Presencia afectiva: ¿sabías que todos tenemos una "firma emocional" única?

 

Presencia afectiva: ¿sabías que todos tenemos una

La mera presencia de Elvis Presley hizo que las adolescentes gritaran y se desmayaran de emoción. Líderes carismáticos como Mahatma Gandhi y Martin Luther King inspiraron fuerza y ​​serenidad. El filósofo Hermann Broch, en cambio, fue una de esas presencias amistosas con las que nos sentimos cómodos abriéndonos y liberándonos del peso de nuestros problemas.

Hay personas "especiales" que hacen que todos se sientan a gusto cuando entran en la habitación, como por arte de magia. Su influencia calma y relaja, transmite buen rollo y entusiasmo.



Otros tienen el efecto contrario: cuando se acercan, los nervios se ponen rígidos, nos sentimos doloridos e incómodos, aunque no hagan nada en particular y no estén de mal humor. Cuando lleguen, solo queremos escapar. En psicología, el poder de influir en los sentimientos de los demás se denomina "presencia afectiva".

El efecto "yo": cada persona tiene una firma emocional única

El concepto de presencia afectiva fue descrito por primera vez en 2010 por los psicólogos Noah Eisenkraft y Hillary Anger Elfenbein, cuando se preguntaron si era posible que algunas personas emitieran una influencia emocional especial que hiciera que otros se sintieran cómodos o, por el contrario, incómodos.

En uno de sus experimentos, asignaron a 239 estudiantes universitarios de diferentes nacionalidades a diferentes grupos de cuatro o cinco miembros, los inscribieron en las mismas clases durante un semestre y les pidieron que hicieran un proyecto juntos. Luego, cada integrante del grupo evaluó cómo lo habían hecho sentir el resto de compañeros, teniendo en cuenta ocho emociones distintas: estresado, aburrido, enojado, triste, tranquilo, relajado, feliz y entusiasta.

Los investigadores encontraron que algunas personas casi siempre generaban la misma sensación en otras, independientemente de su estado de ánimo y el estado de ánimo del receptor. Indicaron que "existen diferencias significativas en la forma en que las personas experimentan sus emociones y la influencia que esas emociones tienen en los demás". Es decir, más allá de cómo nos sentimos, generamos una influencia emocional en quienes nos rodean, y esto se denominó "presencia afectiva".



¿Qué es la presencia afectiva?

La presencia afectiva va más allá del simple contagio emocional, que se refiere al poder de dejar que otros experimenten nuestros estados emocionales a través de la mímica automática y la sincronización de expresiones y movimientos corporales.

La presencia afectiva es un efecto que producimos en los demás sin darnos cuenta, una especie de "vibración afectiva" que tiene el mismo resultado en todas las personas con las que nos relacionamos, haciéndolas sentir bien o mal, independientemente de su estado de ánimo anterior.

Mientras que el contagio emocional se refiere a la transmisión de emociones que estamos viviendo, la presencia afectiva es una especie de "firma emocional", un sello que nos caracteriza y que los demás pueden percibir de forma más o menos consciente.

Como el resto de rasgos de personalidad, algunas personas tienen una presencia afectiva más fuerte que otras. Hay personas que nos hacen sentir a gusto rápidamente y transmiten su vitalidad y alegría mientras que el contacto con los demás es emocionalmente plano y necesitamos más tiempo para percibir su presencia afectiva porque es mucho más débil.

La presencia afectiva puede ser positiva o negativa. Algunas personas dejan una huella emocional negativa porque hacen que otros se sientan incómodos con su mera presencia. Podemos sentirnos intimidados, asustados o menospreciados, incluso si esa persona no nos ha atacado directamente.

¿Por qué algunas personas tienen una presencia emocional más fuerte que otras?

La presencia afectiva podría estar relacionada con la capacidad de regular nuestras emociones y las de los demás. Una investigación más reciente realizada en las universidades de Sheffield y Manchester encontró que las personas que intentan mejorar sus emociones, son empáticas y comprenden las experiencias emocionales de los demás, tienden a tener una presencia afectiva más intensa y positiva.



También se ha encontrado que el hecho de que estas personas generen ese efecto positivo en los demás no implica necesariamente que sientan las mismas emociones positivas. Hay personas especiales que han tenido una vida difícil o han sufrido un trauma psicológico, pero aún así son capaces de generar una enorme calma o transmitir mucho entusiasmo.

Estos psicólogos explican que a lo largo del día experimentamos tantos "destellos emocionales", ya sea de alegría, tristeza, enfado, frustración ... Esas emociones se manifiestan a través de nuestro lenguaje corporal, expresiones faciales o tono de voz.

Quienes tienen una presencia afectiva positiva son capaces de autorregularse para que sus señales negativas no contagien a los demás; es decir, tienen la capacidad de amortiguar el ruido de sus propias vidas, para que los demás no se vean afectados. Este alto nivel de regulación emocional les permitiría encontrar lo positivo incluso en las situaciones más negativas o desfavorables, para que puedan transmitir serenidad y entusiasmo.


Las personas con presencia afectiva negativa, en cambio, carecerían de autorregulación emocional y no desarrollarían la suficiente empatía. La sensación de malestar que transmiten sería el resultado de dar rienda suelta a esos "destellos emocionales" negativos que sus interlocutores perciben inconscientemente.

¿Cómo sabe cuál es su "firma emocional"?

Ser consciente de su firma emocional es muy importante. Las personas que tienen una presencia afectiva positiva tienden a tener más éxito en el trabajo, en las relaciones interpersonales y en la vida matrimonial. Y esto no nos sorprende. A todos nos gusta estar rodeados de personas que transmitan vibraciones positivas y nos valoren.

Pero es muy difícil ser objetivo a la hora de evaluar el efecto que tenemos en otras personas. Entre la imagen que queremos proyectar, la que proyectamos y la imagen que recibe el otro, hay un mundo de transformaciones.


Por lo tanto, la mejor manera de descubrir su firma emocional es escuchar los comentarios de los demás. ¿Se sienten seguros y cómodos a tu lado? ¿Pueden hablar o se sienten intimidados? ¿Transmite entusiasmo o apatía?

 

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