Lidiar con el rechazo no es fácil. Nadie nos enseñó eso. A pesar de esto, todos experimentamos el rechazo a lo largo de la vida. Sentirse rechazado no es agradable, pero tampoco inusual. De hecho, aunque el rechazo en el amor es uno de los más dolorosos, también podemos ser rechazados profesionalmente o incluso ser marginados por la familia, un grupo de amigos o nuestra cultura de origen.
¿Por qué el rechazo es tan malo?
El rechazo literalmente duele. Un estudio realizado en la Universidad de Michigan encontró que el rechazo y el desprecio comparten los mismos circuitos neuronales que el dolor físico. Por lo tanto, cuando somos despreciados y rechazados, el dolor que sentimos no es solo emocional, sino también físico.
Esas negativas no solo duelen, sino que quedan profundamente grabadas. Generalmente, con el tiempo nos resulta difícil recordar exactamente la intensidad de una lesión física, pero somos capaces de recordar con particular viveza el dolor que sentimos cuando fuimos rechazados. Podemos recordar cada detalle y revivir la situación con una intensidad emocional bastante similar. En otras palabras, a medida que el recuerdo del dolor físico se desvanece lentamente, el recuerdo del rechazo permanece claramente grabado en nuestra memoria.
La intensa reacción al rechazo puede tener sus raíces en nuestro pasado más remoto. Cuando vivíamos en cuevas, quedarnos solos equivalía a una sentencia de muerte porque no podíamos sobrevivir en condiciones tan adversas, por lo que nuestro cerebro desarrolló una especie de sistema de alarma para advertirnos del riesgo de ostracismo. De esta forma podemos corregir nuestra actitud lo antes posible para no perder el apoyo y protección del grupo.
Pero el hecho de que nuestro cerebro active la alarma no significa que debamos sufrir pasivamente las consecuencias del rechazo. Necesitamos lazos sociales, pero no tenemos que aferrarnos a las personas que nos hacen sufrir.
¿Cómo manejar el rechazo?
Para manejar el rechazo, debemos asegurarnos de no convertirnos en nuestros peores enemigos porque estas situaciones desencadenan un mecanismo de autoacusación en el que nos quejamos constantemente. Por lo tanto, el dolor emocional del rechazo se ve agravado por ideas negativas que no dejan de dar vueltas en nuestra mente. ¿Cómo salir del círculo vicioso?
1. Auto bondad vs. auto-juicio
Cuando notamos que nuestro crítico interno se activa y comienza a distorsionar nuestra perspectiva, debemos redirigir suavemente el discurso interno en direcciones más positivas y objetivas. Básicamente, debemos recordar que dentro de nosotros hay un niño pequeño que ha sido herido, de modo que en lugar de recriminarlo y culparlo, debemos tratarlo con compasión y empatía para que pueda superar el momento. No se trata de sentir lástima por nosotros mismos o de negar nuestros errores o responsabilidades, sino de no juzgarnos con demasiada dureza o de evitar volvernos crueles con nosotros mismos.
2. Negación vs. aceptación radical
A veces, cuando el rechazo es extremadamente doloroso, tenemos la tendencia a protegernos negando la realidad. De hecho, es probable que busquemos refugio en el pasado recordando momentos felices o que nos atrincheremos en un futuro imaginario donde todo es perfecto. Estas actitudes, sin embargo, no nos permiten pasar página.
En cambio, necesitamos practicar la aceptación radical. No significa estar contento con lo que pasó o aprobarlo, sino simplemente reconocer el hecho. Como dijo William James, "Aceptar lo sucedido es el primer paso para superar las consecuencias de cualquier desgracia". Con una aceptación radical, el dolor no desaparece por completo, pero el sufrimiento se disipa. Y cuando dejes de sufrir, el dolor será más llevadero. Entonces seremos capaces de reaccionar para dejar de perseguir algo inalcanzable y fijarnos nuevas metas que nos hagan felices y estén a nuestro alcance.
3. Humanidad común vs. aislamiento
Cuando nos rechazan, podemos sentir que el mundo se nos viene encima y que estamos solos, pero en realidad no somos los únicos que hemos vivido algo así. Todos sufrimos el rechazo y nos recuperamos. Muchas personas famosas también fueron rechazadas. Recordar esta conexión puede ayudarnos a evitar sentir que el mundo está conspirando contra nosotros o que estamos aislados.
También vale la pena buscar el apoyo de personas cercanas. Muchas veces no contamos la experiencia del rechazo por miedo a que otros piensen que hemos fallado, pero en realidad la mayoría de las personas son más empáticas de lo que suponemos y se acercarán a nosotros cuando nos sintamos mal. Tener un hombro amistoso sobre el que llorar puede ser lo que necesitemos para superar el rechazo.
4. Atención plena vs. identificación excesiva
Mindfulness es una práctica que consiste en enfocar nuestra conciencia en el momento presente para enfrentar un pensamiento o una experiencia sin juzgarlo. La atención plena nos ayuda a evitar identificarnos demasiado con los pensamientos y sentimientos dolorosos que acompañan al rechazo.
Podemos sentir esas emociones y pensamientos negativos, pero sin permitir que se apoderen de nosotros y nos asfixien. Esta práctica evitará que nuestro crítico interior distorsione la realidad y genere escenarios catastróficos que nos hagan tocar fondo. En cambio, dejará una sensación de serenidad y control que nos permitirá lidiar con el rechazo de una manera más sensata.
5. Tragedia vs. oportunidad
Para superar el rechazo debemos dejar de enfocarnos en lo que hemos perdido para enfocarnos en lo que podemos ganar. Al principio es difícil porque las emociones y los pensamientos negativos nublan nuestra visión, pero debemos recordar que probablemente esta no sea la primera vez que nos rechacen.
Un rechazo puede convertirse en una oportunidad para hacer algo nuevo y atreverse a tomar un camino diferente. El hecho de que una puerta se cierre no significa que no podamos ser felices o lograr nuestras metas, solo que ese no era el camino. A veces, un rechazo puede convertirse en el empujón que necesitábamos para salir de nuestra zona de confort y hacer cosas maravillosas o conocer gente estupenda.