Dieta para el hígado: manténgalo saludable con la dieta

Dieta para el hígado: manténgalo saludable con la dieta

Aunque a menudo no pensamos en ello, nuestro hígado es un órgano único en importancia y número.


Sus innumerables funciones le han valido el título de órgano generoso por excelencia. Por este motivo es muy importante mantenerlo lo más sano y funcional posible, incluso a través de una dieta adecuada.

La dieta del enemigo del hígado

En ocasiones sucede que un leve dolor localizado en la parte superior derecha del abdomen nos recuerda la importancia del hígado y el riesgo de que pueda pagar las consecuencias de una mala alimentación.


Los médicos, por su parte, suelen hacer hincapié en la necesidad de poner a dieta el hígado ya que, incluso sin dar síntomas, puede engordar y, por tanto, dejar de funcionar correctamente. Esta afección se llama hígado graso, mejor conocido como hígado graso.

Papel de las grasas y el sobrepeso

El exceso de lípidos, especialmente los saturados e hidrogenados, sobrecargan el sistema hepatobiliar alterando el equilibrio funcional del hígado. Cuando se alcanzan altas temperaturas durante la cocción, los condimentos (aceite o mantequilla) sufren alteraciones importantes y generan sustancias tóxicas que contribuyen a sobrecargar el hígado (ver: aceites para freír).


El sobrepeso, la hipercolesterolemia, la diabetes y la obesidad son condiciones que facilitan la aparición de problemas hepáticos. Además de no superar el consumo de grasas, es muy importante mantener bajo control el total de calorías aportadas por la dieta y limitar el consumo de azúcares (edulcorantes, helados, productos de repostería y bebidas azucaradas).

Papel de Alcol y Nervini

Incluso el alcohol y los alcaloides contenidos, por ejemplo, en el café (cafeína), la (teína), el chocolate (teobromina) contribuyen, especialmente si se toman en dosis elevadas, a fatigar el hígado.


Papel de las proteínas

Salvo casos especialmente graves en los que el propio médico impone una dieta hipoproteica, no es necesario reducir la ingesta de proteínas por debajo de los valores recomendados para la población normal. Sin embargo, también es importante consumir proteínas de origen vegetal (legumbres) mientras se beneficia del alto contenido de fibra soluble típico de esta clase de alimentos (la fibra soluble interfiere en la absorción de algunos macronutrientes, reduciendo los niveles de colesterol en sangre. Y disminuyendo la riesgo de enfermedad cardiovascular).

Salvo en casos especiales (pacientes con cirrosis hepática descompensada y niveles elevados de amoniaco), las proteínas no deben suprimirse ni reducirse. Si son necesarias restricciones dietéticas, es bueno dar preferencia a las proteínas vegetales y legumbres, mientras que entre las animales, es bueno preferir las proteínas de la leche, el pescado y los quesos bajos en grasa.

Piedras dietéticas y hepáticas

Aún no se ha demostrado una relación absoluta entre una dieta rica en grasas y la formación de cálculos en la vesícula biliar; en todo caso, se ha visto lo contrario, con una mayor incidencia de cálculos en la vesícula biliar en pacientes mal alimentados.


Por la misma razón, no existen medidas dietéticas particulares capaces de prevenir la formación de cálculos. En general, sin embargo, es recomendable usar el sentido común, siguiendo una dieta sana y equilibrada (para más información lea el artículo: Dieta y cálculos hepáticos).

La dieta amigable con el hígado

Si la dieta ha dado un mal giro, todavía es posible restaurar la salud perdida en el hígado mediante una dieta depurativa.

También existen alimentos y suplementos naturales capaces de estimular la función hepática; la alcachofa, el boldo y el cardo mariano promueven, por ejemplo, la función hepática, favoreciendo la secreción de bilis y, en consecuencia, mejorando la salud del hígado y los intestinos.


 

Alimentos amigables con el hígado

Alimentos enemigos del hígado

Consuma frutas y verduras frescas en grandes cantidades; comer verduras amarillas, naranjas, moradas, blancas y rojas: cada color está asociado con sustancias favorables para el hígado, como fibra, vitaminas antioxidantes y fitoquímicos (ver: dieta del color).

 

Las fibras limitan la absorción de sustancias tóxicas, facilitando su evacuación con las heces.

 

Las fibras (prebióticos), junto con el yogur y en particular los probióticos, mejoran la eficacia de la mucosa intestinal, lo que representa un filtro eficaz que, cuando funciona bien, es permeable a los nutrientes pero no permite el paso de toxinas.


 

Consume alimentos ricos en glutatión o que favorezcan la producción de glutatión: los espárragos, la sandía y el brócoli son buenas fuentes de glutatión, así como la papaya, los aminoácidos azufrados y el aguacate favorecen su producción.

Los alimentos amargos como el diente de león, la alcachofa, el cardo mariano, la mostaza, la lechuga romana y el brócoli ayudan a limpiar el hígado.

Beba mucha agua (2 a 3 litros por día) ya que ayuda a los riñones a expulsar del hígado las toxinas tratadas.

 

El pescado es una buena fuente de Omega-3, que tiene una potente actividad antiinflamatoria, y de selenio, un excelente antioxidante que ayuda al hígado en los procesos de desintoxicación.

 

Al cocinar, cocine poco o lo suficiente, nunca exagere.

Alimentos ricos en grasas saturadas, como salchichas, carnes, tocino, mantequilla, quesos, leche entera y huevos (la yema).


 

Otros alimentos a evitar son los fritos, ya que durante el proceso de cocción a altas temperaturas se producen sustancias tóxicas como la acrilamida. Los alimentos peligrosos para el hígado son, por tanto, patatas fritas en una sartén y snacks grasosos y salados.  

 

Limite los alimentos refinados como dulces, azúcar, arroz blanco, tortas, dulces y caramelos de todo tipo. De hecho, el hígado participa en gran medida en la metabolización del exceso de azúcares simples.

 

Las comidas abundantes sobrecargan el hígado.

 

Reducir al máximo el consumo de alcohol (no más de una copa de vino o una lata de cerveza al día para las mujeres, hasta el doble para los hombres), fumar, tanto activo como pasivo, y evitar alimentos ricos en conservantes peligrosos, como los nitritos. presente en embutidos y conservas.

 

Moderar el consumo de café y chocolate.

 

Limite el consumo de alimentos ricos en calorías y grasas; todo esto facilita el mantenimiento de un peso óptimo y elimina el riesgo de esteatosis, es decir, la acumulación excesiva de triglicéridos en el hígado, una condición típicamente asociada con la obesidad.


Dieta para hígado graso

Hígado y nutrición saludable




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