"Si está a bordo de un barco con fugas crónicas, es probable que la energía destinada a los botes salvavidas sea más productiva que la energía dedicada a cerrar las fugas", dijo Warren Buffett. El genio inversor sabe muy bien que nuestro tiempo y atención son recursos valiosos, por lo que es importante utilizarlos de forma inteligente para ser más productivos y eficaces.
De hecho, ¿sabías que la mayoría de las personas reconocen que dedican el 40% de su tiempo a actividades sin importancia o absolutamente irrelevantes? Sin embargo, muchos no saben exactamente cómo están perdiendo el tiempo.
La clave está en el autoconocimiento, saber cuáles son nuestras fortalezas y debilidades nos permitirá dar lo mejor de nosotros con el mínimo esfuerzo. Por lo tanto, es importante conocer su estilo de productividad.
Estilos de producción
La psicóloga de productividad Carson Tate definió tres estilos de productividad basados en su experiencia empírica que, a su vez, se basa en cómo las personas aprenden, se comunican y toman decisiones.
- Priorizador
En este estilo de productividad predomina la lógica y el análisis. Es una persona que adopta una actitud crítica, analítica y realista. Trate de encontrar hechos y datos sobre los que tomar decisiones y priorizar actividades.
Para ser más eficiente, esta persona calculará el tiempo que lleva completar ciertas tareas y planificar el día. En la práctica, su enfoque es similar al de un rayo láser: se enfoca en un objetivo, sin dispersarse. Su comunicación es similar: corta y directa, enfocada a la resolución de problemas.
Su fuerza radica en su capacidad para identificar los detalles importantes. Por lo general, esta persona organiza tan bien el trabajo antes de comenzar que, una vez en el trabajo, no necesita perder tiempo y energía pensando en cómo completar las tareas, porque simplemente sigue el plan establecido.
¿El punto débil? Esta persona suele ser demasiado controladora, rígida y competitiva. A menudo tiene dificultades para manejar eventos inesperados y puede atascarse en la toma de decisiones cuando no tiene toda la información necesaria disponible.
- Planificador
A primera vista, este estilo de productividad es similar al del priorizador, pero en realidad el planificador profundiza aún más en los detalles del proyecto que tiene que realizar. Mientras que el priorizador se centra solo en los aspectos esenciales para completar el proyecto de forma rápida y precisa, el planificador analiza cada detalle, incluso los más irrelevantes.
Un priorizador se sentirá bien al final del día si ha terminado las tareas más importantes, un planificador debe completar tantas tareas como sea posible porque se enfoca más en la cantidad de trabajo, sin discriminar por relevancia.
El planificador destaca por su pensamiento organizado, secuencial, planificado y detallado. Es una persona que no solo planifica el viaje, el alojamiento, las atracciones y los restaurantes, sino que también busca el mejor precio de transporte y calcula el tiempo que se dedicará a cada actividad planificando cada detalle del día.
Establece excelentes planes de acción y los sigue. Su comunicación es la misma: muy detallada y precisa, incluyendo siempre las cláusulas contractuales.
¿El punto débil? Es una persona no espontánea, que puede perder oportunidades debido a su resistencia a desviarse de los planes establecidos.
- Espectador
Este estilo de productividad es diametralmente opuesto a los demás. El espectador tiene un pensamiento holístico, intuitivo, integrador y sintetizador. A menudo es una persona innovadora y creativa que trabaja mejor bajo presión y, a menudo, aporta cambios positivos dondequiera que va.
Por lo general, esta persona no planifica a largo plazo, tiene una idea general de los proyectos y se propone poner a prueba sus ideas, por lo que va evaluando progresivamente las posibilidades en el transcurso del trabajo. Se enfoca en conceptos más generales y generalmente hace malabares con varios proyectos que sigue al mismo tiempo, de lo contrario se aburre fácilmente.
Su comunicación muchas veces refleja la visión holística, por lo que suele hablar de grandes proyectos y combinar diferentes conceptos, integrándolos en una nueva perspectiva que genera nuevas oportunidades.
¿El punto débil? Tiene tendencia a pasar por alto los detalles y su excesiva espontaneidad e impulsividad pueden jugarle una mala pasada, haciéndole cometer errores de cálculo.