Vivimos en una sociedad que está constantemente obsesionada con el éxito. Pero, ¿hasta qué punto el concepto de éxito es natural o cultural?
Última actualización: 13 de diciembre de 2020
Tenemos tal obsesión por el éxito hasta el punto de que parece definir el nuestro valor personal. Si alguien no tiene como meta ganar mucho o tener un trabajo "envidiable", se le pregunta: "Entonces, ¿cuál es tu aspiración?". Como si el éxito, traducido en dinero, debiera ser la columna vertebral de la vida de cada uno de nosotros, en todo momento.
¿Cuántas veces hemos conocido a alguien que tiene más éxito que nosotros? ¿Cuántas veces hemos comparado nuestro coche con otro más nuevo? ¿O nuestra casa a una más grande?
¿Por qué siempre queremos más? ¿Por qué a veces nos aferramos a esta aspiración aunque somos conscientes del dolor que recibiremos a cambio? Pero la verdadera pregunta es: ¿Conseguir el máximo éxito es inherente al ser humano o es una condición impuesta por la sociedad?
La obsesión por el éxito: ¿natural o cultural?
Desde pequeños somos bombardeados con mensajes que hablan del proyecto de vida ideal. Se nos impone una cierta ideología que muchas veces nos impide ver otros puntos de vista. Si nos enseñan a pensar que tener éxito significa tener mucho dinero, solo podemos creer que la meta del ser humano es acumular dinero.
Si nos enseñan que el éxito consiste en tratar bien a los demás, nuestro objetivo será ser buenas personas. Es así como la influencia social juega un papel fundamental en nuestras aspiraciones sociales y personales.
No existe una ley natural que establezca que los seres humanos deban acumular mucho dinero o tener muchas propiedades. La obsesión por el éxito es una imposición social y cultural. Muchos, sin embargo, no se dan cuenta.
Las necesidades surrealistas e irrazonables siempre han prevalecido en la sociedad. Si desde pequeños asociamos el éxito con tener el mejor trabajo, probablemente esa sea la idea de éxito para nosotros.
"De todas las cualidades que generan la felicidad, estoy profundamente convencido de que el amor desinteresado es la más efectiva".
-Mathieu Ricard-
La obsesión por el éxito y la frustración
Las epidemias más comunes en el siglo XXI son la depresión y la ansiedad. En 2016 la OMS (Organización Mundial de la Salud) afirmó que más de 350 millones de personas sufren de depresión. Y en 2012 declaró que lo más preocupante es que “dentro de 20 años, la depresión será la enfermedad que más golpeará a los humanos, superando el cáncer y las enfermedades cardiovasculares”.
¿Podría esto tener algo que ver con una obsesión por el éxito? Absolutamente sí. Querer alcanzar metas irreales a toda costa nos frustra cuando fallamos. Muchas personas dicen que su vida es un fracaso porque no tienen un buen trabajo, tienen un auto "normal" y viven en una casa "no tan grande".
Es evidente que no aprecian lo que tienen, a pesar de que son más ricos que la mayoría de la población mundial. Es como si estuvieran caminando mirando al cielo en lugar de mirar al horizonte oa la tierra. Sin embargo, poco a poco nos vamos acercando a un concepto de éxito más saludable: ser felices en el aquí y ahora.
Valorar lo que tenemos y encaminarnos en una dirección moralmente correcta es mucho más admirable que el deseo y la ansiedad por acumular bienes materiales y prestigio. Si echamos un vistazo más de cerca a aquellos que tienen una obsesión por el éxito, veremos que son los que más sufren.
Por el contrario, aquellos que se preocupan por los demás y disfrutan de lo que tienen son más felices. Ser feliz con lo que se tiene no significa estar satisfecho, sino más bien saber apreciar lo que tienes en momento presente.
"No es rico el que más tiene, sino el que menos necesita".
Diógenes y Alejandro Magno
Cuenta la historia que Alejandro Magno quiso conocer a Diógenes, que vivía en un tonel, una de las pocas cosas que poseía. Algunos lo consideraban un holgazán, otros un sabio. Cuando Alejandro Magno fue a visitarlo, esperando que lo felicitara, entablaron una conversación.
Alejandro se volvió hacia Diógenes, que yacía al sol, diciendo: "Pregúntame lo que quieras. Puedo darte todo lo que quieras, incluso aquellos con los que los hombres más ricos de Atenas nunca tendrían el coraje de soñar”.
Diógenes tuvo la posibilidad de cambiar radicalmente de vida, de irse a vivir a un palacio, de tener una gran fortuna. Pero su respuesta no fue la que todos esperamos. Diógenes respondió: “Claro. No seré yo quien te impida demostrarme tu cariño. Te pido que te alejes del sol. Ser tocado por sus rayos en este momento es mi mayor deseo. No necesito nada más, y solo tú puedes darme esta alegría”.
Se dice que Alejandro dijo: "Si no fuera Alejandro, me gustaría ser Diógenes". Esta anécdota refleja lo culturales que son algunas necesidades. Para Diógenes, el éxito consistía en quedarse tranquilo y disfrutar del sol; para Alejandro Magno fue la ambición sin límites de conquistar más y más tierras.
De la obsesión por el éxito a la compasión
Matthieu Ricard, doctor en biología molecular y monje budista, ha sido apodado "el hombre más feliz del mundo". Ricard afirma que "la compasión, la intención de eliminar el sufrimiento de los demás y las causas del sufrimiento, junto con el altruismo, el deseo de hacer sentir bien a los demás, es el único concepto unificador que nos permite encontrar nuestro camino a través de este laberinto de preocupaciones complejas".
Ricard utiliza "laberinto de preocupaciones" como sinónimo del mundo en el que vivimos y que, de alguna manera, hemos creado. Y argumenta que la compasión da sentido a nuestra existencia. Entonces, en lugar de solo mirar nuestro éxito, la felicidad es gran parte del significado de la vida depende de la atención a los intereses de los demás.
Agrega que “la felicidad no es solo una sucesión de experiencias placenteras. Es una forma de ser que se logra cultivando una serie de cualidades humanas fundamentales, como la compasión, la libertad interior, la paz interior, la resiliencia, etc”.
Y también revela el secreto para desarrollar estas cualidades: “cada una de estas cualidades se puede cultivar a través del entrenamiento mental y el altruismo”.
Toda la felicidad del mundo proviene de pensar en los demás. Todo el sufrimiento del mundo proviene de pensar solo en ti mismo.
-Shantideva-