El problema no es el hábito en sí, sino el hecho de convertirlo en un estilo de vida. Cuando eso sucede, terminamos por desensibilizarnos, emocional e intelectualmente. También nos volvemos temerosos y sordos a las oportunidades de crecimiento y cambio.
Última actualización: 18 octubre, 2019
El ciclo del hábito es una trampa.. Al principio nos acoge en un cálido y confortable abrazo, pero a la larga nos aprieta en una mordaza que limita nuestros movimientos. Con el tiempo, también aprende a equilibrar el daño que causa con los beneficios que ofrece. Pero permanecemos estacionarios, indefinidamente.
El cerebro humano es un órgano fabuloso diseñado principalmente para crear. A su vez, la creación es, en esencia, el camino que utiliza la inteligencia para resolver problemas. Las facultades cognitivas y el mundo emocional alcanzan su punto máximo ante una dificultad.
“Los hábitos son como una cuerda. Tejemos una hebra todos los días y pronto ya no podremos romperla”.
-Horace Mann-
El hábito es una forma de definir el terreno de la experiencia. Una de las funciones de la rutina es reducir el abanico de dificultades diarias a afrontar. Pero esto nos impide en gran medida pensar y sentir; nos movemos guiados por la inercia.
No tener que pensar en cada cosa que hacer es sin duda bueno, pero cuando llegas al punto en que ya está todo decidido de antemano... primero viene el aburrimiento, luego la depresión.
El cerebro humano está diseñado para el cambio, para la novedad. y evitar esto conduce a consecuencias cognitivas y emocionales. Pero, ¿cómo sabemos si estamos atrapados en el ciclo del hábito? Preste atención a las siguientes señales.
Ciclo del hábito: ¿cuánto nos limita?
Dedícate más a las urgencias que a las cosas importantes
Definimos "urgente" todo lo que representa un deber. La costumbre nos lleva a cargarnos de deberes, pero estos casi siempre están más relacionados con la satisfacción de los demás, que de nosotros mismos. Y esto es lo que suele impulsarnos a actuar. Los deberes incluyen deberes laborales, académicos, familiares, afectivos, ideológicos, etc.
Lo importante, en cambio, se refiere a todo lo que realmente determina nuestro bienestar y la sensación de llevar una vida satisfactoria. Pasar tiempo de calidad con las personas que amamos, por ejemplo; o la reflexión que nos debemos a nosotros mismos sobre un sentimiento que nos preocupa y no sabemos por qué. Para esto, al final, nunca tenemos tiempo.
Pensando en tener que estar satisfecho
Cuando estás atrapado en el ciclo del hábito, sientes una incomodidad interna. Aunque la rutina nos lleva a organizar y decidir todo de antemano, sentimos cierta molestia por ello.
A pesar de ello, nos encargamos de silenciar esa voz que nos dice que algo anda mal.. Muchas veces terminamos respondiendo "así son las cosas" y que tenemos que estar satisfechos. Alimentamos el conformismo, escondiéndonos en ideas y premisas (como la madurez) que no siempre son tan razonables como parecen.
Un efecto del ciclo del hábito: miedo al riesgo
Uno de los efectos más dañinos del hábito es que poco a poco nos vuelve más y más temerosos. Sin darnos cuenta acabamos sintiendo miedo a todo aquello que nos resulta desconocido o que requiere algún tipo de cambio o novedad.
El automatismo se hace cargo. Cada vez que nos enfrentamos a algo nuevo, saltan las alarmas como si estuviéramos frente a una amenaza. Ya no afrontamos el cambio con ilusión y curiosidad, sino con prejuicio y miedo. Perdemos la apertura hacia lo diferente.
procrastinar indefinidamente
También hay espacio en el ciclo del hábito para desear algo diferente. Nos encontramos pensando que tal vez seremos capaces de lograr un objetivo determinado o nos sentiremos más satisfechos si hiciéramos esto en lugar de aquello. Si nos armamos del coraje necesario para emprender cualquier actividad o incluso para cambiar.
El problema es que muchas veces encerramos todos estos sueños y proyectos en un cajón. Allí tienen que esperar condiciones más favorables, que surja una oportunidad, que se cumplan determinadas condiciones, etc. Pero sabemos bien que es mucho más probable que permanezcan cerrados para ti para siempre.
La constante falta de interés.
Uno de los signos más claros de estar atrapado en el ciclo del hábito es el aburrimiento.. Se manifiesta como un sentimiento de desinterés por todo. No somos lo suficientemente apasionados por nada y no estamos entusiasmados con nada en particular.
No vibramos ante la vida; prevalecen las emociones planas. Sin ser plenamente conscientes de ello, comenzamos a vivir como si estuviéramos "perdiendo el tiempo". Terminamos asumiendo este estado como si fuera algo natural y lógico, cuando no lo es en absoluto.
La fuerza de la costumbre es muy poderosa.. En sí no es negativo, ya que ayuda a darnos estabilidad. Pero cuando se apodera de todo, se convierte en una red que nos atrapa y nos asfixia. Nunca debemos ceder ante ello. Pequeños cambios, como tomar una ruta diferente o comer algo nuevo, pueden ser una buena manera de comenzar a salir de esta prisión.