¿Alguna vez te has sentido tan exhausto, roto, desilusionado o desamparado que pensaste que no podrías continuar? ¿Se ha sentido al borde del precipicio sin más remedio que rendirse o tocar fondo emocionalmente?
Nos pasa a todos, a veces la vida se pone bastante difícil. Por mucho que luchemos, no vemos la luz al final del túnel, nos sentimos atrapados. Pero es precisamente cuando pasamos por estas situaciones extremas que descubrimos nuestra verdadera fuerza. Como recuerda un famoso dicho popular: un mar en calma nunca hizo a un marinero experto.
La fuerza que viene de la adversidad
Maurice Vanderpol, ex presidente de la Sociedad e Instituto Psicoanalítico de Boston, analizó uno de los capítulos más oscuros de la historia de la humanidad: el Holocausto. Encontró que las víctimas que lograron salir de los campos de concentración mentalmente sanas tenían algo en común que llamó un "escudo de plástico".
Ese escudo estaba compuesto por varias piezas, entre ellas un sentido del humor, a menudo un humor negro que, sin embargo, les ayudó a adoptar un sentido crítico de la perspectiva. Otras características centrales que ayudaron a estas personas a superar la adversidad fueron la capacidad de establecer vínculos interpersonales significativos y la construcción de un espacio psicológico interno que las protegiera de intrusiones violentas.
Evidentemente, nadie quiere que la adversidad toque a su puerta. Pero tarde o temprano lo harán, por lo que es mejor estar preparado para lidiar con los problemas y contratiempos de la mejor manera posible. De hecho, cuando intentamos evitar la adversidad, también eliminamos uno de los ingredientes más importantes para cultivar nuestra resiliencia.
“Suceden cosas terribles, pero la forma en que respondo define mi carácter y la calidad de mi vida. Puedo elegir estar atrapado en una tristeza perpetua, inmovilizado por la gravedad de mi pérdida, o superar el dolor y salvaguardar el regalo más preciado que tengo: la vida misma ”, dice el escritor estadounidense Walter Anderson.
Por eso, en lugar de evitar la adversidad, debemos abrazarlos, entender que son una especie de combustible esencial para cultivar la fuerza interior. No tiene por qué gustarnos. No tenemos que disfrutarlo. Pero debemos confiar en su potencial para convertir una tormenta en una fuente de fortaleza. La enseñanza que surge de la adversidad es el caldo de cultivo ideal para dar un salto cualitativo en nuestra vida.
Cuando creemos que hemos llegado al límite, pero seguimos avanzando, nos damos una gran lección de valentía que se convertirá en un pilar sólido para sostener nuestra vida. No tirar la toalla hoy nos hace más fuertes para futuras batallas.
5 beneficios que puede obtener de la adversidad
Necesitamos dejar de ver la adversidad como un enemigo y empezar a verla simplemente como situaciones. Las situaciones no son simplemente un lugar en el que nos encontramos o una circunstancia por la que estamos pasando, sino que involucran la forma en que asumimos esos hechos, así como los pensamientos y emociones que vienen a nuestra mente y sentimos en ese momento.
Esto significa que toda situación es un microcosmos que incluye, por un lado, hechos y, por otro, nuestra reacción a lo que nos sucede. Por tanto, un cambio en una de estas variables nos conducirá a una situación diferente, a otro microcosmos. A veces no podemos cambiar los hechos, pero podemos cambiar la forma en que reaccionamos ante ellos. Y esto suele ser suficiente para salir de la situación que le quita el oxígeno psicológico.
Un buen lugar para comenzar es tomar la adversidad como una oportunidad para conocernos mejor y enriquecer nuestro bagaje de herramientas psicológicas para la vida. Para hacer esto, debemos entender que la adversidad:
1. Nos ayudan a desarrollar la resiliencia. La resiliencia no es producto de una vida sencilla sino que se forja en las circunstancias más difíciles, cuando nos esforzamos por salir adelante, a pesar de todo y de todos. Cada desafío que enfrentamos y superamos fortalece nuestra voluntad y desarrolla nuestra capacidad para superar los obstáculos que aparecerán en el futuro.
2. Fortalecen nuestra confianza en nosotros mismos. Superar la adversidad nos ayuda a mantener nuestra fuerza interior. Somos lo que somos por las experiencias que hemos vivido y la forma en que las hemos afrontado. Afrontar con éxito la adversidad nos da la autoconfianza necesaria para superar nuevos problemas sin colapsar, con la certeza de que lo lograremos pase lo que pase.
3. Aprendemos a sentirnos más cómodos en la incertidumbre. La adversidad nos saca de nuestra zona de confort, enfrentándonos a la incertidumbre. Esto nos permite aprender a gestionar el malestar que genera la incertidumbre y lo desconocido, de manera que al final nuestra zona de confort será cada vez más amplia.
4. Nos permiten descubrir nuestras fortalezas. Las situaciones de borde pueden resaltar nuestras mejores habilidades y fortalezas, cualidades que de otro modo habrían permanecido en las sombras. La adversidad nos anima a superar nuestros límites y descubrir un nuevo "yo". No es casualidad que un estudio realizado en la Universidad McGill revele la estrecha relación entre la resiliencia y la autoconciencia.
5. Estimulan la aceptación incondicional. La adversidad es inevitable, son parte de la vida. Resistirlos o negarlos solo hará que regresen con una fuerza aún más destructiva. Por eso los problemas son una excelente oportunidad para practicar la aceptación radical, para asumir que hay cosas que no podemos cambiar pero, aun así, podemos seguir viviendo e incluso disfrutar de la vida.
No debemos olvidar que la adversidad es una de las fuerzas más poderosas de la vida. Pueden sacar lo mejor o lo peor de nosotros. La decisión es nuestra.