La vida es como un tren. Compartimos el vagón con mucha gente, pero no podemos hacernos amigos de todos y algunos ni siquiera los llegamos a conocer. Hay quienes nos molestan o son desagradables mientras que otros nos transmiten una fuerte simpatía. Habrá quienes nos acompañen hasta el final de la carrera mientras que otros bajarán primero. La vida, como este tren, cambia constantemente, por lo que aferrarse a lo que consideramos inmutable implica, en cierto modo, la negación de la realidad.
A lo largo de los años tendrás que despedirte varias veces. A veces, esta despedida será muy dolorosa, pero romper este vínculo es esencial para seguir adelante. Cada vez que te despides de alguien, te reconectas contigo mismo, de alguna manera, porque necesitas encontrar un nuevo equilibrio. Esto no siempre es malo, el verdadero mal es estar atado a las personas que nos lastiman, nos limitan y nos impiden crecer.
El coraje para romper el vínculo
Decir adiós no siempre significa dejar de ver a una persona u olvidarse de ella, simplemente significa romper el vínculo porque precisamente esta relación es la causa del malestar. Cuando una persona no te necesita, cuando tú no eres tan importante como él / ella para ti, la relación terminará y generará un enorme vacío. Cuando das demasiado y no recibes prácticamente nada a cambio, terminarás agotado, cansado y decepcionado.
Por supuesto, no es fácil romper el vínculo. Probablemente haya muchos sentimientos involucrados, una historia construida en conjunto y quizás planes para el futuro. Pero la regla es simple: cuando la presencia de una persona causa más daño que bien, cuando ninguno disfruta de la compañía del otro y la relación produce más sufrimiento que felicidad, ha llegado el momento de reevaluar esa relación y tener el valor de decir adiós.
Decir adiós implica atravesar un proceso doloroso
Decir adiós significa vivir un proceso doloroso y no fácil, ya que trae consigo emociones muy intensas. El primer paso es aceptar que ya no somos amados como antes o hemos dejado de ser importantes y ocupar un lugar significativo en la vida de esa persona.
El segundo paso es tomar la decisión de despedirse, sabiendo que es la mejor solución. Esta fase es muy importante porque nos permitirá evitar arrepentimientos en el futuro, dando el paso conscientes de que una relación tóxica se está rompiendo, plenamente conscientes de que esta relación no tiene futuro. La decisión no tiene que ser el resultado de un arrebato emocional, pero debe ser considerada cuidadosamente.
El tercer paso es aprender a canalizar las emociones que te asaltarán, como el sentimiento de pérdida, enfado, tristeza y / o nostalgia. Las heridas del alma tardan en sanar, pero es importante no retener estas emociones en su interior, ya que se volverán crónicas.
En realidad, la ira, el odio o el resentimiento son emociones que solo hieren a quienes las sienten. Entonces, si bien es normal que los pruebe en las primeras etapas, también es esencial aprender cómo deshacerse de ellos en el proceso. Si sigues alimentando esas emociones, significará que, de alguna manera, sigues conectado con esa persona, por lo que no podrás cerrar ese capítulo de tu vida. Cuando seas capaz de dejar de lado esas emociones negativas, te darás cuenta de que puedes hacerlo mucho más ligero.
Mira dentro de ti y crece
A menudo, cuando estamos inmersos en relaciones que causan sufrimiento, nos alejamos de nuestros deseos, necesidades y sueños. Es un mecanismo de desconexión que activamos a nivel subconsciente para protegernos. Entonces, decirle adiós a esta relación tóxica te abre un nuevo camino, nuevas oportunidades y la oportunidad de aprender de los errores.
Cuando estás a punto de cerrar un capítulo de tu vida, mueves el centro de atención dentro de ti, piensas en ti mismo, decides lo que quieres y haces nuevos planes. No tienes que llenar de inmediato el vacío dejado por esa persona con otra porque es probable que en poco tiempo te encuentres nuevamente en la misma situación, tienes que encontrar nuevas razones de vida, nuevas pasiones y nuevas formas de vivir. comprender y vivir en el mundo.
Aprovecha esta despedida para abrir nuevos horizontes y ten siempre presente las palabras de Helen Keller: “Cuando una puerta de la felicidad se cierra, otra se abre, pero muchas veces miramos fijamente la puerta cerrada durante tanto tiempo que no vemos lo que una vez estaba. abierto para nosotros ".
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