"Diga siempre la verdad" es un mantra que a menudo escuchamos y nos repetimos a nosotros mismos. Sin duda, es importante expresar nuestros sentimientos, ideas y percepciones, pero ¿qué pasa cuando las opiniones provocan conflicto en las relaciones? ¿Cómo mantenerse fiel a sí mismo y auténtico sin dañar las relaciones con los demás? ¿Cómo proteger las relaciones sin vivir en un clima de deshonestidad?
Cuando "decir las cosas como son" lastima a los demás
Hablar francamente puede ser catártico y también transmite una sensación de poder. Es bueno expresar nuestros sentimientos, necesidades e ideas. Es un alivio poder decir lo que sentimos sin tener que preocuparnos por el impacto que nuestras palabras tendrán en los demás.
Pero a veces podemos llegar a adoptar una actitud narcisista que nos impide darnos cuenta de cómo nuestra verdad afecta a quienes nos rodean. De hecho, a menudo también nos sentimos orgullosos de “decir las cosas como son”, incluso si realmente las decimos como pensamos que deberían ser, independientemente de las consecuencias de las mismas.
Sin embargo, debemos tener cuidado de no entrar en esa zona roja donde nuestra libertad de expresión puede volverse tóxica, tanto para los demás como para nosotros mismos. En esa zona de peligro, la verdad se transforma en una espada con la que podemos herir al otro.
La teoría del apego indica que necesitamos un mínimo de seguridad para mantener relaciones satisfactorias. No basta simplemente con establecer un vínculo emocional, la relación también debe trasmitir seguridad y confianza, debemos sentir que la otra persona valida nuestras emociones, lo que significa que debemos sentirnos comprendidos y aceptados. También significa que la otra persona no debería mentirnos porque de esa manera perderíamos la confianza y la relación se derrumbaría. Es necesario encontrar un punto intermedio, que se encuentra en la autenticidad asertiva.
Autenticidad asertiva: habla desde el corazón sin dañar las relaciones.
La idea de decir la verdad, cueste lo que cueste para alguien que se siente herido, básicamente incluye cierta rigidez mental. Implica asumir que existe la verdad absoluta y que los puntos de vista, ideas o creencias de los demás están equivocados. Quienes adoptan esta actitud no comprenden que existe una tercera vía: uno puede ser auténtico y al mismo tiempo empático.
De hecho, en la misma medida en que nutrimos nuestra Inteligencia Emocional, también aumentará nuestra capacidad para expresarnos auténticamente sin herir a los demás o dañar nuestras relaciones. Esto significa que podemos desarrollar la capacidad de expresar nuestros sentimientos y opiniones de una manera genuina, respetando los sentimientos y opiniones de los demás.
Al respecto, John Gottman, uno de los más famosos expertos en relaciones interpersonales y de pareja, ha descubierto que el factor que predice el éxito y la duración de cualquier relación es el nivel de conciencia de la influencia que nuestras actitudes y comportamientos tienen en los demás. .
Ser conscientes del poder de nuestras palabras puede ayudarnos a detenernos y sopesarlas incluso antes de decirlas. Así podemos decidir conscientemente qué idea queremos transmitir y hacerlo de la mejor manera posible sin dañar a los demás. Esto implica poder autocontrolarse y no caer en actitudes críticas y culpables. Por lo tanto, es posible decir nuestra verdad y ser auténticos adoptando una actitud respetuosa y sensible hacia los demás.
Decir lo primero que me viene a la mente no es un signo de autenticidad, sino de falta de autocontrol y empatía. Tomarse el tiempo para reflexionar y expresar nuestro mensaje con sensibilidad nos permitirá desarrollar un estilo de comunicación menos agresivo y generar confianza, fortaleciendo así nuestras relaciones.
Después de todo, nuestra libertad e incluso nuestra verdad terminan donde comienza la libertad y la verdad del otro.
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