La sociedad nos inculca la necesidad de aprovechar cada oportunidad. Sin embargo, no todas las puertas que se abren son las adecuadas. ¿Cómo saber qué oportunidades no nos convienen?
Última actualización: 10 de marzo de 2022
Vivimos centrados en la idea de que hay trenes que no se pueden perder, oportunidades que se deben aprovechar sin peros. Los que dudan, los que piensan demasiado son descritos como indecisos y faltos de coraje. Sentimos que debemos actuar con rapidez y decidir a la velocidad de la luz sin sopesar demasiado las posibles consecuencias.
Nada requiere tanto un ejercicio de profunda introspección y análisis como la toma de decisiones. Algunas puertas, de hecho, no deberían estar abiertas. Y también hay puentes que es mejor no cruzar.
Porque así como a veces podemos arrepentirnos de no haberlo intentado, también podemos sentirnos mal por habernos tirado al vacío sin haberlo pensado antes.
Es una experiencia en la que todos nos podemos haber encontrado en más de una ocasión. Lo sorprendente es que nuestro primer impulso, casi siempre, es arriesgarnos.
Nos aterra la posibilidad de arrepentirnos, criticarnos y sentirnos mal con nosotros mismos por no haber aprovechado una situación aparentemente ideal.
Sin embargo, meditar cada resolución es un arte que ennoblece y en el que hay que actuar. Así que veamos cómo entender cuando estamos ante una oportunidad real.
"Descubrí que la única forma de tomar un tren a tiempo es perder el tren anterior".
Estrategias para entender cuáles son las oportunidades a aprovechar
Se nos ha dado la idea de que nada es tan reprobable como una oportunidad perdida. Sin embargo, también debemos tener en cuenta otro detalle. Quien no duda ni un segundo en aprovechar una oportunidad sin haberlo pensado puede actuar precipitadamente. Por ejemplo, sucede cuando dejas un trabajo por otro y finalmente te quedas sin él.
Ahora bien, es cierto que ninguno de nosotros tiene una bola de cristal. No podemos predecir lo que sucederá después de tomar una decisión; sin embargo, si esta resolución está en sintonía con nuestros objetivos, valores y esencias, el costo del posible error será menor. No somos analistas de riesgos y la mayor parte del tiempo actuamos como malabaristas de la suerte y el destino.
Sin embargo, si disponemos de las técnicas adecuadas para analizar cada situación, dejaremos menos margen al azar. Las posibilidades de que la elección tenga éxito siempre serán un poco más altas. Veamos ahora las estrategias que nos ayudan a entender cuándo aprovechar una oportunidad o no.
Antes de explotar o descartar una oportunidad, debemos darnos tiempo para analizar qué hay detrás de esa propuesta.
¿Está en sintonía con tus objetivos?
A la hora de sopesar una propuesta, ya sea empresarial, personal o de cualquier otra índole, debemos evaluar si está en armonía con nuestros objetivos de vida. Para ello, hagámonos las siguientes preguntas:
Si aprovecho esta oportunidad, ¿adónde me llevará? ¿Lo que tengo que hacer o lo que se espera de mí tiene que ver con mis objetivos a corto y largo plazo?
El sociólogo Max Weber acuñó en 1920 el concepto de “oportunidad de la vida” para definir aquellas situaciones que pueden mejorar nuestro bienestar y autorrealización. En otras palabras, las puertas que abrimos deben permitirnos satisfacer nuestras necesidades.
Por ejemplo, nuestro objetivo puede ser alcanzar una posición de liderazgo en nuestra empresa. Sin embargo, si somos ascendidos a un puesto en el que no tendremos la oportunidad de mostrar nuestras habilidades, probablemente valga la pena rechazarlo.
¿Se ajusta a tus valores?
Evaluamos si la oportunidad presentada se ajusta a nuestros objetivos. El segundo nivel de filtrado analizará si coincide con nuestros valores.
Recordemos que un valor es aquella dimensión con la que nos identificamos y en la que creemos. Si nos ofrecen un trabajo con un salario más alto, pero las responsabilidades no están en sintonía con lo que nos define como personas, difícilmente seremos felices.
Los valores personales son los pilares fundamentales sobre los que se asientan nuestras creencias, nuestra cosmovisión y nuestras prioridades vitales. A la hora de tomar una decisión, siempre hay que tenerlas en cuenta.
Oportunidades a aprovechar y consecuencias
¿Cuál sería el costo de no aprovechar una determinada oportunidad? ¿Cómo cambiaría nuestra realidad? ¿Sería más contraproducente soltarlo que atraparlo?
También es interesante tener en cuenta un detalle que nos reportan en un estudio de las universidades de Arkansas y Ohio.
En promedio, el arrepentimiento es mayor cuando sabemos que ciertas oportunidades no volverán. Esto nos obliga a hacernos otra pregunta. ¿Cuáles son las posibilidades de que volvamos a tener una oportunidad similar en el futuro?
Cuando tenemos ante nosotros una interesante posibilidad de cambio, pensamos en lo siguiente: ¿dentro de 10 años me arrepentiré de no haberla aprovechado?
Cuando estés indeciso, debes preguntarte si en el futuro volverá a ocurrir o no una ocasión similar.
Aceptar la realidad para distinguir las oportunidades a aprovechar
Gabriel García Márquez decía que la vida no es más que una sucesión de posibilidades de supervivencia. Una imagen adecuada, inspiradora y poderosa para tener en cuenta. Porque si es cierto que durante toda nuestra existencia dejaremos pasar múltiples oportunidades de cambio, siempre vendrán otras.
Es crucial saber aceptar cada circunstancia, incluso las ocasiones que no son convenientes en un momento dado. En lugar de obsesionarnos con si estamos equivocados o no, concentrémonos en el aquí y ahora. En lo que nos rodea. A veces, es mejor quedarse quieto para que pueda generar impulso para la próxima oportunidad.