Responsabilidad. Se trata de la capacidad de responder por nuestras acciones y comprometernos en nuestros deberes. También se dice de una habilidad poco común en nuestros días, en una sociedad que reclama derechos pero evita deberes.
Alérgico a los deberes, alimentando la presunción narcisista de que podemos recibir sin dar nada a cambio, no es raro encontrarse con personas que se han convertido en especialistas en eludir la responsabilidad.
El principal problema es que estas personas proyectan sus responsabilidades en los demás y esperan que otros asuman sus obligaciones y errores.
Si nos encontramos con una persona que no asume sus responsabilidades, es probable que acabemos cargando con una carga muy pesada compuesta por nuestros deberes además del suyo.
Las estrategias de las personas que no asumen sus responsabilidades
1. Proyección
La proyección es un mecanismo de defensa mediante el cual la persona atribuye sus sentimientos, deseos y motivaciones a los demás. La persona no reconoce sus emociones como propias y las proyecta sobre nosotros, culpándonos cuando se siente frustrado, abrumado, enojado o triste.
Si esa persona se enfada, por ejemplo, para no reconocer su enfado, nos lo atribuye y es probable que también nos acuse de no ser razonables, cuando en realidad es todo lo contrario. Para evadir sus responsabilidades emocionales, vierte esos estados afectivos sobre quienes lo rodean.
2. Intimidación
En este caso, la persona recurre a los insultos, las humillaciones y el desprecio para evadir la responsabilidad. Esta intimidación suele ser verbal, mediante insultos, pero también puede recurrir a bromas con el objetivo de menospreciar al otro.
Básicamente, la intimidación es una herramienta poderosa. De hecho, la persona sabe que si logra intimidarnos, no le pediremos sus responsabilidades. Por tanto, intenta conquistar una posición superior en la que nos sintamos obligados a asumir sus obligaciones o dejarlo solo.
3. Ataque
El ataque como estrategia para eludir la responsabilidad no se da a nivel físico sino psicológico. La persona es consciente de que se ha equivocado, pero antes de que le pregunten por su responsabilidad, decide atacarnos.
Habitualmente el ataque comienza con algo insignificante, una situación trivial, pero la persona se aprovecha y exagera hasta el punto de desviar la atención de lo que realmente está sucediendo. Es como si alimentara un pequeño fuego para desviar la atención de un gran incendio que tiene lugar en otra parte.
4. Culpar
Una de las estrategias más comunes de las personas que evaden sus responsabilidades es culparnos por los errores cometidos. Para aclararse, estas personas no dudarán en manipular y distorsionar los hechos como les plazca.
En este caso, la gente quiere que paguemos por sus daños. No solo no reconocen su responsabilidad, sino que tienen la intención de obligarnos a asumirla y es probable que también asuman el papel de víctimas.
5. Evitación
La evasión es una estrategia que muchas personas utilizan para evitar sus responsabilidades. En este caso, la persona no peleará ni se enojará, simplemente intentará escapar de la situación cuando tratemos de ponerlo frente a sus obligaciones.
A veces la evitación se da en el plano físico: la persona abandona la familia o el trabajo, otras veces se esconde detrás de la indiferencia y el silencio. En estos casos, la persona está presente, pero evita hablar sobre el problema, generalmente guardándose silencio.
6. Negación
La negación puede convertirse en una de las tácticas más frustrantes de las personas que escapan a sus responsabilidades. En este caso, la persona simplemente negará todo. Si está comprometida, lo negará. Si se equivoca, lo negará.
Su estrategia es desestabilizarnos con terquedad. La persona no está dispuesta a reconocer su responsabilidad incluso frente a las pruebas. Agotará nuestros recursos, energía y tiempo al negar su papel en la historia, hasta el punto de que llegaremos a preguntarnos si realmente sucedió y si no nos equivocamos.
7. Agotamiento
Esta táctica para evitar la rendición de cuentas implica tomar un pequeño detalle y discutirlo sin cesar. La persona no acepta discutir el problema o las consecuencias de sus acciones, sino que desvía nuestra atención llevándola a un punto irrelevante.
De esta forma, la conversación se descarrila y entra en un círculo vicioso. Esto acabará por cansarnos, frustrarnos y molestarnos, hasta que estemos de acuerdo con él o dejamos de asumir sus responsabilidades.
¿Qué podemos hacer con las personas que no asumen sus responsabilidades?
No podemos obligar a nadie a asumir sus responsabilidades. Solo podemos hablar con él para intentar hacerle entender que todos tenemos obligaciones y que una buena convivencia depende de que cada uno tenga la madurez necesaria para asumir las consecuencias de sus actos, corregir sus errores y asumir sus responsabilidades.
Desafortunadamente, la persuasión no siempre da sus frutos. Por eso, a veces la única solución es conocer gente y reducir nuestras expectativas. Si sabemos que alguien está eludiendo sistemáticamente sus obligaciones y responsabilidades, es mejor que no dependamos de esa persona para asuntos serios.
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