idea. de la naturaleza de lo que tenemos frente a nosotros, además a primera vista. En este sentido, son herramientas muy útiles. Pero etiquetar a las personas o autoetiquetarse significa atribuirles una categoría y unas características que pueden ser muy negativas, independientemente de su veracidad.



En algunas circunstancias pueden ayudar, pero en la mayoría de los casos solo categorizan brevemente. Así, se atribuyen características que probablemente no corresponden a la verdad, aunque sólo pueden ser consideradas como tales porque están asociadas a ciertas etiquetas.

Etiquetas y autoconocimiento

A pesar de la necesidad de asignar nombres para categorizar comportamientos, tenga en cuenta que las etiquetas sí encuadran. Se basan en estereotipos y suelen llevarnos a adoptar un rol que en muchos casos no corresponde a una persona. “Perezoso”, “mala influencia”, “lento”, etc., son algunas de las muchas etiquetas que se le pueden imponer.

Muchos de ellos pronto se atribuyen. Duelen en la infancia, pero es durante la adolescencia que este fenómeno puede socavar significativamente el crecimientoo. Muy a menudo, además, son el resultado de las proyecciones y fracasos de padres y educadores. Estos últimos proyectan así sus debilidades, pero también el hecho de no conocer a los niños y no poder afrontar las difíciles etapas de su crecimiento.

El resultado es que algunas personas pueden interiorizar estas etiquetas y comportarse "como se espera de ellas", incluso fuera del entorno en el que estaban adscritas, atribuyéndose características que han despertado en ellos actitudes que en realidad les son ajenas. Tales comportamientos, especialmente los más negativos, afectan fuertemente la autoestima, el autoconocimiento y la motivación.



El poder de las palabras

Las etiquetas pueden llevar a asumir ciertos roles e interiorizarlos como propios a pesar de que nada o poco tienen que ver con la realidad de los hechos. Incluso cuando son positivos pueden generar cierta cantidad de estrés y ansiedad por las expectativas que llevan consigo. Emitimos juicios y atribuimos una serie de características a los demás porque hacerlo, en muchos casos, nos facilita la vida. Pero estas etiquetas, en muchos casos, son solo eso: juicios y opiniones subjetivos, basados ​​en fundamentos inestables.

Las etiquetas nos moldean como personas. Probablemente a todos les habrá ocurrido un momento de fragilidad sin que sin embargo se sientan definidos por esa debilidad. Pues las etiquetas van en sentido contrario, porque se “pegan” al ser. Identifican a una persona como egoísta o generosa, inteligente o estúpida aun siendo más o menos inteligente, más o menos generosa, la mayoría de las veces depende de las circunstancias y de la generosidad de los ojos que nos juzgan.

Imaginamos lo contrario cuando nos etiquetan como personas fuertes. Una etiqueta positiva y deseable al principio. Pero ojo, porque puede llevarnos a juzgarnos a nosotros mismos oa los demás en un momento de fragilidad. Etiquetarnos como personas fuertes significa, en parte, privarnos de esos momentos y obligarnos a mostrarnos fuertes bajo cualquier circunstancia. Esto implica una responsabilidad y expectativas por parte de nosotros mismos y de los demás que son difíciles de cumplir.


Repensar las etiquetas

El mecanismo de Revisar y pasar las etiquetas requiere algo de trabajo interno que pasa por el reconocimiento de aquellas atribuciones que nos hieren o que ya no nos sirven. Requiere un análisis del concepto de sí mismo, en busca de aquellas características que cargamos con nuestro peso y que casi no se corresponden con la realidad. Por otro lado, en caso de que sean ciertos, muchas veces es más fácil cambiar la realidad que las etiquetas. Una cosa que siempre queda como un rastro...


Este mecanismo pasa también por la elaboración de enunciados contrarios a las etiquetas y el replanteamiento de nuestras conductas. Todo ello para comprobar si nuestra renovada predisposición es adecuada a la configuración a la que aspiramos, que no incluye lo que hemos decidido tirar, sino lo que, en cambio, hemos decidido hacer nuestro. ¿Tienes el coraje de emprender este viaje?


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