Conciencia emocional: las emociones que no manejas te controlan

Conciencia emocional: las emociones que no manejas te controlan

La conciencia emocional es una habilidad fundamental para nuestro equilibrio mental, pero no todo el mundo puede desarrollarla. Aunque todos experimentamos emociones, no todos somos capaces de reconocerlas y nombrarlas con precisión. De hecho, ¿sabías que se han catalogado unas 250 emociones y sentimientos? Entre la tristeza y la alegría, sentirse mal o bien, existe un amplio abanico emocional en el que debemos ahondar.

Si somos incapaces de reconocer nuestras emociones y sentimientos, si no encontramos sus causas y no entendemos cómo afectan nuestros comportamientos y nuestras decisiones, no seremos capaces de manejarlos correctamente y terminaremos viviendo constantemente de una manera. montaña rusa emocional que, tarde o temprano, nos provocará desequilibrios. Por eso es tan importante desarrollar la conciencia emocional.



¿Qué es la conciencia emocional?

La conciencia emocional es la capacidad de percibir tanto las propias emociones como las de los demás, y también de percibir el clima emocional que existe en un contexto determinado. La definición de conciencia emocional implica la existencia de otras habilidades básicas:

  • Sea consciente de sus emociones. Es la capacidad de percibir e identificar los propios sentimientos y emociones con bastante precisión.
  • Dale un nombre a las emociones. Es la capacidad de utilizar el vocabulario emocional adecuado a los sentimientos y emociones vividos, etiquetándolos correctamente.
  • Comprender las emociones de los demás. Es la capacidad de percibir con precisión las emociones y sentimientos de los demás, así como de relacionarse con empatía practicando el lenguaje verbal y extraverbal adecuado.
  • Adquirir conciencia de la relación entre emociones, cogniciones y comportamiento. Es la capacidad de comprender cómo los estados emocionales afectan el pensamiento y el comportamiento, así como también comprender la influencia de nuestras ideas y comportamientos en los estados emocionales.

Hay muchos ejemplos de conciencia emocional. A nivel personal, podemos decir que estamos emocionalmente conscientes cuando entendemos que no estamos dando lo mejor de nosotros en el trabajo porque nos sentimos desmotivados, no aburridos, sino desmotivados, y entendemos que este sentimiento proviene de la falta de desafíos, por lo que actuamos cambiando de trabajo o buscando nuevos proyectos que representen un desafío motivador.



Otro ejemplo de conciencia emocional a nivel interpersonal es cuando llegamos a un lugar y notamos cierta tensión en el aire. Podemos darnos cuenta de que la gente estaba discutiendo justo antes de que llegáramos y decidimos hacer todo lo posible para relajar el ambiente.

Por tanto, la conciencia emocional implica un camino a través del cual percibimos la emoción, le damos un nombre, buscamos sus causas e intentamos darle una salida asertiva.

Neblina emocional: los peligros de no distinguir las emociones

“Durante mucho tiempo, el hombre ha estado más interesado en controlar sus pasiones que en conocer sus emociones”, escribió el psicólogo Paul Fraisse. Pero sumergirnos en una especie de niebla emocional es lo peor que podemos hacer.

Un estudio muy interesante realizado por psicólogos de la Universidad de Michigan reveló que las personas que sufren de depresión tienen una cosa en común: no distinguen con precisión las diferencias entre las emociones negativas que experimentan, como tristeza, culpa, ira y frustración. Esto puede explicar, al menos en parte, por qué la depresión es tan difícil de superar.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores pidieron a las personas sanas y a otras personas que sufrían de depresión que informaran sobre sus emociones en momentos específicos durante una semana. Por lo tanto, encontraron que a las personas deprimidas les resultaba muy difícil distinguir entre diferentes emociones negativas.

Estas personas se habrían encontrado en una especie de "neblina emocional", que ocurre cuando somos incapaces de distinguir las emociones que experimentamos y ponerles un nombre. El problema es que este estado puede agravar dolencias como la depresión o la ansiedad. De hecho, es difícil mejorar nuestra vida si no sabemos exactamente cómo nos sentimos acerca de ciertos aspectos de ella.


Por ejemplo, ¿se imagina lo difícil que sería saber cuándo es el momento de llenar el tanque de combustible si no tuviera el indicador en el tablero de su automóvil? Algo parecido ocurre con nuestro estado emocional, no podemos mejorar ni utilizar las emociones a nuestro favor si no sabemos cómo nos sentimos y por qué.


¿Qué sucede en el cerebro cuando etiquetamos una emoción?

En 1915, el fisiólogo Walter Cannon descubrió el vínculo entre el miedo y el aumento de la secreción de adrenalina. Sugirió que los estímulos emocionales tienen dos efectos excitadores independientes, ya que provocan tanto un cambio en el cerebro como en el sistema autónomo y somático. Desde entonces, la neurociencia no ha dejado de estudiar los efectos de las emociones en el cerebro, encontrando que estas producen y son producidas por una compleja cascada de cambios cerebrales.

Un estudio realizado en UCLA reveló lo que sucede en nuestro cerebro cuando etiquetamos emociones negativas. Estos neurocientíficos pidieron a un grupo de participantes que vieran fotografías de rostros enojados o asustados.

Estas imágenes incrementan la actividad en la amígdala, una región del cerebro muy ligada a las emociones que actúa como alarma cuando detecta un posible peligro y desencadena una serie de cambios fisiológicos que nos preparan para huir o atacar. De hecho, se ha visto que la amígdala también responde intensamente a imágenes subliminales, que nuestra conciencia no capta.

En este punto, los investigadores se preguntaron si simplemente etiquetar esas emociones podría mitigarlas y disminuir el nivel de activación de la amígdala. Posteriormente, se pidió a los participantes que identificaran las emociones que estaban viendo. Los resultados fueron sorprendentes: casi de inmediato la actividad de la amígdala comenzó a disminuir, mientras se activaba la corteza prefrontal ventrolateral, un área ligada al pensamiento, la inhibición conductual y el procesamiento racional de las emociones.


En la práctica, lo que sucede es que cuando etiquetamos lo que sentimos nos vemos obligados a activar la parte más racional del cerebro. Esta zona activa una especie de "freno de mano", evitando que las emociones tomen el control y provoquen un secuestro emocional. Al comprender lo que nos sucede, el impacto emocional negativo disminuye y esto hace que las emociones sean menos dolorosas.


¿Cómo desarrollar la conciencia emocional?

No nacemos con una conciencia emocional ya desarrollada, está mejorando gradualmente, a medida que experimentamos nuevas emociones y los adultos que nos rodean nos ayudan a etiquetarlas y gestionarlas.

Desafortunadamente, en muchos casos este aprendizaje no ocurre y la conciencia emocional se atrofia. Esto no quiere decir que la persona no sea capaz de experimentar las muchas emociones y sentimientos, pero no es capaz de reconocerlos y, por tanto, le resulta mucho más complicado manejarlos.

La buena noticia es que la conciencia emocional se puede mejorar en cualquier etapa de la vida.

  1. Presta más atención a las emociones. Muchas veces no prestamos suficiente atención a cómo reaccionamos ante los eventos. Sin embargo, para desarrollar la conciencia emocional, debemos comenzar a mirar más dentro de nosotros mismos. También nos ayudará a prestar atención a las reacciones físicas que generan estas emociones y que pueden variar, desde la sensación de tener un nudo en la garganta hasta un agradable cosquilleo, presión en el pecho o la sensación de calor. Todos estos cambios son un reflejo directo de las emociones en nuestro cuerpo.
  2. No juzgues las emociones, solo dales un nombre. Es importante deshacerse de la idea de que existen emociones buenas y malas. Las emociones son solo un indicador de lo que estamos sintiendo, por lo que no necesitamos juzgarlas, sino tratar de comprender su mensaje. El primer paso es etiquetarlos correctamente. ¿Se siente enojado, frustrado o simplemente enojado?
  3. Trate de comprender su mensaje. Para desarrollar la conciencia emocional no es suficiente identificar lo que estamos sintiendo, necesitamos entender por qué nos sentimos así. Esto implica un arduo trabajo de introspección. A menudo, asumimos que las emociones son la reacción a un hecho concreto, pero no siempre es así. Puede enojarse porque su pareja llegó tarde a su cita, pero tal vez ese enojo sea una irritación moderada que revela un problema más profundo en la pareja o tal vez sea la expresión de un estrés excesivo en el trabajo. Comprender la causa de las emociones nos permitirá manejarlas mejor.
  4. Identifica los pensamientos asociados con las emociones. Para comprender el origen de las emociones, será útil concentrarse en los pensamientos asociados. Cuando te sientes triste, ¿empiezas inmediatamente a pensar que eres un fracaso total? Si te enojas, ¿crees que nadie te ama y todos intentan aprovecharse de ti? A menudo, estos pensamientos son un reflejo de su visión del mundo y pueden explicar, al menos en parte, su reacción emocional.
  5. Exprese sus emociones de manera asertiva. El siguiente paso en el desarrollo de la conciencia emocional es aprender a expresar esos sentimientos de manera asertiva. Cuando un pintor utiliza la ira como inspiración, por ejemplo, está dando una salida positiva a esa emoción. Salir a correr cuando estamos enojados es otra forma de liberar ese enojo, pero también podemos probar técnicas como la meditación trascendental, que nos permitirá tener una relación más sana y equilibrada con nuestras emociones.

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