Fiebre e hiperpirexia.
La fiebre y la hipertermia representan dos mecanismos patológicos diferentes, pero ambos generan pirexia, una condición NO fisiológica caracterizada por un "aumento anormal de la temperatura corporal".
Tanto la fiebre como la hipertermia hacen que el cuerpo se sobrecaliente, pero a través de dos mecanismos patogénicos totalmente diferentes:
- La fiebre es provocada por daño químico por citoquinas (mediadores químicos) en el "termostato" de regulación central del hipotálamo, que a su vez genera un calentamiento excesivo;
- La hipertermia se genera por el desequilibrio entre la termogénesis (producción de calor corporal) o el calentamiento externo (como la radiación solar) y el sistema de dispersión térmica (vasodilatación cutánea, sudoración, etc.) que se traduce en una acumulación progresiva de calor.
Terapia
De lo anterior, se puede deducir que el enfoque terapéutico entre las dos formas de pirexia es completamente diferente; en la hipertermia es fundamental enfriar rápidamente el cuerpo (por ejemplo con agua fría) mientras que en la fiebre son útiles los fármacos antipiréticos, que actúan restaurando el "set-point" hipotalámico (pero también en este caso la utilidad del enfriamiento por conducción es no excluido, por ejemplo, con una esponja con agua fría).
clasificación | Temperatura corporal |
Sub febril | 37,0 37,3-° C |
Fiebre | 37,4 37,6-° C |
Fiebre moderada | 37,7 38,9-° C |
Fiebre alta | 39,0 39,9-° C |
Iperpiressia | > 40 ° C |
Nota: el tratamiento de la fiebre y la reducción de la pirexia no siempre siguen el mismo proceso terapéutico; en caso de alteración de la temperatura es fundamental identificar (si es posible) el agente etiopatológico (es decir, la causa: inflamación, infección viral, quemadura, etc.) responsable de la alteración corporal y luego eliminarla. El uso de fármacos antipiréticos (como el paracetamol) es útil para reducir los síntomas piréticos de la fiebre, pero NO es una cura eficaz. Evidentemente, si no es posible o indispensable intervenir sobre la causa primaria de la fiebre, los antipiréticos representan la única intervención farmacológica aplicable.
Dieta para la fiebre
La fiebre es un proceso ACTIVO que busca deliberadamente un aumento de la temperatura corporal; esta condición es metabólicamente esencial para acelerar los procesos enzimáticos de todo el organismo, con el fin de optimizar la reacción inmunológica y acelerar la curación. Por este motivo es fundamental reducir la fiebre solo si supera el límite de tolerancia del sujeto.
Desde el punto de vista metabólico, la fiebre aumenta significativamente el gasto energético medible a través del consumo de oxígeno basal; las estimaciones realizadas en la población general indican que por cada grado centígrado (° C) por encima de 37, el organismo necesita un 13% más de oxígeno para cumplir con los requisitos de todos los procesos fisiológicos y parafisiológicos. Esto significa que, con la misma cantidad de energía introducida con la dieta, la fiebre (al aumentar los procesos de energía oxidativa) puede favorecer la reducción de los sustratos energéticos de reserva (grasa y glucógeno), por lo que también disminuye el peso corporal; dicho esto, podría parecer obvio que en presencia de fiebre es fundamental modificar la dieta aumentando el aporte energético para cubrir el requerimiento mínimo para mantener el peso corporal; p.ej:
Suponiendo que el sujeto "X" normalmente tiene un gasto energético de 2000kcal, en caso de fiebre a 39 ° C (2 ° C por encima del umbral de 37 ° C) necesitaría un excedente calórico del 26% (13% multiplicado por los 2 ° C), o 520kcal. En general, el sujeto "X" debería corregir su dieta aumentando la ingesta calórica de la siguiente manera:
- 2000kcal + 520kcal = 2520kcal
NÓTESE BIEN. Es recomendable mantener una ingesta proteica normal y aumentar proporcionalmente tanto los lípidos como los carbohidratos.
En el caso de que el sujeto "X" mantenga un aporte energético de 2000kcal y la fiebre a 39 ° C sea constante durante 14 días, la suma algebraica entre las calorías introducidas con la dieta y las calorías quemadas en presencia de fiebre sería NEGATIVA , dando lugar a la pérdida de peso:
- [(2000*14)-(2520*14)]=(28000-35280)= -7280kcal
Además, sabiendo que FISIOLÓGICAMENTE para eliminar 1 kg de grasa es necesario quemar unas 7000kcal, se puede afirmar que el sujeto "x", durante 14 días de fiebre a 39 ° C en los que NO siguió una dieta adecuada, podría sufrir una pérdida de peso de aproximadamente 1 kg.
Evidentemente, este ejemplo NO tiene en cuenta la presencia de muchas variables (POR EJEMPLO LA REDUCCIÓN DEL NIVEL DE ACTIVIDAD FÍSICA) que contribuyen a determinar el balance energético final, por lo que debe considerarse como una SIMPLIFICACIÓN absoluta.
NÓTESE BIEN. Si al lector le seduce la posibilidad de facilitar la pérdida de peso NO mediante el tratamiento de la fiebre o el agente causal que la genera, le recordamos que el aumento de gasto asociado al reposo en cama o inmovilización del paciente determina una pérdida de peso NO selectiva que negativamente afecta tanto al trofismo de la masa muscular como a la consistencia de las reservas de glucógeno hepático y muscular.
Para obtener una imagen más realista del impacto metabólico de la fiebre en el cuerpo, también se deben considerar los siguientes puntos clave:
- Deshidración: la fiebre genera un aumento de la temperatura corporal que a menudo requiere una mayor dispersión del calor, por lo que conduce a un aumento de la sudoración; por lo tanto, si la dieta no contiene suficiente agua, la reducción del peso corporal podría indicar una deshidratación más generalizada que un agotamiento de las reservas de energía. De ello se deduce que la dieta para la fiebre DEBE, en primer lugar, garantizar el requerimiento de agua basal, compensar la sudoración y facilitar el drenaje renal de cualquier catabolito farmacológico.
- El aumento del gasto energético básico se compensa con la INACTIVIDAD física del sujeto: es aconsejable considerar que (habitualmente) la fiebre NO permite la realización de actividades laborales, recreativas y deportivas comunes; Considerando que el gasto energético de una persona aún en cama es casi comparable a su tasa metabólica basal (MB) mientras que el Nivel de Actividad Física (LAF) fluctúa entre + 33% y 110% más que el mismo metabolismo basal, es posible afirmar que normalmente la dieta febril de un SUJETO ENFERMO o CAMA debe proporcionar una cantidad MENOR de energía que la que normalmente se introduce con la dieta, A PESAR de que la fiebre genere un aumento basal del 13% cada 1 ° C. P.ej, para el sujeto "Y" que tiene una tasa metabólica basal de 1300 kcal y un nivel de actividad física que aumenta el gasto energético en un 55%, PARA UN TOTAL DE 2015 KCAL, permanezca en cama con una fiebre de 2 ° C (+ 26% de las calorías). significaría tener un gasto total de 1638kcal… ¡BIEN 377kcal menos de lo normal!
- Vómitos y malabsorción relacionados con la afección mórbida.: en el caso de que el agente causal sea un patógeno (virus, bacterias, protozoos u otros parásitos), o una intoxicación por alcohol etílico u otros nervios, y la fiebre se acompañe de vómitos y diarreas, la dieta debe sufrir modificaciones drásticas. En primer lugar, recuerde que los vómitos y la diarrea provocan una deshidratación acelerada, por lo tanto, la reducción del peso corporal está relacionada principalmente con el déficit de volumen (volumen) del plasma sanguíneo; en segundo lugar, la incapacidad para retener los alimentos en el estómago o la disminución de la absorción intestinal reducen (a veces de manera severa) la cantidad de energía y elementos esenciales introducidos por la dieta. Por tanto, además de un estado de desnutrición general transitoria, existe una degradación de los sustratos energéticos de reserva así como del tejido muscular (favorecido por la inmovilidad del paciente) que se encuentra en la pérdida de peso indiscriminada (tanto magra como grasa). En este caso, la dieta de la fiebre debe favorecer el paso gástrico sin inducir el vómito y prepararse para una adecuada digestión y absorción; En este sentido, es muy útil hacer uso de alimentos moderadamente proteicos con mayor contenido en carbohidratos y aceites vegetales (sémola enriquecida con puré de legumbres y condimentada con aceite de oliva virgen extra y un poco de queso rallado), de fácil digestión (simple y no cocción prolongada), favorecer los alimentos semilíquidos (NO totalmente líquidos, porque el tracto digestivo puede reaccionar a la sensación de saciedad con ganas de vomitar), con porciones moderadas y bastante frecuentes; además, sería mejor EVITAR los alimentos que contienen nutrientes difíciles de tolerar como la lactosa.
- Anorexia transitoria: desde el punto de vista del comportamiento, los pacientes que padecen fiebre no sienten la necesidad (o el estímulo fisiológico) de comer y beber. Si la dieta de la fiebre no se elabora y sigue con cuidado, además del riesgo de desnutrición, al reducir el suministro de agua, se agravan tanto el potencial de dispersión de calor como la capacidad de filtración renal; con respecto a estos últimos, por el contrario, conviene fomentarlo facilitando así la eliminación de catabolitos endógenos y farmacológicos.
La dieta en fiebre debe tener en cuenta todos estos factores para optimizar el proceso de curación y evitar efectos secundarios relacionados con la desnutrición; Es aconsejable prestar especial atención a la ingesta de agua, solución salina y vitaminas, pero no descuidar (si es posible) también la ingesta de alimentos que contengan las otras moléculas esenciales (ácidos grasos omega 3 y aminoácidos derivados de proteínas de alto valor biológico).
Consejos prácticos
- En presencia de fiebre, especialmente si está asociada con vómitos y / o diarrea, la primera preocupación es asegurar una hidratación adecuada. Por lo general, en los adultos, el agua —bebida en sorbos pequeños y frecuentes— es suficiente, mientras que en los niños se recomiendan formulaciones rehidratantes específicas (p. Ej., Pedialyte). En caso de ayuno prolongado es posible recurrir a formulaciones especiales rehidratantes y alcalinizantes, a base de citrato de sodio y / o potasio (p. Ej. Biocetasa). En caso de vómitos prolongados, la rehidratación también puede realizarse por vía intravenosa.
- En caso de náuseas y vómitos, la alimentación oral sólida debe restablecerse gradualmente tan pronto como sea posible, y seguir de acuerdo con la tolerabilidad del paciente: agua y líquidos rehidratantes → mermeladas y jaleas de frutas → puré de verduras → pasta o arroz en caldo → carne de ternera, pollo y pescado, posiblemente picados para que sean más digeribles
- Asociado al descanso, la dieta debe ser liviana, por lo que debe contener alimentos de fácil digestión sin grasas de cocción. Los lípidos se limitarán a añadir aceite crudo y mantequilla como condimento a los platos.
- La dieta de la fiebre favorece los carbohidratos y las proteínas magras. Los carbohidratos, fáciles de digerir, permiten salvar las proteínas musculares de los fenómenos catabólicos inducidos por el agotamiento de calorías y carbohidratos; además, permiten evitar la cetosis por hiperactivación del metabolismo lipídico, propio de las condiciones de ayuno prolongado.
- Las personas intolerantes a la lactosa deben evitar la leche semidesnatada, recomendada por algunos médicos en presencia de fiebre. El texto "Terapia medica razonada" de Aldo Zangara sugiere que "la nutrición del paciente con una enfermedad infecciosa febril se basa inicialmente en el consumo de leche, que se introduce como alimento principal en la cantidad promedio de un litro y medio por día. día (950 Kcal y 46g de proteína) - huevos, carne homogeneizada disuelta en sopas, pasta, arroz, sémola, bizcochos, pan blanco, fruta cocida en puré y endulzada, bebidas, etc. (los caldos de carne tienen bajo valor calórico) ". Por lo tanto, deben evitarse las fuentes de proteínas más ricas en grasa y tejido conectivo (por ejemplo, haces de músculos, cáscaras, huesos), prefiriendo cortes más suaves que sean más fáciles de digerir.
- La dieta para la fiebre implica el consumo de numerosas raciones pequeñas, para evitar una sobrecarga excesiva de las funciones digestivas.
- Las advertencias particulares en determinadas situaciones requieren naturalmente que la última palabra, sobre la adecuación de una dieta determinada en caso de fiebre, corresponda al médico; p.ej:
- en caso de terapia prolongada con corticosteroides es necesario limitar la ingesta de sodio con la dieta y aumentar la de potasio, ya que estos fármacos determinan la retención de sodio y aumentan la excreción de potasio
- en caso de fiebre asociada a diarreas, se deben evitar los productos lácteos y los alimentos azucarados (dulces, mermeladas), ya que podrían agravar la afección por causas osmóticas. Entre los zumos de frutas -alimentos notoriamente útiles para el reequilibrio hidrosalino y vitamínico- se preferirán los sin azúcares añadidos, o mejor aún los preparados en casa, dado que en ocasiones se añaden edulcorantes con un marcado efecto laxante en lugar del azúcar en los productos industriales ( por ejemplo por ejemplo polioles: sorbitol, manitol, xilitol y otros).
- Los productos lácteos deben tomarse al menos 3-4 horas después de la administración oral de tetraciclinas, ya que podrían inactivar el fármaco por precipitación en el intestino.
- En caso de fiebre asociada con hepatitis grave, la dieta debe ser baja en proteínas.
Bibliografía
- Tratado de terapia clínica y quirúrgica. Volumen 1 - - Piccin - página 54:57