Última actualización: 25 de febrero de 2022
Hay momentos en que sentimos tristeza o pena y sentimos la necesidad de refugiarnos en alguien. Luego viene un abrazo o un simple apretón de manos que parece tener el poder de aliviar nuestro dolor emocional. El confort calma el dolor de quien lo recibe y da una dosis de bienestar a quien lo ofrece.
Cuando vemos a alguien llorando, parece que automáticamente se activa el impulso de ofrecerle nuestra ayuda, aunque no conozcamos a la persona. Las lágrimas despiertan en nosotros un extraño instinto protector porque percibimos la necesidad en otra persona.
Esta necesidad de ayudarnos unos a otros se debe a nuestra condición de seres sociales. Nos necesitamos unos a otros para sobrevivir. Por eso cuando la vida nos castiga para suavizar los golpes, buscamos en el otro el bálsamo que revive nuestro dolor.
aprender a consolar
Aunque parezca sencillo, saber cómo ofrecer comodidad es importante. No existe una fórmula mágica para consolar, pero sí unas pautas a tener en cuenta a la hora de ofrecer nuestra ayuda al otro.
Hay personas que se sienten incómodas ante el sufrimiento de los demás porque no saben cómo actuar o cómo comportarse. Otras veces, en la preocupación por ayudar a los que sufren, recurrimos a frases o gestos que, lejos de mejorar la situación, la empeoran.
Lo más importante es saber escuchar sin juzgar. Que vean y sientan que nos preocupamos por esa persona y que queremos lo mejor para ellos.
"El mayor espectáculo es el de un hombre valiente que lucha contra la adversidad, pero hay otro aún mayor: ver a otro hombre correr en su ayuda".
-Olire Goldsmith-
Los especialistas aconsejan evitar frases como "no estés triste" o "no llores". llora a veces es necesario y tiene efectos positivos ya que permite que fluya el dolor.
Empatía y cercanía
Empatía es otro recurso que nos ayudará a ofrecer comodidad. Es bueno ponerse en el lugar de otra persona y pensar en cómo podemos ayudar sin que nos lo pidan.
Esto evitará que hagamos demasiadas preguntas y seamos inapropiados, lo cual es poco práctico cuando se trata de consolar a alguien. Es una forma de hacerle saber que no está sola en ese momento tan difícil.
"Ver con los ojos de otro, escuchar con los ojos de otro y sentir con el corazón de otro".
-Alfred Adler-
El contacto físico es bueno cuando se quiere aliviar el dolor de los demás. Acariciar, abrazar o tomarse de la mano mientras se escucha refuerza la sensación de cercanía y seguridad.
Comodidad personal
desafortunadamente no siempre encontramos un hombro donde llorar para aliviar nuestros dolores. A veces tenemos que pasar los altibajos de la vida solos, que es buscar nuestro propio consuelo.
En estas circunstancias tenemos que sumergirnos en nosotros mismos y encontrar dentro de nosotros mismos los recursos necesarios para superar la situación.
El llanto está permitido, pero hay que buscar la distracción y refugio en aquellas actividades que nos dan placer y nos hacen olvidar nuestra aflicción.
Pasear, leer, pintar, divertirnos con nuestra mascota o hacer deporte son algunas opciones a las que podemos recurrir como terapia para que nuestro dolor nos abandone.
“Llorar es a veces la manera de expresar cosas que no se pueden expresar con palabras”.
El confort, hacia los demás y hacia uno mismo, es un acto de generosidad. Aliviar un dolor es posible ante todo no dejando solo al otro. Se trata de ofrecer acompañamiento y comprensión. dar y compartir. Este es el arte de consolar.