Complejo de inferioridad: tú más que yo y yo menos que tú

Complejo de inferioridad: tú más que yo y yo menos que tú

Todos hacemos comparaciones. De hecho, la comparación es una de las actividades fundamentales del pensamiento. Desde la infancia aprendemos a conocer el mundo mediante la comparación. Al comparar personas, cosas y situaciones, tenemos una mejor idea del mundo que nos rodea.

Pero el problema comienza cuando nos comparamos con los demás y terminamos despreciándonos. Entonces es cuando surge el complejo de inferioridad y nos sentimos más pequeños, miserables, menos importantes y capaces que los demás.


¿Qué es el complejo de inferioridad?

El complejo de inferioridad se refiere a una persona que tiene baja autoestima y un sentimiento permanente de no estar a la altura de los demás.


Esta categorización se basa en las ideas de Adler, para las cuales existían dos tipos de complejo de inferioridad:

- El complejo de inferioridad primario. En este caso, el origen se remonta a la infancia, cuando el niño experimenta sentimientos de debilidad, impotencia y dependencia. Posteriormente, estos sentimientos pueden verse reforzados por confrontaciones negativas con hermanos, compañeros de clase o en las relaciones.

- El complejo de inferioridad secundario. En este caso, el origen se encuentra en la edad adulta y está ligado al sentimiento muchas veces inconsciente de no poder alcanzar la seguridad y el éxito. La persona experimenta sentimientos negativos sobre sus habilidades y se siente inferior a los demás, a quienes considera personas seguras y exitosas.

Sin embargo, cualquiera que sea el período en el que surgió, el complejo de inferioridad se basa en una generalización, en juicios irracionales sobre nosotros mismos. Este concepto erróneo se fija tanto en nuestra mente que termina afectando nuestra vida y la imagen que tenemos de nosotros mismos.


¿Por qué aparece el complejo de inferioridad?

La mayoría de las personas que padecen el complejo de inferioridad piensan que esto se debe a su defecto, a menudo físico, o al hecho de que no son lo suficientemente competentes en algunas áreas. Pero en realidad esto es solo una excusa.


El complejo de inferioridad no depende solo de la "diferencia", sino también de la incapacidad de gestionar esta diferencia correctamente. No es la diversidad, sino nuestra interpretación de esa "diferencia" lo que crea el complejo de inferioridad. De hecho, es posible que encuentre personas que tengan el mismo defecto, discapacidad, debilidad o característica especial y que no hayan desarrollado un complejo de inferioridad, pero que tengan confianza en sí mismas.

Algunas personas pueden aprovechar este supuesto "defecto" aprendiendo a ser más resilientes, mientras que otras se enfocan en el impacto negativo y terminan agravando el problema al dejar que lo limite. En este sentido, Henry C. Link afirmó que: “mientras una persona no intenta porque se siente inferior, otra sigue cometiendo errores y va mejorando poco a poco”.

Obviamente, esta forma de abordar la "diferencia" depende en gran medida de nuestras creencias, muchas de las cuales nos fueron transmitidas en la infancia. Por ejemplo, si pensamos que una persona solo puede tener éxito si ha logrado acumular bienes y dinero, es probable que nos sintamos inferiores y fracasados ​​si no hemos podido hacerlo. Si pensamos que para ser feliz hay que ser perfecto físicamente, estaremos perpetuamente obsesionados con nuestra apariencia y cada pequeño "defecto" puede contribuir a dar lugar al complejo de inferioridad.


Las personas que creen que todo debe ser necesariamente blanco o negro, bueno o malo, o todo o nada, también son más propensas a subestimarse y despreciarse a sí mismas porque son incapaces de apreciar los diferentes matices de la vida. Estas personas, comparándose con los demás, siempre terminan enfocándose solo en las cosas negativas y terminan sintiéndose inadecuadas o en desventaja.

El peligro de una compensación excesiva

Algunas personas, cuando se sienten inferiores, actúan como si realmente lo fueran, por lo que acaban reafirmando su baja opinión de sí mismas. Es una profecía autocumplida. Estas personas también tienden a aislarse de los demás porque piensan que todos notarán su "defecto" y se burlarán de ellos. En algunos casos también pueden desarrollar miedos o fobias. Se convierten en personas adictas que necesitan a alguien más fuerte a su lado para ofrecerles apoyo emocional de por vida.


En otros casos, las personas con complejo de inferioridad reaccionan activando inconscientemente un mecanismo de sobrecompensación. Es decir, intentan compensar el "defecto" poniéndose una meta casi imposible que les acecha y acaba por causarles aún más problemas.

De hecho, es importante distinguir entre compensación y compensación excesiva. La compensación simplemente implica desarrollar algunos recursos para compensar una deficiencia. En este caso, la persona es consciente del problema y trabaja para compensarlo mejorando otras habilidades y competencias.

La sobrecompensación va un paso más allá, implica el deseo de sentirse superior. Las personas que implementan un mecanismo de sobrecompensación suelen exhibir un comportamiento extremo, intentan sobresalir en algunas áreas por cualquier medio proyectando una falsa imagen de seguridad. Por ejemplo, un hombre con un complejo de inferioridad asociado con la masculinidad puede reaccionar con actitudes misóginas que lo lleven a despreciar a las mujeres.


Otro problema de la sobrecompensación es que normalmente ocurre de manera inconsciente. Es decir, la persona no acepta que detrás de estos comportamientos extremos se esconde realmente el sentimiento de inferioridad. Evidentemente, de esta forma terminamos hundiéndonos en un círculo vicioso que no nos permite crecer. De hecho, incluso si estas personas logran lograr ciertos resultados o incluso sobresalir en algunos ámbitos de la vida, nunca logran sentirse mejor, porque no superan el complejo de inferioridad que las subyace.

¿Cómo superar el complejo de inferioridad?

Repetir infinitas frases positivas frente al espejo es completamente inútil. De hecho, un estudio realizado por psicólogos de las universidades de California y Yale indica que las personas con baja autoestima se sienten peor cuando se repiten frases como: "Me acepto totalmente" o "Tendré éxito". No es tan fácil engañarse a uno mismo.

Superar el complejo de inferioridad requiere un esfuerzo psicológico muy profundo.


1. Determina a qué te sientes inferior. El primer paso para resolver un problema es saber que existe, tomar conciencia de la dificultad. Si padeces un complejo, tienes que encontrar esa parte de ti que no te gusta.

2. Evalúe la extensión del daño. El complejo de inferioridad suele comenzar con una deficiencia, debilidad o defecto, pero gradualmente se extiende a toda la personalidad. Evalúe cómo este sentimiento ha afectado su vida. No significa encontrar razones para deprimirse, sino comprender hasta qué punto este complejo lo ha limitado.

3. Empiece a pensar en términos de diversidad. Ser inferior a algo implica una comparación, en la que a menudo utilizamos esquemas demasiado rígidos. En lugar de compararte con los demás, es mejor que comiences a ver la vida en términos de diversidad. No se trata de ser mejor o peor, solo se trata de resaltar lo que te hace único y diferente.

4. Concéntrese en lo que puede mejorar. Llorar por la leche derramada es contraproducente. Todos tenemos debilidades y limitaciones, si no podemos ir más allá en algunos campos, lo mejor es centrarnos en aquellas áreas en las que podemos dar lo mejor de nosotros. Por supuesto, no tenemos que obsesionarnos con compensar un defecto a toda costa, solo tenemos que encontrar satisfacción y felicidad. Recuerda que no necesitas demostrarle nada a nadie, solo asegúrate de desarrollar las habilidades que te hagan feliz.

5. Sea usted mismo. En una sociedad donde todo está estandarizado y homogeneizado, es normal que muchas personas se sientan mal si perciben que son diferentes. Pero lo verdaderamente absurdo es pretender ser igual a los demás, porque de esta forma estás asfixiando tu identidad y también tu valor como persona. Mira dentro de ti, descubre quién eres y ten el coraje de ser diferente.

Finalmente, recuerda que no necesitas mucho para ser feliz. Cuando descubras quién eres, te darás cuenta de que muchas de las cosas que anhelabas eran superficiales o utópicas. Te darás cuenta de que no necesitas estas cosas para ser feliz porque la felicidad y la satisfacción no vienen de afuera sino de dentro de ti.

 

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