Manténgase a la defensiva: mucho que perder y poco que ganar

Manténgase a la defensiva: mucho que perder y poco que ganarHay ocasiones en las que una frase, una simple mirada o un gesto en particular nos alarma. Así que nos ponemos a la defensiva, nos encerramos a la espera de un golpe bajo y, mientras tanto, preparamos nuestra respuesta.

Este comportamiento es bastante común, pero lo cierto es que no nos ponemos a la defensiva intencionalmente, es una reacción casi automática que se activa ante determinadas frases o gestos de otros. Sin embargo, esto no significa que no podamos notar esta actitud y cambiarla porque, en última instancia, es solo una fuente de malentendidos y problemas.



¿Por qué nos ponemos a la defensiva?

- Porque creemos que la actitud de la persona es amenazante. Cuando percibimos que la actitud del otro puede poner en peligro nuestro "yo", adoptamos una posición defensiva para protegernos de un supuesto ataque. El problema es que a menudo simplemente malinterpretamos estas supuestas señales de advertencia y reaccionamos ante un peligro inexistente.

- Porque hemos tenido varias malas experiencias en el pasado. Cuando hemos experimentado varias situaciones negativas a lo largo de nuestra vida, como abuso o desilusión en las relaciones, instintivamente creamos un escudo a nuestro alrededor para protegernos de situaciones similares en el futuro. Por lo tanto, incluso si una situación o persona no es particularmente amenazante, la evaluamos a través de la lente del pasado y nos ponemos a la defensiva.

- Porque estamos pasando por un momento muy estresante. Cuando somos víctimas del estrés, la angustia y la ansiedad, nos volvemos irritables y nos ponemos a la defensiva ante la menor provocación. Es una reacción "normal" ya que nuestro sistema nervioso autónomo está constantemente en alerta, esperando que suene la alarma en cualquier momento.


- Cuando no queremos que nadie más invada nuestra intimidad. Algunas personas son muy protectoras con su privacidad y ni siquiera permiten que las personas más cercanas ingresen a este espacio. De hecho, ponerse a la defensiva es común en las parejas de recién casados ​​donde todos tienen que ceder una parte de ese espacio íntimo pero aún no están preparados para hacerlo, por lo que continúan percibiendo inconscientemente al otro como un invasor.


- Porque tenemos una buena relación con una persona en particular. Cuando alguien nos ha lastimado o humillado en el pasado, es normal reaccionar a la defensiva. Es un mecanismo de supervivencia que nuestro "yo" se pone en marcha en cuanto ve al otro, incluso cuando no hay ningún signo evidente de alarma porque el peligro es la propia persona.

Sin embargo, estas causas solo sirven para explicar nuestro comportamiento, no son excusas válidas para justificarlo. De hecho, estar siempre a la defensiva es una expresión de inseguridad y escaso control emocional. Cuando reaccionamos demasiado a menudo poniéndonos a la defensiva es porque no confiamos en nuestras habilidades y no podemos controlar nuestras respuestas emocionales frente a ciertas personas o situaciones.

Mantenernos a la defensiva no nos da prácticamente ninguna ventaja. Más bien, es una posición que nos hace perder oportunidades. Primero, genera un alto nivel de ansiedad y tensión que nos impide ver las cosas con claridad. Imagina un soldado en el frente, listo para luchar y con niveles de adrenalina por las nubes. Entonces, más o menos, así es como actuamos cuando estamos a la defensiva. Nos enfocamos en un aspecto e ignoramos el resto, como si nuestra vida dependiera solo de él.


En segundo lugar, permanecer a la defensiva cierra la puerta al diálogo, nos hace atrincherarnos detrás de nuestra posición, cerrándonos a las razones de los demás. Es como si camináramos a ciegas solo logrando ver nuestros criterios y motivaciones.

En tercer y último lugar, ponerse a la defensiva también puede convertirse en un hábito, de tal manera que así reaccionemos en todos los contextos y con todas las personas, dañando profundamente nuestra vida social.

Las señales que indican cuando estamos a la defensiva

- Las frases neutrales se interpretan como negativas. Por ejemplo, tu pareja te dice que le gusta que un amigo que tienes en común cocine y empiezas a pensar que se refiere a que no cocinas bien.


- Las palabras "pero" y "pero" se utilizan más de lo necesario. Cuando las razones del otro no nos satisfacen y siempre usamos un "pero" o un "pero", entonces es probable que estemos tomando una posición defensiva.

- No pedimos explicaciones, preferimos interpretar. Generalmente cuando no pedimos explicaciones es porque no nos interesa la opinión de los demás, en nuestra mente ya nos hemos creado una imagen de la situación que preferimos no cambiar.


- Cuando se usa a menudo el sarcasmo. El sarcasmo no solo es doloroso, también es un síntoma de inseguridad y miedo. Por tanto, suele ser la herramienta preferida para defendernos cuando pensamos que nos están atacando.

- Cuando pensamos que una simple discusión es una batalla campal. Las personas que creen que siempre debe haber un ganador y un perdedor en las discusiones a menudo adoptan una actitud defensiva desde el principio porque no quieren perder bajo ninguna circunstancia.

- Cuando ofrecemos razones falsas para eludir nuestras responsabilidades. Cuando nos cerramos al diálogo y recurrimos al engaño para no involucrarnos, probablemente estemos adoptando una actitud defensiva en la que vemos al otro como un oponente.


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