Uno de los mejores regalos que puede darle a su hijo es entrenar su mente para pensar positivamente. No significa asumir un positivismo ingenuo o apartarse de la realidad, sino aprender a encontrar el lado positivo de los problemas. De esta forma le facilitarás la vida y, en consecuencia, él también aprenderá a desarrollar esta actitud, porque educar a un niño también significa reeducarnos a nosotros mismos.
Dejar de trabajar en piloto automático
Nuestros cerebros están programados para evitar cualquier cosa que pueda dañarnos. Esta es una de las razones por las que la tristeza es la emoción que dura más, 240 veces más que el resto de emociones. Por lo tanto, es importante educar al cerebro para que comprenda que las cosas no son en blanco y negro y que los problemas también pueden esconder las semillas del cambio.
El cerebro registra los recuerdos de cómo reaccionamos ante diferentes situaciones, creando así "carreteras neuronales" que se convertirán en hábitos. Esto significa que si los niños aprenden desde pequeños a enfocarse solo en los aspectos negativos, a adoptar una actitud derrotista y a pensar en los problemas como obstáculos, esta forma de pensar pronto se convertirá en un hábito.
Los hábitos no son negativos, al contrario, nos permiten ahorrar tiempo y energía que podemos dedicar a otras cosas. Sin embargo, debemos asegurarnos de reforzar los hábitos positivos y que no se conviertan en obstáculos para nuestro desarrollo y bienestar.
La técnica del "jarrón de la felicidad"
Elsa Punset ha creado una técnica muy sencilla para enseñar a los niños a pensar positivamente en el menor tiempo posible. El detalle interesante es que se puede hacer en familia, para que todos puedan aprender.
La técnica recibe el nombre de "jarrón de la felicidad", pero también existen algunas variaciones como el "ánfora de los momentos felices" o el "baúl de la gratitud". Solo necesitas un jarrón transparente, donde cada noche cada miembro de la familia tiene que poner una nota indicando algo positivo que le sucedió durante el día.
Puede ser cualquier cosa, desde una sonrisa que te animó hasta un abrazo reconfortante, algo que te asombró… Lo importante es que es algo que te emocionó en ese momento o por lo que te sentiste agradecido. Puede utilizar hojas de papel de diferentes colores. Idealmente, la técnica debe realizarse durante al menos seis meses consecutivos. Después de ese tiempo, puede abrir el frasco y leer algunas de las cosas que escribió al azar. Seguramente recordarás ese momento y volverás a disfrutarlo.
Con esta sencilla técnica puedes lograr grandes cosas:
- Enseñar a los niños a apreciar los pequeños detalles que enriquecen la vida.
- Enseñar a los niños a practicar la gratitud, lo que les permitirá vivir con más satisfacción.
- Poco a poco, aprenderán a estar plenamente presentes, ya que cada día buscarán nuevas razones para sentirse felices.
- Desarrollarán hábitos positivos que les servirán en el futuro para afrontar problemas con una actitud más proactiva.
Recuerda que el cerebro tiende a centrarse más en los aspectos negativos que en los positivos, a menudo reflexiona sobre los problemas y sus consecuencias, por lo que es importante enseñar a los niños desde pequeños que el vaso no solo está medio vacío, sino también medio vacío. lleno.