15 mecanismos de defensa del ego que usas sin saberlo

15 mecanismos de defensa del ego que usas sin saberlo

Los mecanismos de defensa forman parte de nuestra vida diaria, incluso si desconocemos su existencia. En realidad, no son una estrategia racional para lidiar con problemas y conflictos, son más bien una especie de "carta de triunfo" que nuestro inconsciente usa para protegernos de un supuesto peligro. A veces pueden ser providenciales, otras veces pueden impedirnos crecer, llevándonos a desarrollar conductas desadaptativas que son la base para la posterior aparición de trastornos mentales.


¿Cuáles son los mecanismos de defensa?

En 1894 Freud fue el primero en utilizar el término "mecanismos de defensa", refiriéndose a ellos como "formaciones defensivas para lidiar con ideas y afectos dolorosos e insoportables". En la práctica, los concibió como una estrategia del ego para protegerse de los peligros que imagina.


Más tarde, en 1936, Anna Freud esbozó estos mecanismos con mayor precisión y describió en detalle cómo funcionan. Su definición de mecanismos de defensa indica que se trata de estrategias psicológicas que se utilizan inconscientemente para protegernos de la ansiedad que proviene de pensamientos o sentimientos inaceptables.

En resumen, los mecanismos de defensa son:

• Inconscientes e involuntarios, operan bajo el radar de nuestra conciencia.

• Mitigan la angustia y ansiedad que pueden generar disonancia cognitiva

• Pueden ser adaptativos y creativos, pero también pueden ser patológicos.

¿Cómo funcionan los mecanismos de defensa del yo?

Se activan mecanismos de defensa para protegernos de la ansiedad o la culpa que surgen cuando nos sentimos psicológicamente amenazados. Operan a nivel subconsciente para evitar sensaciones desagradables, disonancia cognitiva y, en general, conflictos internos.

El funcionamiento de los mecanismos de defensa se basa en la disociación o divalencia, para establecer una distancia de seguridad entre lo que consideramos bueno y malo. De esta forma "eliminan" la fuente de tensión, inseguridad o ansiedad.



Esta estrategia nos permite adaptarnos a determinadas necesidades, pero en realidad no resuelve el problema de fondo, mantiene latente el conflicto. De hecho, aunque los recuerdos o los problemas se eliminan de nuestra memoria consciente, continúan influyendo y ejerciendo presión sobre nuestro comportamiento desde el inconsciente.

Cuando creamos un mecanismo de defensa es como si estuviéramos trabajando a la mitad de su capacidad porque la capacidad de acción de nuestro ego es limitada, ya que no puede lidiar con la situación perturbadora.

Evidentemente, cuando desaparece el mecanismo de defensa, la ansiedad regresa y puede ser tan intensa como para generar estados psicóticos, aunque afortunadamente en la vida cotidiana estos casos son bastante inusuales, pues habitualmente el mecanismo de defensa desaparece cuando nuestro "yo" está dispuesto a afrontar el conflicto.

Por tanto, los mecanismos de defensa son una especie de protección natural frente a situaciones que no estamos preparados psicológicamente para afrontar. Pero si recurrimos a ellos con frecuencia, podríamos acabar sufriendo diversos trastornos mentales ya que no representan una estrategia adaptativa para afrontar la realidad. La proyección puede dar paso a la proyección delirante, la negación a la negación psicótica y la distorsión de la realidad a la distorsión psicótica.

7 mecanismos de defensa primitivos

Los mecanismos de defensa pueden tener un carácter primitivo o, por el contrario, ser muy elaborados. Cuanto más primitivo sea el mecanismo, más eficaz será a corto plazo para hacer frente a la situación porque suele ocultarla por completo. Pero también es muy ineficaz a largo plazo, ya que no le permite procesar los recursos necesarios para hacer frente a la situación.


De hecho, los mecanismos de defensa primitivos son más típicos de los niños o las personas que no tienen suficientes recursos psicológicos para hacer frente a los problemas. Cuando los adultos no están familiarizados con las técnicas para lidiar con el estrés o los eventos traumáticos, a menudo recurren a mecanismos de defensa primitivos.


1. Negación. Consiste en refutar la realidad o ciertos hechos porque son demasiado dolorosos, por lo que la persona actúa como si el hecho no sucediera o no existiera. Se considera uno de los mecanismos de defensa más primitivos porque es característico de la infancia. Pero también es uno de los más comunes y lo usamos a menudo en la vida cotidiana, por ejemplo, cuando no queremos aceptar un añadido, la pérdida de un ser querido o un trauma y actuamos como si el problema no existiera. .

2. Regresión. Es cuando reactivamos comportamientos de etapas anteriores de la vida. Ocurre cuando un problema nos abruma y nos vemos obligados a mirar hacia atrás en busca de soluciones que nos han sido útiles en el pasado pero que no son congruentes en la etapa actual de nuestro desarrollo. El problema es que mirar atrás también activa todos nuestros miedos y ansiedades, por lo que este mecanismo de defensa muchas veces se manifiesta de forma destructiva. Un ejemplo es el del adulto que ante un problema en el trabajo se niega a ir y se encierra en su habitación (comportamiento típicamente adolescente).

3. Acción. Es un comportamiento extremo que nos permite expresar pensamientos o sentimientos que de otro modo no podríamos expresar. Por ejemplo, en lugar de decir "Estoy enojado contigo", la persona que activa este mecanismo de defensa puede golpear la mesa o cerrar la puerta. Este comportamiento la ayuda a liberar la tensión, sin dirigirla a la causa real. El acto expresa el deseo de forma simbólica y distorsionada. El problema es que esta forma de lidiar con la realidad a menudo conduce a autolesiones, porque la persona descarga pensamientos o sentimientos negativos sobre sí misma.


4. Disociación. Este mecanismo de defensa primitivo hace que la persona pierda la noción del tiempo o de sí misma, lo que lleva a la pérdida de los recuerdos y patrones de pensamiento habituales. Cuando se activa este mecanismo, la persona toma una distancia psicológica de lo que está sucediendo, como si no le estuviera sucediendo, de esta manera se protege. Es un mecanismo común en personas que han sufrido abuso infantil o que no han podido defenderse de la agresión. El problema es que estas personas recurren con tanta frecuencia a la disociación que tienden a desarrollar una imagen desconectada de sí mismos y del mundo, que no fluye de forma natural, como ocurre con el resto de personas.


5. Compartimentación. Este mecanismo de defensa es una expresión de disociación menos intensa, en la que partes de la persona se separan de la conciencia, por lo que la conciencia acaba comportándose como si tuviera bloques de valores separados. En la práctica, creamos compartimentos separados para sistemas de valores y creencias que son diferentes y opuestos entre sí, para que no generen disonancia cognitiva ni socaven nuestra identidad. Un ejemplo sería una persona que a veces se comporta con honestidad, pero en otras circunstancias no tiene dificultad para hacer trampa o mentir. Al compartimentar ambos comportamientos, la persona es inmune a la disonancia cognitiva.

6. Proyección. Atribuimos a otra persona sentimientos, deseos o motivaciones que son nuestras pero no las reconocemos como tales porque no las queremos aceptar, ya que dañarían la imagen que tenemos de nosotros mismos. Al proyectarlos en otra persona, nos sentimos aliviados y podemos mantener una relación sin entrar en tensión con nuestro "yo". Por ejemplo, una persona puede enfadarse con su pareja y quejarse de que no está escuchando cuando, en realidad, es él / ella quien no escucha pero no quiere aceptarlo.

7. Entrenamiento reactivo. En este caso, la persona suele comportarse de forma diferente a como piensa y siente en determinadas circunstancias. Lo que hace es exacerbar los aspectos positivos relacionados con la situación para que escondan los negativos (que son los que generan ansiedad y angustia). Por ejemplo, una persona que está enojada con su jefe pero que está siendo demasiado amigable con él. Lo que realmente sucede es que la persona no se siente capaz de expresar su descontento y trata de ocultarlo (incluso de sí mismo), comportándose como si realmente se sintiera muy satisfecho.

¿Cuáles son los mecanismos de defensa más elaborados?

Además de los primitivos mecanismos de defensa, existen otros más elaborados y maduros que suelen ser mucho más efectivos a largo plazo, aunque esto no quiere decir que sean una alternativa para afrontar problemas y conflictos, porque no resuelven ellos, sino simplemente posponerlos.

1. Represión. En este caso, nuestra mente simplemente elimina de la conciencia aquellos pensamientos, impulsos y sentimientos que son perturbadores, que generan culpa o deseos que no corresponden a nuestro sistema de valores. Al negar su existencia, somos capaces de mantener el equilibrio emocional y nuestro ego no se ve obligado a luchar con ideas o emociones que, en teoría, no deberían existir porque contradicen su forma de ser. El ejemplo clásico es la represión de ciertos impulsos sexuales porque no se ajustan a los valores que presumiblemente profesamos.

2. Reubicación. Hay una redirección de una emoción o sentimiento (generalmente ira) hacia una persona u objeto que no puede responder. Este mecanismo de defensa es bastante peculiar porque se activa cuando no podemos expresar lo que sentimos y nos permite relacionarnos con esa persona evitando las características negativas que nos molestan. Un ejemplo es cuando nos enojamos con nuestro jefe, pero como no podemos descargar la ira sobre él, terminamos discutiendo con nuestra pareja o una mascota.

3. Racionalización. La persona intenta utilizar argumentos lógicos para explicar ciertos comportamientos, deseos o necesidades. Es una especie de negación porque en realidad estos motivos son inválidos y con ellos la persona simplemente intenta no tener que afrontar el conflicto. Un ejemplo es cuando a alguien se le diagnostica una enfermedad degenerativa o grave y, en lugar de expresar su dolor, rabia y tristeza, se centra en los detalles técnicos de un tratamiento que no es curativo. A través de explicaciones lógicas, evita los sentimientos y también evita afrontar la situación.

4. Introyección. Es la asimilación de las características de una persona, objeto o animal a nuestro ego. Solo podemos asimilar algunas características o el objeto en su totalidad, en cuyo caso nuestro "yo" podría estar en peligro porque sus verdaderas características serían invadidas por formas ajenas de hacer y comportarse. Este mecanismo de defensa es muy común en los niños, cuando pierden a un ser querido o su mascota y adquieren algunos de sus hábitos o formas de comportarse. De esta forma mantienen vivo el recuerdo y niegan lo sucedido. También puede ocurrir en personas que se sienten débiles e indefensas y adoptan actitudes y formas de comportarse como las que consideran fuertes porque se identifican con ellas.

5. Deshaga el hecho. En determinados momentos perdemos el control y hacemos cosas de las que nos arrepentimos, cuando no aceptamos que nos hemos comportado de determinada manera estamos poniendo en práctica este mecanismo de defensa. Básicamente, intentamos retroceder y deshacer un comportamiento o pensamiento que consideramos inaceptable o dañino. Por ejemplo, después de darnos cuenta de que hemos insultado a nuestra pareja, en las siguientes horas ensalzamos sus virtudes en lugar de simplemente pedir disculpas. De esta forma creemos que desharemos la acción anterior y que la persona no tendrá en cuenta los comentarios realizados.

6. Compensación. Es un mecanismo en el que intentamos compensar las debilidades percibidas enfatizando las fortalezas que tenemos en otras áreas. Al enfocarse en una fortaleza, la persona reconoce que no puede ser "perfecta" en todas las áreas de la vida y es capaz de aceptar la debilidad que antes era vergonzosa. Por ejemplo, un ama de casa puede compensar el hecho de ser una mala cocinera enfatizando su extraordinaria habilidad para limpiar y ordenar la casa. Siempre que no exageremos nuestras fortalezas y habilidades, este mecanismo de defensa es bueno porque puede ayudarnos a aumentar nuestra autoestima, pero debemos tener cuidado de no excedernos.

7. Sublimación. Este mecanismo de defensa consiste en canalizar impulsos, pensamientos y emociones inaceptables hacia aquellos que consideramos más aceptables. El humor, por ejemplo, puede ser un mecanismo de sublimación. Si lo que tenemos que decir es muy fuerte o inaceptable, podemos usar el humor para expresarlo, así reducimos la intensidad emocional del mensaje. La fantasía es otra forma en que funciona la sublimación. Por ejemplo, en lugar de responder al ataque de una persona defendiéndonos, podemos dar la espalda, pero continuar librando la "batalla" en nuestra mente. Luego, en la imaginación, satisfacemos nuestros impulsos o el deseo de venganza.

8. La rendición altruista. El altruismo es la preocupación individual por el bienestar de los demás, algo que siempre se ha considerado positivo pero que, si se distorsiona, puede convertirse en un mecanismo de defensa, como estableció Anna Freud, perjudicando tanto a la persona como a quienes quieren ayudar. El altruismo defensivo se refiere a un acto altruista en el que existe una motivación egoísta inconsciente debajo de la intención altruista consciente. Por lo tanto, se considera un mecanismo de defensa secundario, el pináculo de la defensa del ego. La clave del altruismo defensivo es pensar que somos extremadamente amables y altruistas cuando en realidad actuamos por razones puramente egoístas.

¿Es recomendable desactivar los mecanismos de defensa?

Es importante tener en cuenta que no siempre es necesario deshabilitar los mecanismos de defensa. Hasta que se conviertan en la principal estrategia para afrontar la realidad, pueden tener una función protectora de nuestro equilibrio mental. De hecho, la estrategia de enfrentamiento para desactivar los mecanismos de defensa podría incluso volverse peligrosa si la persona no cuenta con los recursos psicológicos que le permitan afrontar adecuadamente la realidad.

Por tanto, la mejor forma de desactivar los mecanismos de defensa es mejorando nuestras habilidades psicológicas. Si desarrollamos una actitud resiliente, aprendemos técnicas para manejar el estrés, practicamos la aceptación radical y nos aseguramos de construir un ego fuerte, no necesitaremos poner en marcha estos mecanismos porque no nos sentiremos constantemente amenazados y podremos afrontar los problemas. la angustia o ansiedad que pueden generar los problemas y conflictos.

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