El instinto es una respuesta automática y visceral que se comunica a través de la intuición. En efecto, podríamos decir que la intuición es la manifestación sublimada del instinto y aunque éste tampoco respeta el razonamiento analítico, nos ofrece información más detallada y no tiene un carácter tan perentorio que nos empuje a la acción. Mientras que el instinto nos impulsa a actuar casi de inmediato, la intuición es una señal de alarma que nos anima a detenernos y pensar.
Sin embargo, después de siglos de civilización, hemos dejado de lado nuestros instintos e intuición. Optamos por la razón, tratando de ocultar los sentimientos haciendo oídos sordos a la llamada del instinto porque creemos que no está "a nuestro nivel".
Sin embargo, ten en cuenta que prestar atención a tus instintos o intuición no significa juzgar, no es ceder a los estereotipos ni dejarse influir por el miedo, simplemente significa escuchar lo que tu cuerpo o la parte emocional de tu cerebro tiene que decirte.
Tu instinto tiene un mensaje
1. Sensación de peligro. Lo más probable es que al menos una vez hayas sentido que estás en peligro y te hayas preguntado si era real o si solo estabas exagerando. Cuando sientes un sentimiento de angustia diciéndote que huyas, lo primero que piensas es que depende de tu imaginación. Sin embargo, cuando sienta que está en peligro, es mejor actuar. Lo mismo ocurre con los problemas de salud cuando siente que algo anda mal pero no puede precisar qué es.
Por supuesto, no se trata de volverse hipocondríaco o paranoico, sino de escuchar las señales que envía su cuerpo. De hecho, debemos recordar que nuestro inconsciente recoge más información de la que podemos manejar conscientemente y, en ocasiones, la sensación de peligro proviene de él, por lo que debemos prestarle atención.
2. La primera impresión. La primera impresión es un mecanismo mediante el cual atribuimos rasgos de personalidad estables a los demás sobre la base de pequeños elementos, generalmente señales visuales; el rostro de una persona, la ropa que usa o cómo se mueve. Este proceso es muy simple, pero sirve para guiarnos cuando no sabemos casi nada sobre la otra persona, lo que significa que también podría ser peligrosa.
Por tanto, hasta que la primera impresión se convierta en un estereotipo, es conveniente dejarse influir por este mecanismo de señalización que puede acercarnos o alejarnos de una persona, si consideramos que puede representar una amenaza.
3. Decisión correcta. Cada día tomamos decisiones, algunas en segundos, otras son más importantes y nos ponen en una encrucijada. Para tomar una buena decisión, especialmente cuando se trata de una elección que puede cambiar tu vida, es recomendable tomar cierta distancia del problema, para que puedas evaluar las diferentes opciones desde un punto de vista más objetivo.
Sin embargo, las emociones no son el enemigo. De hecho, antes de tomar una decisión final, es recomendable imaginar cómo nos sentiremos. Dejar que esa parte de nosotros hable que nos dice que vamos en la dirección correcta o que estamos equivocados. No se trata de dejarse guiar únicamente por el instinto, pero aun así debemos escucharlo, porque si te sientes incómodo con una determinada decisión es probable que no sea buena.
¿Son fiables el instinto y la intuición?
El instinto puede salir mal y la intuición no siempre es confiable. Sin embargo, también podemos equivocarnos cuando tomamos una decisión racional. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Tel Aviv demostró que dejarnos guiar por nuestros instintos no es tan loco como parece, porque la tasa de éxito puede llegar al 90%.
En este experimento, los psicólogos involucraron a las personas en la toma de decisiones controlada. Las secuencias de pares de números pasaron rápidamente en un monitor de computadora.
Una secuencia se mostró en la parte superior derecha y la otra en la parte inferior izquierda. La tarea de los voluntarios fue identificar la fila que contenía el promedio más alto. Sin embargo, el problema era que los números pasaban tan rápido frente a sus ojos que eran imposibles de memorizar, por lo que los voluntarios tuvieron que recurrir a la intuición.
Lo increíble es que cuantas más parejas de números aparecían en el monitor más difícil era calcular la media, pero mayor era el éxito obtenido por los voluntarios. De hecho, cuando se les mostraron 6 pares de números en secuencia, el 65% de las personas identificaron el promedio, mientras que cuando los pares de números eran 24 las respuestas correctas aumentaron al 90%.
Este sencillo experimento demuestra que confiar en nuestra intuición y dejarnos guiar por nuestros instintos no siempre es malo. Al contrario, puede ayudarnos a tomar la decisión correcta.
Hay ocasiones en las que necesitamos poner en práctica las palabras del escritor español Armando Palacio: “Cuando está cerca del abismo y la noche es oscura, el jinete sabio suelta las riendas y confía en el instinto del caballo”. .