Sin embargo, su vida no es todo sencillo. De hecho, varias investigaciones científicas informan que las personas más inteligentes tienden a tener más preocupaciones y también mayores niveles de ansiedad.
Ahora, un nuevo estudio realizado en la Universidad de Rotterdam se pregunta si las personas inteligentes realmente logran ser más felices.
Inteligencia bajo el microscopio
Tenemos una tendencia a invertir tiempo y recursos en el desarrollo de nuestra inteligencia por lo que es perfectamente legítimo preguntarse si nos hace felices, porque al fin y al cabo, este es uno de los principales objetivos de la vida.
Vale la pena recordar que en este estudio los autores ven la inteligencia como la capacidad de comprender ideas complejas, adaptarse eficazmente al entorno y aprender de la experiencia utilizando el pensamiento para superar obstáculos. Por otro lado, la felicidad se considera como un sentimiento de satisfacción en el que se experimenta un estado de plenitud, es decir, la persona se siente satisfecha con su vida.
En la práctica, los investigadores simplemente reunieron una serie de estudios de todo el mundo que midieron el coeficiente intelectual y los niveles de felicidad de las personas. Estos estudios se llevaron a cabo entre 2000 y 2009 e incluyen datos de 150 países diferentes.
Como se puede adivinar, los autores encontraron una correlación negativa. Es decir, las naciones en las que la gente era más inteligente eran también aquellas en las que era más infeliz.
¿Por qué la inteligencia no conduce necesariamente a la felicidad?
En este punto las cosas se complican, porque los autores solo pueden proponer diferentes teorías. Sin embargo, algunas de estas ideas nos ofrecen mucho material con el que trabajar, o al menos nos hacen pensar. Por ejemplo, los investigadores piensan que las personas más inteligentes también tienden a tener expectativas más altas en la vida y, si estas no se materializan, se sienten
más frustrado y menos satisfecho. De hecho, tener expectativas realistas y aprender a manejar la frustración son habilidades que no están necesariamente relacionadas con la inteligencia.
Otra explicación podría ser que la inteligencia "duele" en el sentido de que nos permite vislumbrar nuestras propias imperfecciones y las del mundo circundante, lo que obviamente no nos convierte en las personas más felices de la tierra. Quizás sea precisamente por eso que hace tiempo que existe el dicho popular: "bendita ignorancia".
Sin embargo, los investigadores creen que la verdadera explicación es que desarrollar inteligencia requiere tiempo, costo y esfuerzo. Esto también incluye sacrificar actividades agradables como pasar tiempo con las personas que amamos o participar en actividades que disfrutamos. En la práctica, las personas más inteligentes estarían tan ocupadas estudiando y luego desarrollando sus carreras que a menudo se olvidan de otros factores, que casualmente, serían los que los harían más felices.
Creo que, más allá de las posibles explicaciones, lo que necesitamos entender es que ser más inteligente no es sinónimo de mayor felicidad. Por eso, de vez en cuando debemos detenernos un momento en el camino de nuestra vida para preguntarnos si lo que estamos haciendo realmente nos satisface.