Respeta a los demás, aprendemos a escuchar

Respeta a los demás, aprendemos a escuchar

El respeto por los derechos de los demás se da, como primera condición, cuando somos capaces de respetarnos a nosotros mismos. La segunda condición, no menos preciosa, es la escucha activa. En este artículo explicamos cómo se articula este respeto y sus efectos.

Respeta a los demás, aprendemos a escuchar

Última actualización: 24 marzo, 2022

Pocos valores éticos, sociales e incluso morales son tan importantes como aprender a respetar a los demás. Sin embargo, vivimos en ese mundo donde no faltan los que dicen con total convicción que el respeto hay que ganárselo.



Dicen y defienden esta idea como si esta dimensión no representara la columna vertebral de toda relación, así como un derecho casi inviolable con el que todos venimos al mundo.

El respeto, de hecho, es el ingrediente más poderoso para una vida feliz. Porque quien aprende a respetarse a sí mismo ya los demás es capaz de dar forma a una convivencia más plena, empática y significativa.

Sin embargo, y como decía Albert Camus, célebre escritor, filósofo y periodista francés, hemos creado una sociedad en la que abunda el respeto que se basa únicamente en el miedo.

Respetamos al que tiene el poder porque está por encima de nosotros y tememos las consecuencias de desafiarlo. Esta realidad, sumada a muchas otras, hace que no conjugar el verbo "respetar" con adecuada efectividad.

Cometemos faltas de ortografía emocionales que afectan nuestras relaciones, crean distancias y dificultan la construcción de una genuina cultura de respeto.

Facilitarla, aprender a construir desde cero esta importante dimensión social y psicológica, requiere formación, sobre todo, en una competencia fundamental en el camino de la vida, es decir, saber escuchar.


Ser brillante no es gran cosa si no respetas nada.

-Johann Wolfgang von Goethe-

Para respetar a los demás hay que saber escuchar

Suele decirse que el arte de saber respetar a los demás tiene dos caminos: cuando apreciamos y damos visibilidad al otro, él también lo hace con nosotros.


Pero en realidad habría que añadir una tercera vía, no menos importante, que es la que parte de uno mismo, a través de la cual comprender que Valorarse a uno mismo es fundamental para valorar también a los demás.

Martin Seligman, pionero en el estudio de la psicología positiva, nos hace una interesante advertencia al respecto. La autoestima es la clave del bienestar y también facilita nuestras relaciones sociales.

Cuando nos sentimos cómodos con nosotros mismos y nos respetamos, interactuamos mucho mejor con los demás. Sin embargo, aquí hay un matiz, la autoestima demasiado alta conduce al narcisismo y a esa exaltación del yo por la que se impone la tentación de ir más allá de los derechos de los demás.

Guy Bondemanh, psicólogo y profesor de la Universidad de Zúrich, suma su aportación a esta idea. En un interesante estudio, realizado en 2018, señaló que la piedra angular del respeto a los demás es saber escuchar.

Y la capacidad de escucha activa la suele realizar la persona con una autoestima sana y con un nivel adecuado de empatía.

Te escucho para entenderte, porque entender es respetar

Escuchar para comprender, y no para responder, es la fórmula perfecta para comunicar. Esta frase, que hemos escuchado en más de una ocasión, refleja una práctica poco frecuente pero deseable.


La capacidad de respetar a los demás siempre comienza con la comunicación. Esta es la base de toda relación y donde se demuestra, en esencia, la capacidad o no de una persona para conservarla. A la luz de esto, vale la pena tener en cuenta estos aspectos:

  • Si no nos escuchan, no hay respeto..
  • Si no hay interés, no hay respeto.
  • En el caso de una actitud inflexible, en la que no se presta atención al razonamiento de los demás y se levanta un muro frente a cada palabra, también se manifiesta la falta de comunicación.
  • Así mismo, si hay escuchan pero no actúan en consecuencia, teniendo en cuenta las necesidades y mensajes emitidos, no hay respeto.

El respeto es aceptar la individualidad del otro.

Cuando le enseñamos a un niño a respetar solemos decir simplemente lo que no se debe hacer: no debe pegar, quitar cosas de los demás, gritar, empujar, etc.



A veces, en la mente del niño hay un exceso de prohibiciones, de 'no hagas esto y no hagas aquello'. No obstante, lo más adecuado en todos los casos sería revelar lo que hay que hacer, en qué consiste el respeto y cómo se aplica.

  • Respetar es dar visibilidad al otro y darse cuenta de que cada uno es diferente, único y excepcional. Aceptar las diferencias es el secreto del bienestar
  • El respeto es saber comunicar. Y para hacerlo, un niño debe aprender cuanto antes a escuchar, a observar, a conectar con paciencia e interés en los demás mediante el uso de la empatía.

Conclusiones

Parece obvio y fácil, pero en el mundo adulto muchos tratan a toda costa de tener razón y hablan para contestar sin entender.


Para respetar a los demás, muchos primero piden ser respetados o pisotean a los demás, violando sus derechos, autoestima y dignidad.

Evitemos estos comportamientos y recordemos que la cultura del respeto es la base de nuestro bienestar y nuestra felicidad.

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