¿Cuántas veces nos ha pasado olvidar casi todo sobre un libro que prácticamente acabamos de terminar de leer? Los escenarios, los personajes, los diálogos, casi todo es nuevo para nuestros ojos. Nuestra memoria es mucho más frágil de lo que pensamos, este fenómeno también tiene un nombre técnico "transience" (término tomado del inglés que indica pérdida de memoria en el tiempo) que puede afectar tanto a la memoria a corto como a corto plazo. Uno de los experimentos más clásicos sobre este fenómeno fue desarrollado en 1959 por la Universidad de Indiana. Los investigadores pidieron a 24 voluntarios que intentaran recordar diferentes secuencias compuestas por tres letras cada una; luego tuvieron que recordarlos en orden inverso al que los aprendieron. Si las letras eran CJO tenían que recordarlas como OJC. A intervalos de tiempo, se pidió a los voluntarios que recordaran las letras. Los resultados fueron pobres, después de solo unos segundos aproximadamente la mitad de las letras se habían borrado de la memoria. Después de 12 segundos solo se recordó el 15% de la información y después de 18 segundos se olvidaron casi todas las letras. El experimento muestra que los datos que guardamos en nuestra corta memoria permanecen por muy poco tiempo. Por lo tanto, la mayor parte de la información que hemos leído en los libros a lo largo de nuestra vida se pierde, pero no toda. Entonces ... ¿cuál es la información que queda? Si bien muchos psicólogos sostienen la tesis de que nada se olvida sino que pasa a otro estado de conciencia, lo cierto es que si no recordamos el nombre del personaje, la trama y algunos detalles, donde se almacena todo esto sí lo hace. no importa si no podemos recuperar esa información. Entonces, lo que queda en nuestra memoria y que luego podemos recuperar es información que por alguna razón nos resulta significativa, por extraña que nos parezca. Tendemos a recordar información que es particularmente impactante para nosotros y que tiene repercusiones emocionales. De esta manera, podemos recordar el escenario descrito en un libro incluso si somos incapaces de recordar a los protagonistas o el final. Algo en esta escena la hizo particularmente importante para nuestra memoria y la almacenó en un espacio especial dentro de ella. O, simplemente, hubo una serie de condiciones particulares que facilitaron la consolidación de la memoria, como por ejemplo: nos quedamos dormidos después de leer la escena, nos sentimos particularmente relajados o pusimos toda nuestra atención en esta lectura.