Corría el año 1974 cuando el sociólogo Phillip Kunz realizó un experimento muy curioso. Envió tarjetas de Navidad con una foto de él y su familia junto con una nota escrita a mano a 600 personas elegidas al azar. Los destinatarios de las postales eran completos desconocidos, pero el buzón de Kunz pronto se llenó de tarjetas de felicitación.
Recibió casi 200 respuestas. ¿Por qué tanta gente responde a un perfecto extraño? Es la regla de la reciprocidad: esas personas se sintieron obligadas a devolver el favor. Sin embargo, hay algunas personas que no aplican esta regla y se convierten en receptores codiciosos y donantes tacaños. Tenemos que tener cuidado con estas personas o se acabarán quedando sin energía.
Quien da también tiene derecho a recibir
Dicen que quien da debe tener memoria corta y quien recibe memoria larga. Es cierto que la auténtica ayuda es la que viene del corazón, la que no pide nada a cambio porque el simple acto de ayudar es ya una recompensa suficiente. Pero no podemos dar continuamente, día tras día, llegando al límite de nuestras fuerzas, sin recibir absolutamente nada a cambio.
Esto no es un do ut des o llevar un registro de los favores que hemos hecho, pero necesitamos, por el bien de nuestra cordura, recibir una compensación en forma de afecto, palabras amables y reconocimiento, el tipo de compensación que nos dice. que la otra persona valore nuestro esfuerzo y que todo lo que hagamos no sea en vano.
No debemos olvidar que el amor es el alimento del alma. Es tan importante dar amor como recibirlo. Ofrecerse continuamente, sin recibir nada a cambio, es agotador, es como vaciar el alma olvidándose de volver a llenarla.
A veces no caes por debilidad, sino por ser demasiado fuerte
A fuerza de dar, muchas personas se pierden porque terminan anteponiendo las necesidades y deseos de los demás a los propios. Se pierden en el acto de dar continuamente, porque para satisfacer a los demás tienen que silenciar su "yo".
Este tipo de intercambio es tóxico. La falta de reciprocidad alimenta una espiral de insatisfacción, decepción y frustración. Cuando das mucho sin recibir nada a cambio, en el fondo tus necesidades de cariño y reconocimiento quedan insatisfechas, y esto suele generar un enorme vacío interior.
Asumir el papel de "donante" también conlleva otro peligro: no poder pedir ayuda cuando la necesitas. Generalmente, la persona fuerte se convierte en el apoyo de los demás, por lo que no solo asume sus propios problemas sino también los de los demás. En consecuencia, no es extraño que acabe exhausta bajo ese peso.
Esa persona, acostumbrada a utilizar sus propios recursos para hacer frente a las situaciones más diversas, probablemente ni siquiera se planteará pedir ayuda. El problema es que nuestros recursos no son ilimitados y, tarde o temprano, eventualmente se acabarán.
Las señales de que estás dando demasiado
- Sigues dando, incluso en aquellas situaciones en las que te sientes emocionalmente vacío
- Te sientes solo en tu relación y apenas puedes satisfacer tus necesidades emocionales.
- Esa persona te pide ayuda constantemente, pero nunca está disponible para ayudarte o no reconoce tu esfuerzo.
- Tienes miedo de que si dejas de dar, esa persona se aleje de ti, lo que demuestra que, al final, es una relación interesada
- Tu ayuda desinteresada se ha convertido en una gran obligación, por lo que esa persona la pide y la exige.
- Se ha creado una relación de dependencia en la que se ha asumido el rol de donante, mientras que el otro se limita a recibir
¿Cómo salir de este tipo de relación?
Siempre que ayudamos a alguien, le ofrecemos una parte importante de nosotros. Desafortunadamente, muchas personas no lo saben y no se dan cuenta del alcance de esa ayuda hasta que se detiene.
Para evitar estas relaciones desequilibradas, es importante cultivar una buena autoestima. Si nos valoramos y apreciamos a nosotros mismos, es más probable que otros también valoren más nuestra ayuda.
Si otros no lo hacen, tal vez sea hora de hacernos a un lado amablemente para cuidarnos a nosotros mismos o simplemente señalar cuánto estamos aportando y restablecer el equilibrio en la relación.