Cada vez es más fácil acceder a productos y servicios; a la luz de esto, es más importante que nunca convertirse en consumidores conscientes.
Última actualización: 09 de junio de 2020
Estamos rodeados de productos, servicios e información, demasiados y sin filtrar. Muchas empresas, y todas interesadas en ofrecernos el producto del que no podemos prescindir. Mentes brillantes que dedican toda su energía a entender cómo crear o fortalecer necesidades y deseos. En este escenario es más importante que nunca ser consumidores conscientes.
Comencemos con la definición de consumo. Según el diccionario De Mauro, es la “utilización de un bien económico o de un servicio para satisfacer una necesidad o producir nuevos bienes”. La conciencia, en cambio, es “la conciencia que el hombre tiene de sí mismo y del mundo exterior”.
El consumo consciente o consciente, por tanto, tiene que ver con la compra de productos o servicios que tengan en cuenta la sostenibilidad.. Significa poder elegir de forma responsable y consciente el impacto que se produce en el medio ambiente. En última instancia, esto significa hacer una elección con respeto por los demás, por uno mismo y por el medio ambiente.
Consumidores conscientes: rompiendo la barrera de la satisfacción inmediata
El consumo consciente nos invita a no ignorar el impacto que provoca en la naturaleza y los demás seres vivos. También estimula la reflexión sobre la forma en que invertimos nuestros recursos.
Para convertirnos en consumidores conscientes, necesitamos ampliar nuestra conciencia sobre comportamientos, pensamientos y emociones. Para ello, debemos mantenernos en contacto con lo más profundo de nosotros mismos: solo así sabremos qué elecciones estamos haciendo y qué las impulsa.
Pero no es suficiente estar en contacto con nosotros mismos; necesitamos ampliar nuestra mirada a las consecuencias de nuestro consumo en la naturaleza y en los demás. Para ello se necesita compasión y empatía, herramientas maravillosas que nos permiten interactuar de forma saludable.
Esto significa tomar en consideración el entorno y no sólo la satisfacción de una necesidad inmediata. La pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo puedo hacer mi contribución para reducir la degradación ambiental?
Podemos hacerlo un paso a la vez. Lo importante es elegir alternativas menos destructivas que favorezcan el bienestar colectivo.
El poder de la información
Gran parte del mundo del consumo está impulsado por estrategias que nos dirigen a comprar bienes o servicios. El consumo consciente no pretende eliminar el uso de servicios o productos, sino que nos invita a elegir lo que realmente necesitamos, reduciendo el daño a los demás. Por lo tanto, necesitamos equiparnos con el arma de la información.
Una de las tareas del consumidor es comprender si está cayendo víctima de la llamada obesidad informativa o si realmente es capaz de seleccionar información para su bienestar. Esto no significa ver el marketing digital como nuestro peor enemigo, sino usarlo a nuestro favor.
El consumidor consciente sabe que cuando se mueve genera un impacto. Antes de comprar, por tanto, debemos preguntarnos: necesito este producto? ¿Cómo afecta su ciclo de producción al medio ambiente?
Es igualmente importante ayudar a otros a conocer cualquier iniciativa positiva en términos de inversión y compra de activos. Estas son pequeñas tareas que todos podemos lograr.
Los valores que guían nuestras elecciones
Hablar de consumo sostenible es generalmente bien recibido en nuestra sociedad en evolución, alarmada por el cambio climático. Sin embargo, la brecha entre lo que se dice y lo que se hace sigue siendo enorme.
Los estudios sociológicos confirman que el medio ambiente es uno de los últimos factores que tenemos en cuenta a la hora de hacer una elección comercial. Cuentan con múltiples variables como el precio o la estética.
Por lo tanto, debemos comenzar a pensar de manera diferente, centrándonos en factores de menor impacto. Algunos valores que nos pueden ayudar son:
- El respeto.
- Autenticidad.
- Altruismo.
- Empatía.
- Ética.
El consumidor consciente es consciente de su propio valor. y trae a tu vida lo que realmente necesitas. Además, él mismo aconseja de manera ética: sabe que no solo tiene el poder adquisitivo de su lado, sino que también tiene influencia sobre los demás. Finalmente, compre productos y servicios de empresas con políticas responsables.
La motivacion
La psicología nos enseña que cuando percibimos una ventaja de nuestra acción, nuestro comportamiento se fortalece. Por tanto, será más probable que lo repitamos.
Uno de los factores que nos empuja a no ser consumidores conscientes se llama comodidad. Por ello es necesario salir de nuestra zona de confort.
En otras palabras, necesitamos motivación intrínseca, es decir, en sintonía con la satisfacción de haber generado un impacto positivo. Esto nos permite cambiar nuestro consumo.
Hábitos de consumo
Un hábito es un patrón de comportamiento repetitivo. Para convertirse en consumidores conscientes, debemos revertir nuestros hábitos en la dirección de la sostenibilidad. Sin embargo, es necesario tener en cuenta nuestras emociones y, por supuesto, nuestros recursos económicos. Si no, nunca podríamos mantenerlos.
Promover el cambio personal también significa dejar de lado esa pereza lo que nos lleva a posponer indefinidamente sin llegar nunca a nuestras metas.
Podemos encontrar inspiración en libros o guías que nos ayuden a volver a estar en línea con la inteligencia ecológica. Esta última es una expresión acuñada por Daniel Goleman, quien nos invita a reconocer las consecuencias que se esconden detrás de nuestras compras y consumos.
Para convertirse en consumidores conscientes, es necesario planificar
Una buena planificación nos ayudará a reconsiderar nuestras prioridades y seguirlas. Por otro lado, también importan factores como el poder adquisitivo y el precio. Ser consumidores conscientes no significa poner nuestro futuro en suspenso.
También podemos hacer un plan de inversión. Recordamos que el consumo consciente no es solo sobre el medio ambiente y los demás, sino también sobre nosotros mismos. Para saber si nuestra decisión es acertada, intentemos preguntarnos: ¿lo que consumo me favorece? ¿Cómo beneficia o perjudica mi salud física, emocional o social?”.
En fin cada uno de nosotros puede convertirse en un consumidor consciente y ayudar a otros a serlo; esto en beneficio de la naturaleza, del prójimo y de nosotros mismos. Damos pasos en la dirección del bienestar colectivo y personal. ¡Mejoremos juntos nuestra calidad de vida considerando el impacto de nuestras elecciones de consumo!